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Inflación y deuda externa

Bomba de tiempo

La inflación perjudica directamente el bolsillo popular. Cualquiera lo ve cada vez que va al supermercado. Sigue perjudicando a los trabajadores y al pueblo aún cuando truchen los números del INDEC. Peor aún. Los empresarios, el gobierno y los burócratas sindicales usan esas cifras mentirosas para imponer salarios a la baja, nuevos techos salariales, ahora bajo la denominación “cristinista” de Pacto Social.

Pero había algo que, aún cuando nuestro partido lo venía denunciando sistemáticamente, era desconocido para la inmensa mayoría de los trabajadores: que la inflación hace crecer la deuda externa. Resulta que ahora no lo dijo Izquierda Socialista, sino la misma Cristina Fernández de Kirchner frente a empresarios españoles. “Un solo punto de inflación significa 420 millones de dólares (1.300 millones de pesos) más en la deuda externa. Porque el 42% de los bonos se ajusta por CER” (índice de precios al consumidor), dijo la candidata. En realidad los números brindados por Cristina son peores. Lo real es que cada punto de inflación agranda la deuda en 1.800 millones de pesos. Por eso cada vez debemos más: si a los 136.348 millones de dólares le sumamos los 26.532 de los bonistas que no entraron en el canje, da un total de 162.880 millones, más que cuando asumió Kirchner en 2003. ¿Cómo es esto? ¿No era que nos estábamos “desendeudando” a partir del canje del 2005?¿No se pagaron 9.810 millones de dólares por adelantado al FMI para “ser independientes”? ¡Mentira! La página Web del Departamento de Estado yanqui “advierte” a la Argentina que lo que se le debe a los bonistas que no entraron en el canje y al Club de París, “puede afectar desfavorablemente el clima de inversión en el país”. En lenguaje llano, volvieron los aprietes.

 

Bastó que los mercados mundiales tuvieran un pequeño resfrío para que volviera el peligro de neumonía sobre la economía argentina. ¿Qué pasó? Aunque crece, la economía mundial no funciona bien. Hace décadas que vive de negocio especulativo en negocio especulativo.

Los Estados Unidos tienen déficit fiscal, déficit de balanza comercial y una deuda externa atroz. Cualquier otro país hubiera caído ya hace rato. Pero los yanquis lo resuelven inundando el mundo de dólares. Esos dólares circulan por el planeta y buscan ganancias fáciles. Nuestro país, que tiene vencimientos de deuda todos los meses, era uno de los candidatos: ¿qué mejor que comprar bonos argentinos, ajustables por inflación y hacerse una diferencia única en el mundo? Ahora, ante la difusión de datos de que la economía yanqui estaría entrando en una fase de recesión, los fondos especulativos “vuelven” a casa para cubrirse. Venden sus bonos en pesos y compran dólares. Así de sencillo, se acabó el financiamiento fácil para muchos, entre ellos la Argentina.

Nos decían que estábamos “blindados”, con 44.000 millones de reservas en el Banco Central. Pero ahora vemos, ante un pequeño movimiento internacional, que era mentira. La Argentina tiene que hacer enormes pagos anuales por la deuda. Mientras hubiera quienes quieran seguir comprando bonos de nuestro país (como lo va a hacer Chávez por nuevos 1.000 millones de dólares), la fiesta continuaba. Pero ahora se desnudó la amarga verdad: estamos hipotecados por varias generaciones, y no hay crecimiento “a tasas chinas” que lo arregle.

El “modelo” kirchnerista empieza a mostrar sus goteras, y todos buscan cubrirse. Los exportadores, con la UIA a la cabeza, empujan por un “dólar alto”. Del otro lado, y sin que nadie saque “los pies del plato” de los negocios K, están los que quieren que el dólar no suba, o incluso que baje. Son los que juegan con la bicicleta financiera, aprovechándose de las altas tasas locales y de los bonos de la deuda ajustados por inflación. O las privatizadas, que como cobran sus tarifas en pesos, si el dólar está bajo recaudan más en esa moneda para enviar a sus casas matrices.

 

Por eso es ridícula la “queja” de Kirchner de que fueron algunos bancos (Citibank, Santander, Deutsche, Morgan, HSBC y los fondos Allianz y Dresdner), los culpables de la “minicorrida” del dólar de la semana pasada. Los pulpos financieros sólo hicieron el negocio que les ofreció el propio gobierno al emitir bonos en pesos ajustados por inflación. Es como poner al zorro a cuidar el gallinero y luego quejarse porque se comió una gallina.

Ayer fue la convertibilidad, que cerraba fábricas y generaba desempleo. Hoy es la inflación la que perjudica a millones de trabajadores y demás sectores populares. Ninguno de estos modelos beneficia a los de abajo: un dólar más alto significa lisa y llanamente un trabajador “más barato” medido en dólares. Todos los productos importados subirán de precio, y también los locales que tratan de colocarlos en el país al valor del mercado mundial.

Las “movidas financieras” de la semana pasada y las declaraciones de Cristina pusieron las cosas blanco sobre negro: este es un modelo económico al servicio de pagar la deuda externa. Por eso cualquier salida popular debe comenzar por repudiarla. Ni un peso más para los acreedores externos. Que la plata de las reservas y del superávit fiscal se usen para resolver los urgentes problemas de salud, educación, empleo y para que los trabajadores ganen un salario igual a la canasta familiar. No para los usureros internacionales.


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