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Mercedes Petit

Yalta, febrero de 1945

Stalin, Churchill y Roosevelt se repartieron el mundo

Hace 63 años se realizó la Conferencia de Yalta. Ante la inminente liquidación de Hitler y el nazi-fascismo, los “Tres Grandes” -como se los llamaba periodísticamenteacordaron un “nuevo orden mundial” capitalista, dominado por Estados Unidos, y se repartieron “zonas de influencia” con los burócratas que gobernaban la URSS.

Winston Churchil (primer ministro inglés), F.D. Roosevelt (presidente de EE.UU.) y José Stalín (Secretario General Partido Comunista de la URSS)

Winston Churchil (primer ministro inglés), F.D. Roosevelt (presidente de EE.UU.) y José Stalín (Secretario General Partido Comunista de la URSS)

Yalta es una ciudad situada en la zona montañosa de la península de Crimea, en el Mar Negro. Está cercana al puerto de Sebastopol, en el sur de Ucrania. En 1945 era parte del territorio de la ex URSS, y el anfitrión fue Stalin.

Los ejércitos de Hitler venían de derrota en derrota. Era arrollador el avance del Ejército Rojo en su ofensiva de invierno, que hacia crecer el colosal ascenso de las masas europeas contra el nazismo. En Grecia las tropas británicas combatieron a la guerrilla antifascista para evitar que tomaran el poder. En Yugoslavia las fuerzas guerrilleras de Tito prácticamente dominaban todo el territorio.

Un pacto para salvar el dominio imperialista mundial

Como dice Nahuel Moreno (ver recuadro), Roosevelt, Churchill y Stalin se reunen con un objetivo muy claro: frenar o aplastar la revolución socialista de los trabajadores en Europa y en el mundo. Las negociaciones y acuerdos se venían tejiendo desde 1943, luego de que la victoria soviética en Stalingrado inició la caída del nazismo. Como lo recordaba en 1946 el hijo de Roosevelt, “en Yalta se logró la unanimidad y se le puso carne al esqueleto del mundo de la posguerra” (Así lo veía mi padre. Sudamericana, 1946). Algunos de sus puntos principales fueron:

-La división de Alemania, en cuatro zonas, con tropas de ocupación rusas, yanquis, inglesas y francesas. Más que la pretendida “desnazificación” del país, querían desmembrar al poderoso proletariado alemán, para no correr el riesgo de que recuperara su tradición de ser el más organizado y de mayor tradición marxista del mundo.

-La fundación de las Naciones Unidas, organización mundial dominada por las potencias imperialistas que dio un foro institucional a los acuerdos con la burocracia estalinista.

-Una serie de acuerdos sobre nue vas fronteras (en particular Polonia) y anexiones (por ejemplo, las repúblicas bálticas).

En síntesis, los aliados acordaron con Stalin dividir Europa en dos esferas de influencia. La parte occidental sería reconstruida económicamente con la ayuda yanqui. Stalin se comprometía a que los partidos comunistas de Italia y Francia, que codirigían o dirigían la resistencia, abandonarían las armas y se volcarían a la reconstrucción capitalista. Así ordenó que se frenara por completo un proceso que se podía encaminar al triunfo de la revolución obrera y socialista en esos países. En Europa del Este, dominada por el Ejército Rojo, Stalin se comprometía a mantener el capitalismo e instalar gobiernos “de unidad nacional” con las respectivas burguesías, sin avanzar en su expropiación. Los aliados respetarían esos territorios como parte de la influencia soviética.

La colosal traición que practicaron Stalin y los partidos comunistas ante el fin de la segunda guerra mundial permitió la salvación del capitalismo en la devastada Europa y de su dominio mundial.


Nahuel Moreno sobre Yalta y sus consecuencias

Moreno señaló tres aspectos fundamentales de aquellos acuerdos. Primero: la instalación del liderazgo norteamericano, no solo a nivel económico, sino como potencia hegemónica imperialista en lo político y militar. Segundo: la unidad contrarrevolucionaria entre la conducción del PCUS -llamada periodísticamente el Kremlin- y el imperialismo, que se repartieron las “esferas de influencia”. Tercero: el agravamiento de la crisis de dirección revolucionaria, como consecuencia del fortalecimiento del poderío estalinista, como gobierno burocrático en la URSS y de sus partidos en el resto del mundo. Recordemos algunos fragmentos de sus textos:

“A partir de esta posguerra, […] se establece un frente único contrarrevolucionario entre el imperialismo y la burocracia del Kremlin, sobre la base de la coexistencia pacífica, concretado en Yalta -febrero 1945-, Postdam -julio-agosto 1945- y el nuevo ordenamiento mundial: la ONU , el reparto de zonas de influencia, etcétera. Aunque se produce “la guerra fría” y profundos roces entre Washington y Moscú, aunque se dan varias guerras calientes contrarrevolucionarias, como las de Corea e Indochina –Vietnam-, tanto Washington como Moscú actúan en general de acuerdo y defendiendo ese nuevo orden mundial organizado en Yalta y Postdam. Stalin y Roosevelt se dividen el mundo en dos bloques controlados por el imperialismo norteamericano y el Kremlin, con el objetivo de frenar, desviar, aplastar o controlar la revolución de los trabajadores en el mundo.

“Gracias a este acuerdo contrarrevolucionario y a la colaboración indispensable del estalinismo, el imperialismo estadounidense puede implementar el “plan Marshall” que lleva al establecimiento y estabilización de la economía capitalista en el occidente de Europa y en Japón, y la división de Alemania y su proletariado. Este apoyo a la contrarrevolución en Japón y en Europa por parte del Kremlin le permitió al imperialismo lograr el boom económico de cerca de veinte años. […] Gracias al Kremlin el imperialismo pudo compensar su crisis a nivel imperialista con su estabilización como capitalismo metropolitano, es decir, compensar la expropiación del capitalismo en países relativamente periféricos -limítrofes de la URSS-, lo que le permitió mantener su hegemonía sobre la economía mundial y lograr un proceso de acumulación y desarrollo capitalista inigualado en los países metropolitanos.” (Actualización del Programa de Transición [1980]).


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