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Miguel Lamas

Campaña electoral en Estados Unidos

¿Será un negro el futuro presidente yanqui?

La campaña electoral yanqui, ahora en la etapa de las elecciones primarias dentro de los dos grandes partidos imperialistas, el Demócrata y el Republicano, está marcada por la crisis del mayor imperialismo mundial. El gobierno de Bush termina con descalabros en todos los frentes, en la guerra con Irak y en la economía que ya entró en recesión y con el déficit estatal más grande de la historia. Por primera vez un afroamericano y una mujer compiten por la presidencia yanqui. Expresan una confusa aspiración popular de cambio. ¿Qué representan en realidad?

Obama y Hillary Clinton

Obama y Hillary Clinton

Las bajas yanquis en la guerra de Irak ya se acercan a los 4.000 muertos y 20.000 heridos, gran parte de ellos mutilados. Las Fuerzas Armadas están en una grave crisis, según reconocen analistas militares, producto de la resistencia irakí. Por otro lado la crisis ya hizo perder 17000 puestos de trabajo sólo en el mes de enero. Se estima que alrededor de 2 millones de norteamericanos pueden perder sus viviendas por ejecución de las hipotecas, si no se postergan los desalojos por falta de pago y se renegocian las deudas. El pesimismo sobre el futuro es hoy el sentimiento más generalizado en la población. Esto es un reflejo de la situación general del imperialismo yanqui que es cuestionado incluso en su patio trasero latinoamericano.

Por eso el slogan de todos los candidatos exitosos es el “cambio”. Los republicanos ni hablan de Bush. Tratan de evitarlo como a la peste. Pero su candidato mejor posicionado, John McCain, acusa a los demócratas de izar “la bandera blanca de la rendición” y dice que ahora la guerra “va bien”. Pero los republicanos tienen todas las de perder.

Es el Partido Demócrata quien ya en las elecciones parlamentarias de 2006 comenzó a capitalizar el descontento ganándole por paliza a Bush. Y dentro del Partido Demócrata, ahora es sobre todo Barack Obama el que repunta, recordando que se opuso desde un comienzo a la invasión a Irak. Al revés que su contrincante Hillary Clinton que la apoyó.

Obama se presenta como alguien “fuera” del sistema dominante en Washington e incluso dice que quiere “terminar con la alternancia Bush- Clinton-Bush-Clinton”, como si estuviera contra los políticos tradicionales. Logra que su mensaje tenga alguna credibilidad precisamente por ser negro, en un país de altos niveles de racismo, y por el rechazo a los viejos políticos de establishment representado en el PD por los Clinton.

Ambos dicen que quieren terminar la guerra, pero nunca cómo ni cuándo. Los demócratas ganaron mayoría en ambas cámaras en 2006, precisamente por el repudio popular a la guerra. Pero pese a haber obtenido mayoría parlamentaria, no movieron un dedo por detener la guerra y le votaron el presupuesto de guerra a Bush el año pasado. Ese fue el motivo por el cual Cindy Sheehan, la líder del movimiento antiguerra, madre de un soldado muerto en Irak, rompiera públicamente con los demócratas a los que acusó de haber traicionado a sus votantes y al movimiento antiguerra.

Tanto Obama como Clinton hablan de la “lucha contra la pobreza” y el tema de la “justicia económica”. Pero ninguno propone ninguna medida real para que los millonarios y las multinacionales paguen la crisis y no los trabajadores.

¿A quien representan?

Comprobar a quién representan los candidatos no es tan difícil en Estados Unidos. La principal medición de su éxito es cuánto dinero recaudan. La carrera a la Casa Blanca de 2008 ya es la más cara de la historia estadounidense, e incluso antes de que tuviese lugar ninguna consulta electoral los candidatos ya habían recaudado y gastado más dinero que durante siete de las últimas ocho elecciones presidenciales, según la organización independiente Center for Responsive Politics. «Sabíamos desde el principio que esta elección presidencial sería la más cara, pero ver que la temporada previa a las primarias cuesta ella sola más que una elección entera es extraordinario », declaró Sheila Krumholz, directora de este centro.

Clinton superó a Obama en 2007 en recaudación de fondos, acumulando 118 millones de dólares frente a los 103 millones del senador por Illinois. Pero luego Obama pasó al frente. Hilary dijo que tuvo que “adelantar” 5 millones de su bolsillo para seguir la campaña.

Por supuesto estas gigantescas cifras las pagan banqueros, multimillonarios y multinacionales que esperan recuperar con creces su inversión.

Es decir, ambos candidatos demócratas, igual que los republicanos, representan al mismo sistema imperialista. Aunque ante la crisis política, militar y económica que Bush supo conseguir, ahora tengan que cambiar de discurso y de aspecto. La piel oscura de Obama o el sexo femenino de Hilary Clinton, son el disfraz al que tienen que apelar los mismos intereses de siempre en un momento de crisis.

Si hay algún cambio en la política yanqui, no es gracias a estos personajes, sino a las luchas de los pueblos del mundo, en primer lugar del heroico pueblo irakí y de los trabajadores norteamericanos ante una crisis que los capitalistas querrán hacerle pagar a ellos. Aunque la mayoría de los trabajadores norteamericanos están hoy pasivos y en gran media embaucados por estos candidatos, el descontento crece. Las grandes movilizaciones de los inmigrantes del 2006, así como las huelgas de los 70.000 obreros de la General Motors en 2007 mostraron que algo profundo está cambiando en Estados Unidos.


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