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Mercedes Petit

14 de noviembre de 1927 en la Unión Soviética

Trotsky era expulsado del Partido Comunista

Ocurrió hace ochenta años. En el 15º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), la burocracia encabezada por Stalin consolidaba su poder expulsando a quien fuera, junto con Lenin, uno de los máximos jefes del gobierno revolucionario. Esa burocracia llevó a la URSS al fracaso. Las críticas y propuestas revolucionarias de Trotsky han adquirido cada vez más vigencia.

José Stalin

José Stalin

León Trotsky

León Trotsky

En estos días se ha recordado desde muchos puntos de vista la Revolución de Octubre de 1917. Entonces, los obreros y campesinos, encabezados por los Soviets y el partido bolchevique de Lenin y Trotsky, tomaron el poder en Rusia (véase ES N° 85 y 86). La joven URSS logró ganar una sangrienta guerra civil de tres años. El Ejército Rojo fue organizado y dirigido por León Trotsky. Esa victoria de la revolución socialista no fue acompañada por otras similares, fundamentalmente en Alemania u otros países de Europa. El atraso del país y el tremendo esfuerzo realizado por las masas para derrotar a la contrarrevolución burguesa e imperialista se combinaron con el aislamiento, dando lugar al desarrollo de una burocracia parasitaria que liquidó la democracia obrera y quebró al partido revolucionario de Lenin y Trotsky.

El viraje del año 1924

En enero falleció Lenin. Ya el año previo había estado casi por completo apartado de la actividad por su enfermedad. Sus últimos esfuerzos los dedicó a combatir a Stalin, estrechando aún más su colaboración con Trotsky, que dirigía el ejército. Pero el desgaste de las energías revolucionarias de las masas iba socavando los esfuerzos de ambos líderes ante los avances del sector burocrático. En 1924 Stalin, apoyándose en el joven Bujarin, comenzó un viraje político totalmente reaccionario, dentro de la URSS y hacia la Tercera Internacional. Se lanzó la orientación antimarxista del “socialismo en un solo país”, el llamado a los campesinos acomodados (los kulaks) a enriquecerse y otras medidas que irían condenando a largo plazo las conquistas de la revolución. Trotsky e importantes sectores de la vieja guardia revolucionaria, sobrevivientes de la guerra civil, así como numerosos obreros de vanguardia, se opusieron firmemente. Comenzó la campaña “contra los contrarrevolucionarios trotskistas” y “la revolución permanente”. Trotsky denunciaba la represión, el creciente control burocrático sobre el aparato del partido y del gobierno, y defendía el programa que habían sostenido con Lenin en la Tercera Internacional, de impulso a la revolución socialista internacional y de desarrollo de las medidas revolucionarias y la democracia obrera dentro de la propia Unión Soviética.

La derrota de la oposición

La lucha de la oposición bolchevique entre 1923 y 1927 fue denodada. Pero las circunstancias iban poniéndose cada vez más adversas, a medida que la desmovilización de las masas obreras y campesinas facilitaba el avance del discurso reaccionario que iba tomando una mayoría de la conducción del PCUS. Nacían aberraciones como el endiosamiento de Lenin y del “secretario general infalible”, Stalin, y la represión. La política se iba haciendo cada vez más reformista. En 1925 Trotsky fue obligado a dejar su puesto de comandante del Ejército Rojo y se lo designó al frente de tareas técnico-administrativas, pretendiendo alejarlo de la lucha política. Redobló sus esfuerzos y siguió encabezando la oposición.

Durante el año 1927 se fueron agudizando los enfrentamientos internos en el partido. Minoritaria pero importante, la oposición realizaba reuniones clandestinas cada vez más numerosas, con la GPU (policía secreta) mordiéndoles los talones, y mitines en fábricas de Moscú y Leningrado (hoy otra vez llamada San Petersburgo), que eran disueltas por la policía.

La movilización por el décimo aniversario de la Revolución de Octubre, el 7 de noviembre de 1927, fue convocada en medio de una catarata de artículos y declaraciones contra “el trotskismo”. En Moscú, la oposición acordó marchar con carteles propios. Decían “Queremos que se ataque a la derecha, contra el kulak, el nuevo rico y los burócratas”, “Que se cumpla el testamento de Lenin”, entre otros. Fueron duramente reprimidos y el auto en el que circulaba Trotsky fue tiroteado. La situación en Leningrado fue parecida.

En noviembre, en el 15º Congreso, fue expulsado Trotsky del partido. Y en enero de 1928 él y su familia partían hacia el exilio. Se iniciaba un nuevo capítulo. Trotsky y sus seguidores en la década del 30 comenzaron la titánica tarea de construcción de nuevos partidos y la Cuarta Internacional. Uno de sus objetivos centrales era la defensa de la URSS ante quienes la abandonaban por las monstruosidades políticas y represivas de Stalin. En 1940, Stalin logró que un agente lo asesinara en México.

Una lucha de total actualidad

La URSS ya no existe. Los trabajadores y los pueblos sojuzgados se insurreccionaron contra los burócratas sucesores de Stalin entre 1989- 91. Estos, a su vez, de la mano de Gorbachov y Yeltsin, se pasaron definitivamente al capitalismo. Gracias a la ayuda que le dieron durante 70 años los burócratas, el capitalismo imperialista se reinstaló en la antigua URSS y sigue dominando el mundo en el nuevo siglo.

A menudo surge entre los luchadores y la izquierda el tema de Trotsky y su legado. ¿Sigue vigente aquel enfrentamiento entre “trotskismo y estalinismo”? Si recordamos las banderas de Trotsky, la respuesta es sin ninguna duda afirmativa.

Trotsky luchó contra Stalin para que no aplastara al partido de Lenin, engendrando un monstruo burocrático contrarrevolucionario. No fue el PCUS la continuidad de los bolcheviques y Lenin, sino su verdugo. En los sindicatos y todos sus organismos, los luchadores tienen que combatir a los burócratas y defender la democracia obrera.

Según Trotsky, la URSS solo sobreviviría si actuaba como una palanca de la revolución socialista mundial. Si no avanzaba por ese camino, los burócratas la llevarían al capitalismo. La conducción del PCUS fue condenando al fracaso las revoluciones y las oportunidades de nuevos triunfos socialistas en Europa (España y Francia antes de la guerra, Italia y otra vez Francia luego…). Donde se triunfó, como en Europa Central, impuso dictaduras como la de la URSS y dividió burocráticamente Alemania. Fueron esas conducciones pasadas al bando del reformismo y la conciliación con la burguesía quienes salvaron en el siglo XX al capitalismo.

Para que triunfe el socialismo, acabando con el dominio capitalista imperialista del mundo, no hay otra alternativa que la revolución, la pelea por los gobiernos de los trabajadores y el pueblo, desde los distintos países y hasta el triunfo del socialismo internacional. Para transitar ese camino, el gran escollo son los dirigentes que rechazan romper con la burguesia. Por eso, en 1927, Trotsky le dijo en la cara a Stalin “sepulturero de la revolución”.

El legado de Trotsky se resume en la gran tarea por la que peleaba aquella heroica minoría de dirigentes y trabajadores bolcheviques en los años veinte: la continuidad de la dirección internacionalista y revolucionaria que aplastaba Stalin, para pelear por el socialismo mundial. Trotsky dio su vida por la construcción de los nuevos partidos revolucionarios y la Cuarta Internacional. Lo hizo por su convicción de que los trabajadores y sectores campesinos y populares que luchan en todo el mundo los necesitan para acabar con el capitalismo.


El gran enemigo de la burocracia procapitalista

Decía Isaac Deutscher sobre la actividad de Trotsky en 1926- 27: “[…] apoyado por un gran sector, probablemente la mayoría de la Vieja Guardia, hizo un esfuerzo prodigioso por despertar al partido bolchevique y por influir en el rumbo ulterior de la revolución. Como luchador, la posteridad tal vez tendrá que reconocer que en 1926 y 1927 fue más grande que en 1917. Ahora [Trotsky] luchaba con adversarios dentro del campo de la revolución, no con enemigos de clase; y para esa lucha se requería un valor, no sólo mayor, sino de diferente naturaleza.” (Segundo tomo de la biografía: El profeta desarmado)


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