El Socialista

El Socialista es una publicación de Izquierda Socialista

Compartir esta nota en

Escribe:

José Castillo

Tiembla la economía yanqui

Se profundiza la crisis del capitalismo mundial

Desde mediados de julio la economía mundial entró en alerta roja: billones de dólares lanzados por los bancos centrales no pudieron evitar el derrumbe del mercado yanqui de hipotecas y las pérdidas millonarias en bancos de todo el mundo. A fin de diciembre empezaron a aparecer los datos de la economía “real”: los Estados Unidos entrando en recesión. En enero le llegó la hora a las bolsas de valores: una montaña rusa con más bajadas que subidas. El capitalismo otra vez en crisis, pero ahora con epicentro en la economía imperialista más importante.

El lunes 21, a pesar de que era feriado en los Estados Unidos, -y por lo tanto Wall Street estaba cerrada-, se derrumbaron todas las otras bolsas del mundo, sufriendo el cimbronazo más grande desde el día de la caída de las Torres Gemelas en el 2001. La respuesta de la Reserva Federal yanqui fue desesperada: Ben Bernanke, su presidente, redujo la tasa de interés de referencia en 0,75%. Para tener una idea: en agosto se resistió durante semanas a bajarlas apenas un 0,25. Luego lo hizo tres veces antes de fin de año. Y ahora se habla de otra reducción para esta semana.

Lo grave es que cada vez son más las voces autorizadas del establishment que dudan que esto sirva para algo. Como tampoco el “paquete” de ayuda, que acaba de lanzar Bush, devolviendo impuestos para tratar de animar el consumo por un monto equivalente al 1% de todo el PBI yanqui. George Soros, uno de los buitres que más le acierta a las crisis, ya está diciendo que ésta es la más grande desde la de 1929.

Las causas de fondo

La economía capitalista mundial hace décadas que “funciona mal”. Vive una crisis crónica. Según los ideólogos del capitalismo, debería suceder que, más allá de maniobras especulativas “excepcionales”, los dueños del capital invertirían en las ramas productivas más dinámicas y obtendrían, explotando a los trabajadores, una tasa (o porcentaje) de ganancia “normal”, que luego la reinvertirían en la producción.

Pero lo que estamos sosteniendo es que, desde fines de la década del 60, está pasando algo distinto, transformando al capitalismo en más parasitario que nunca. Como empezó a caer la tasa de ganancia en las ramas centrales de entonces, inmensas masas de capital quedaron “sin colocación productiva” y empezaron a girar por el mundo, buscando obtener ganancias de cualquier forma. Los pulpos capitalistas se llenaron los bolsillos como nunca. Pero del otro lado no hay una contrapartida en nuevos productos. Nacieron las famosas “burbujas”.

Recordemos sólo las últimas: el “efecto Tequila” en 1994, la crisis asiática en 1997, la caída de Rusia en 1998. Y, bien fresco para nosotros, el final espectacular de la convertibilidad en diciembre de 2001. Por supuesto, antes de que estallaran cada una de estas crisis, los grandes publicistas del establishment se la pasaban cantando loas de lo maravilloso que funcionaban esas economías.

El mito yanqui de los 90

En el caso norteamericano, ya desde mediados de los 90, se hablaba de un “crecimiento espectacular” basado en las ramas de la “nueva economía”, las empresas “punto com”, Bill Gates y el índice Nasdaq (que mostraba las cotizaciones de las empresas tecnológicas). Era todo mentira, no más que pura especulación. Cuando se empezó a caer, con el índice Nasdaq en picada desde el año 2000, con el “destape de la olla” de que muchas empresas estaban maquillando ganancias que no eran tales, como los famosos casos de Enron y World Com, cuando a comienzos del 2001 la economía yanqui entraba en recesión… vino el 11 de setiembre y todo se tiñó con el tema de las Torres Gemelas.

En ese río revuelto, Bush aprovechó para lanzar un inmenso aumento del gasto público, con base en la industria militar, que llevó el déficit fiscal yanqui a más de 500.000 millones de dólares. Alan Greespan, entonces jefe de la Reserva Federal, “planchó” la tasa de interés, para facilitar a cualquier costa el crédito. La economía yanqui “se reactivó”. Es un decir: el estado gastaba mucho más de lo que tenía, hasta llegar a tener una deuda externa de 8,5 billones de dólares, el país compraba en el exterior infinitamente más de lo que vendía, lo que se reflejaba en un déficit comercial de 800.000 millones de dólares. Y las familias y empresas yanquis, producto del “crédito regalado” que citábamos antes, están endeudados en tres veces y medio su PBI. Obviamente esto era insostenible. Se estaba creando una gigantesca burbuja llamada a estallar: la de las hipotecas de un mercado inmobiliario absolutamente sobrevaluado.

Y terminó estallando, como era de esperar. Pero esto no fue lo peor. Desde el año 2003, la economía mundial había entrado en un ciclo donde todo crecía enganchado a esa falsa “prosperidad” yanqui. En Europa hacían negocios “comprando” esas hipotecas de dudoso cobro, se armaban paquetes con las que a su vez se compraban acciones, se aseguraban cotizaciones, armándose un complejísimo entramado especulativo que, aún hoy, resulta inentendible para los mismos expertos. Así, cuando se derrumbó todo, “inexplicablemente” aparecían hipotecas incobrables en bancos franceses o alemanes. Los bancos centrales salieron al rescate de todo tirando miles de millones de dólares al mercado, pero hay un problema: nadie sabe exactamente cuánto es la pérdida, ya que todos los grandes buitres “esconden” lo más que pueden sus quebrantos.

Además, a partir de ese crecimiento sostenido por el endeudamiento yanqui, hubo una demanda mundial que hizo subir el precio de los alimentos y minerales. Se dice que las alzas de la soja, el petróleo, o los metales es producto “de la demanda China”. Es sólo la mitad de la verdad: habría que agregarle que la producción final China depende muchísimo del mercado norteamericano. Y que una recesión en éste puede desencadenar un efecto dominó de consecuencias impredecibles.

¿Sucederá? Los datos de diciembre marcan un aumento del desempleo en los Estados Unidos y una baja notable en el consumo. Ya hay despidos masivos en el sector financiero y todos pronostican que la crisis inmobiliaria provocará una fuerte caída en la industria de la construcción. Canadá y Europa “revisan para abajo” sus expectativas de crecimiento para este año. No hay dudas de que estamos frente a una nueva crisis aguda de ese viejo enfermo: el capitalismo mundial. Veremos si se “ramifica” y alcanza a China, provocando una caída en el precio de las materias primas, que sería mortal para países como el nuestro. Por supuesto, como siempre, se tratará de hacerle pagar los platos rotos a la clase trabajadora del mundo. Tendremos que dar pelea para que eso no pase.


¡Que la crisis la paguen Bush y las multinacionales!

El financista y actual inversor en soja, George Soros, pretende echar la culpa de la crisis al “capital financiero y especulativo” que no reinvierte en la producción para el “desarrollo”. Con lo que se suma a los que quieren buscar un “capitalismo bueno” frente “al capitalismo salvaje”. Esta versión es falsa. El capitalismo es uno solo: el que busca la ganancia explotando a los pueblos. El propio Soros es un ejemplo de ello. Es un gran especulador que ahora ve que el “negocio” es comprar tierras en Brasil y Argentina y sembrar soja. Mañana caerá la soja y el negocio será otro.

La causa de fondo de la crisis está en el sistema capitalista-imperialista. Desde los EE.UU. y los grandes países imperialistas existe una oligarquía de multimillonarios como Bill Gates, Morgan, Rockefeller y otros, que son dueños de las multinacionales y de los bancos que explotan al mundo entero. Mientras ellos acumulan riquezas, millones en el mundo viven en la miseria.

Ahora van a querer descargar los efectos de la crisis sobre los trabajadores y las masas con más desocupación, inflación, caída del salario y saqueando a los países atrasados con mayor deuda externa. Los pueblos del mundo deben preparase para enfrentar esta contraofensiva, con la movilización.

Que la crisis la paguen Bush, los ricos y las multinacionales. Para terminar con este desastre que sufrimos, sólo queda el camino de la lucha obrera y popular contra los planes de hambre del imperialismo, el FMI y sus gobiernos. En la perspectiva de terminar con el sistema capitalista-imperialista que es verdadero causante de la crisis y reemplazarlo por el socialismo mundial. El socialismo significaría la planificación de la economía, no para la ganancia sino para el bienestar de los pueblos. Hay que expropiar a las multinacionales y a los bancos, dueños de tierras, de los cereales, del petróleo, de los minerales; y con esa inmensa masa de recursos acabar en pocos años con el hambre y la miseria, para dar trabajo, educación y salud para todos en el mundo.


La OIT dice que 5 millones de personas quedarían sin empleo

El informe anual de la OIT advierte “que una mayor desaceleración del crecimiento pronosticada para 2008 podría aumentar la tasa de desempleo mundial hasta el 6,1%, lo que implicaría que otras 5 millones de personas no tendrían empleo” (ver www.ilo.org. Noticias de la OIT).

Si la propia OIT lo dice, que es un organismo del imperialismo, está claro que ya está a la vista el costo que le quieren hacer pagar a los trabajadores.

Lo que agravaría la misería actual, que también el informe reconoce y detalla: “que unos 487 millones de trabajadores, es decir 16,4 % del total, aún no ganan lo suficiente” para superar un dólar diario por persona. Y que 1.300 millones de trabajadores, el 43,5% “aún están por debajo de la línea de 2 dólares diarios”.


La debacle de los bancos yanquis

La ruleta rusa que jugaron los banqueros yanquis y europeos con el negociado inmobiliario terminó en una millonada de pérdida para los bancos más grandes del mundo, entre ellos el Citigroup o Citi Bank, que es el mayor del mundo. El total del rojo de los bancos yanquis, por ahora, está en 133.000 millones de dólares, según la agencia de noticias Bloomberg.

La “tabla de posiciones” (Datos Clarín, 24/1/08) sería la siguiente:

· Merril Lynch: 2 4 . 5 0 0 m i l l o n e s de dólares · Citigroup: 22.100 millones · UBS: 14.400 millones · HSBC: 10.700 millones · M. Stanley: 9.400 millones · B. of America: 7.900 millones · Wash. Mutual: 6.500 millones · Cred. Agricole: 4.900 millones · Wachovia: 4.700 millones · JP Morgan: 3.200 millones

Todos recibieron auxilio de Bush y de los fondos de los contribuyentes, o sea del pueblo norteamericano.


La crisis se comió cinco Argentinas

Para tener una magnitud de la gravedad de la crisis podemos hacer algunas comparaciones con el dinero que se destruyó o se tiró en los últimos meses.

En octubre de 2007 la Reserva Federal de EE.UU y algunos gobiernos europeos dieron a los bancos, para amortiguar o parar la crisis, 600.000 millones de dólares. Cosa que fracasó. Ante la continuidad de la crisis, la Comunidad Europea autorizó “una ayuda a los bancos del continente por 500.000 millones de dólares” (Clarín, 24/12/07). Tampoco dió resultado. Entonces, a mediados de enero, Bush entregó una ayuda de 175.000 millones de dólares, que tampoco impidió que días después se desbarrancaran las bolsas del mundo.

Si sumamos, nos da una cifra increíble hasta de nombrar, de 1.275.000 millones de dólares o un billón, 275 mil millones de dólares. Para tener una idea de lo que significa podemos comparar con el PBI (todo lo que se produce en un año) de Argentina que está en unos 248.330 millones de dólares. O sea que podríamos decir que el imperialismo liquidó cinco (5) Argentinas en unos meses. O un Brasil entero (la 9º o 10º potencia mundial), ya que su PBI anual está en cerca de 1.177.700 millones de dólares. O sea, se destruyeron riquezas inmensas, para tratar de salvar a los banqueros, mientras millones pasan hambre.


Argentina no está “blindada”

El gobierno viene insistiendo que nuestro país “no puede ser afectado” por la crisis mundial. Dice “¿de qué problemas externos se podría hablar en un país que crece al 8%, tiene un superávit fiscal holgado, superávit comercial y 45.000 millones de dólares de reservas? ¿Vencimientos de deuda? Ningún problema: basta colocar en los mercados globales algún bono apetecible, y se obtiene automáticamente el financiamiento que se necesita. Y siempre queda como último recurso que nos preste Venezuela.” Todo esto es una mentira absoluta.

Nuestro país tiene una deuda externa inmensa, impagable. En el 2008 debe hacer frente a 6.900 millones de dólares. Y ese monto se acrecienta notablemente en el 2009. Si esto se acaba, renace con todo el problema de la deuda, ya que nuestro país tiene una serie de vencimientos no muy distintos a los que en su momento llevaron al default al gobierno de De la Rúa.

Todo parece fácil cuando hay “financiamiento internacional”. Este forma parte del propio mecanismo especulativo mundial: dólares que anidan hoy en un mercado emergente para aprovechar la bonanza de una Bolsa de Valores, mañana hacen fortunas con la suba del precio de una mercancía cualquiera (sea el petróleo, la soja, el oro), pasan por la especulación inmobiliaria, o juegan con bonos públicos de países altamente endeudados. Son divisas que circulan por el mundo y buscan ganancias fáciles. Gran parte del dinero “fácil” que viene obteniendo nuestro país refinanciando sus deudas tiene este origen. Pero ahora, ante los datos de la crisis, los fondos especulativos “vuelven” a casa para cubrirse. Venden sus bonos en pesos y compran dólares. Así de fácil: se acabó el financiamiento fácil para muchos países, entre ellos la Argentina. Por eso este año el gobierno evalúa cubrir parte de sus pagos de deuda con fondos del ANSeS, o de la Lotería. Como tantas veces, millones de pesos que deberían servir para mejorar los haberes de los jubilados, o para atender las urgentes necesidades sociales, irán a manos de los pulpos internacionales. Las AFJP ya perdieron 5 mil millones por la caída de las Bolsas, lo que afectará a los futuros jubilados.

La otra opción que le queda al gobierno es volver a tomar préstamos con el FMI y someterse a sus recomendaciones, desnudando la mentira de que nos habíamos “liberado” de ese organismo cuando les regalamos, hace un par de años, casi 10.000 millones de dólares en efectivo.

El resto del “modelo kirchnerista” también está en riesgo: si la crisis se profundiza y llegan a bajar el precio de las materias primas como la soja, se acaba el superávit comercial, que depende en uno de cada tres dólares del complejo sojero. Y esto tirará para abajo, en cadena, al superávit fiscal, que depende en una parte importante de los impuestos a las exportaciones.

Martín Redraro, el presidente del Banco Central, sostiene que así y todo no hay riesgos porque tenemos reservas por 45.000 millones de dólares. Pero basta recordar que en nuestro país hubo una fuga de 50.000 millones durante el 2001, que fue preludio de la catástrofe. Por lo tanto, Argentina no es una isla.

J.C.


Te pedimos un aporte para seguir apoyando las luchas de los trabajadores.

IS

Izquierda Socialista en Internet:
www.izquierdasocialista.org.ar - www.nahuelmoreno.org - www.uit-ci.org
El Socialista Registro de propiedad intelectual: Nº 596282.
Director: Juan Carlos Giordano. Hipólito Yrigoyen 1115 Capital Federal

- Tel.:(+54) 11-4381-4240