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Cristina con Sarkozy y el enviado de Bush

Estrechando lazos con la derecha

Durante el paro del campo, al que le dedicó cuatro contundentes discursos, la presidenta instaló que estaba en curso un ataque de “la derecha”, la misma que preparó el golpe del 76´, y que ahora, acompañada de generales “mediáticos”, quería desestabilizar a su “gobierno nacional y popular”.

Pero a pocos días de esos dichos, los hechos demuestran que Cristina acudía a esa fraseología para intentar ganarse a la población en contra de los pequeños productores, e intentar zafar de la incómoda situación a la que la llevó la rebelión del campo. Hoy, es Cristina quien está pactando con la derecha mundial: se entrevistó con el conservador presidente de Francia, Sarkozy, y se apresta a recibir a Thomas Shannon, el Subsecretario de Estado de Estados Unidos, el enviado de Bush para controlar la región.

Repasemos los dichos de la presidenta. ¿Cristina encarna un gobierno “nacional y popular”? Falso.

No es “nacional” cuando bajo su mandato sigue avanzando sin descanso la extranjerización de las mejores tierras y empresas. El paro del campo llevó a que se difundieran ampliamente datos, menos conocidos hasta ahora, sobre enormes extensiones de las mejores tierras cultivables y agroindustrias en manos de monopolios extranjeros. Y no es “popular”, cuando aplica bajos salarios, sostiene la inflación, y derrumba la salud y educación públicas para pagar la deuda externa.

Igualmente falso es su discurso sobre “la derecha”. Las tradicionales fuerzas que representan ese espectro político, o las de centro derecha, tipo López Murphy, Macri o Carrió, están casi mudas e inmóviles. Las fuerzas armadas están acorraladas por el repudio popular. La Iglesia, otrora dedicada a bendecir genocidas, llamó fervorosamente al diálogo en el conflicto del campo. Y hasta un candidato eterno al golpismo, como el presidente de la Sociedad Rural, se disfrazó de cordero y subió a un palco para decir “no soy ni terrateniente ni golpista”, cuando intentó levantar los cortes desde hacía semanas sin lograrlo.

Es el gobierno quien refuerza sus relaciones con la “verdadera” derecha mundial, por caso el gobierno de Estados Unidos - impulsor de cuanto golpe o invasión hubo y hay contra los pueblos-, y otras potencias imperialistas. La visita a Francia tuvo dos objetivos. Además de posar como defensora de los derechos humanos en la marcha reclamando por Ingrid Betancourt, las dos prioridades de Cristina fueron, por un lado, acordar el crédito para ejecutar el tan repudiado proyecto del tren bala, y seguir las negociaciones con el Club de París para pagar los 7.000 millones de dólares de deuda externa con los gobiernos que componen esa caterva de mafiosos y saqueadores.

El tren bala, insostenible desde el punto de vista de las auténticas prioridades nacionales y populares, es una operación de negocios para favorecer a dos importantes empresas francesas: Alstom, uno de los grupos industriales más poderosos de Francia, acusado de corrupción en todas partes donde tocó suelo (está haciendo una central hidroeléctrica en Libia y otro tren bala en Marruecos), y el banco Natixis. El ministro Lousteau pactó la propuesta de pago por la friolera de 12.500 millones de pesos, el 30% del valor de las retenciones previstas para este año, endeudando a Argentina con un bono a treinta años y aceptando a los tribunales de Londres ante cualquier litigio.

Y ya que estamos, si de deuda externa se trata, Argentina le debe al Banco Mundial y al BID 14.519 millones de dólares, lo que significará más sacrificios para nuestro pueblo trabajador.

Por su parte, el embajador argentino en Estados Unidos, Héctor Timerman, está trabajando a destajo para recomponer las relaciones de sumisión con los yanquis después del incidente de la valija. Y el hiperactivo embajador de los Estados Unidos en nuestro país, Earl Wayne, desfila permanentemente ante funcionarios, diputados, senadores, jueces de la Corte, y por supuesto, visitando asiduamente la Casa Rosada, para seguir haciendo negocios en los últimos meses que le quedan de gobierno al genocida George Bush.

Fue altamente significativa la distendida reunión de los diputados kirchenistas Carlos Kunkel y Luis Llarregui con Wayne, el 1º de abril, el mismo día en que el PJ en pleno rodeaba a la presidenta con su acto en Plaza de Mayo. El mismo día en que D’Elía hacía declaraciones acusando a “la Embajada” yanqui de motorizar a la “derecha”.

Es de destacar que Kunkel es uno de los operadores “duros” del kirchnerismo, al que le toca hacer el papel de “malo” en los medios, con declaraciones virulentas bajo un estilo seudoantiimperialista “nacional y popular”, delfín privilegiado del doble discurso oficial. El cual hay que seguir combatiendo y desentrañando, luchando contra el modelo proimperialista de la presidenta y llamando a luchar a brazo partido para que se deje de pagar la deuda, en el camino de la segunda y definitiva Independencia de los yanquis y el imperialismo.


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