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Escribe:
José Castillo

Los alimentos se fueron a las nubes

Este mes los precios de los alimentos se fueron por las nubes. Aunque el INDEC sigue dibujando, la inflación argentina ya está entre las más altas del mundo. Los trabajadores tenemos que defender la capacidad de compra de nuestros salarios.

Todos los días aparece un dato nuevo. La asociación de consumidores Deuco acaba de denunciar que según sus mediciones, el pollo subió en los últimos 15 días un 20%. Otra organización, Adelco, registró aumentos en la papa del 57,8%, la zanahoria un 26,8%, el tomate redondo un 19,6% y el papel higiénico un 33,6%. Para esta asociación, la inflación de la canasta alimentaria acumulada del 2007, ya suma 29,9%. Para Susana Andrade, del Centro de Educación al Consumidor, el aumento de precios del rubro alimentos y bebidas en agosto fue del 4%, con las principales subas en frutas y hortalizas rondando el 75% (entre ellas las berenjenas que aumentaron un 120% y las cebollas el 100%).

Al mismo tiempo, los famosos productos con precio “acordado” de la Secretaría de Comercio Interior no aparecen por ningún lado. El promedio de faltantes en supermercados ya orilla el 8%, con valores del 9% en alimentos (en especial lácteos), 5,4% en bebidas, 9,4% en productos de limpieza y 8,3% en productos de higiene personal.

Siguen los “retokes”

El INDEC está a punto de dar a conocer (este jueves) el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de agosto, que va a quedar dibujado en algún valor entre 0,5% y 0,6%. El objetivo explicitado del gobierno es cerrar el año con un costo de vida inferior al de 2006, que fue del 9,8%. Mientras tanto sus desprolijidades llegan a tanto (como dijimos una vez, “ni siquiera saben dibujar bien”) que “se les escapó” el dato de que los precios de los supermercados aumentaron en julio un 1,6%. Pero sucede que allí se concentra el 40% de las ventas de alimentos y bebidas de Capital y Gran Buenos Aires. Es insostenible que con esos valores la inflación de ese mes dé 0,5%. El dato es mucho más escandaloso si tomamos todo el 2007. Mientras que el IPC acumula 4,4%, las alzas de supermercados, reconocidas oficialmente, ya alcanzan al 12,4%.

Cristina Fernández de Kirchner salió a defender las mediciones del INDEC en un encuentro con los empresarios organizado por IDEA: “la medición no es el Talmud, ni el Corán ni la Biblia”. No nos interesa meternos en debates teológicos, pero una encuesta de Hugo Jaime revela que la inmensa mayoría de los consumidores “mide” que efectivamente hay un fuerte aumento de los precios (Ver imagen).

Los trabajadores deben defenderse de la inflación

Es evidente que desde el gobierno tratan de esconder el problema inflacionario, minimizándolo. Pero la realidad es que la canasta básica, que define la línea bajo la cual se considera “pobre” a una persona, que según el INDEC está en 930 pesos, para Ernesto Kritz (de Sel Consultores), utilizando los mismos supuestos del organismo oficial, ya tiene que estar midiendo 1.126 pesos.

Diga lo que diga el INDEC, el alza real de la inflación va a terminar el 2007 en un número cercano al 20%, o sea el doble del año pasado. Esto ubicaría a nuestro país entre uno de los cuatro con mayor inflación del mundo, después de Zimbabwe, Birmania y Guinea, empatando con Eritrea.

Los trabajadores tenemos que defender el poder adquisitivo de nuestros sueldos. Hay que terminar con los indicadores truchos y las “líneas de pobreza” dibujadas. El único valor serio es el del costo de la canasta familiar, que ya alcanza los 2.800 pesos. Ningún trabajador, en actividad o jubilado, debe ganar menos que eso. Ingresos que deben ser ajustados todos los meses, automáticamente, según el aumento real del costo de vida.

Al mismo tiempo tenemos que denunciar que si el gobierno no frena la inflación es porque no quiere tocar los intereses de los pulpos que se benefician con ella. Le bastaría con fijar precios máximos a los productos de la canasta familiar y eliminar el IVA a los mismos, lo que redundaría en una baja inmediata del 21% de los precios finales. Herramientas para controlar le sobran: sólo tiene que aplicar realmente la Ley de Abastecimiento, que autoriza a multar, clausurar, expropiar o encarcelar al que viole precios máximos, acapare o venda en el mercado negro. Claro que todo esto sólo podrá ser impuesto por la lucha de los trabajadores. Nada podemos esperar de Kirchner o su “sucesora” Cristina, que todavía hoy tiene la caradurez de defender las truchadas del INDEK.


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