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Juan Carlos Giordano
Escribe:
Juan Carlos Giordano

¡Que la inflación y la crisis energética la paguen las privatizadas, las patronales y el gobierno!

La inflación hace estragos en los bolsillos populares. La escasez de luz y gas ya entró en los domicilios particulares. Hay suspensiones y rebajas salariales en las fábricas. Y los salarios siguen siendo de pobreza. La CGT no mueve un dedo ante semejante situación que sufren millones de trabajadores. Acá mostramos cuáles son las medidas de emergencia que habría que implementar. Porque esta crisis no la tienen que pagar los trabajadores y el pueblo.

Según el Indec, el mes pasado los salarios le ganaron a la inflación. Según el Indec, bajó el trabajo en negro y la pobreza. Según el Indec, próximamente se dirá que el fajo encontrado en la bolsa de Miceli eran australes. Según el Indec... Muestra que todas las cifras oficiales está patas para arriba. Esa es la línea del gobierno: tapar los problemas sociales, decir que estamos saliendo, y que votando a Cristina se resolverán todos los problemas.

La dura realidad es muy distinta a como la pintan desde la Casa Rosada. Los artículos de primera necesidad aumentan casi todos los días. Cada semana hay un producto que se lleva los laureles: antes fue la carne, luego la lechuga, después los pimientos, ahora el pan, la leche y el queso. Los próximos días será...

El gobierno, en vez de apuntar contra los monopolios que remarcan, les deja las manos libres para que aumenten, lo que está trayendo consecuencias trágicas para los más humildes. ¿Y los precios máximos? ¿Y la eliminación del IVA de la canasta familiar? ¿Y las duras penas contra las alimenticias, los ganaderos y grandes supermercados? Nada de eso existe en la agenda del gobierno.

Con la crisis energética, el gobierno sigue diciendo “no hay problemas”. Todo para cosechar votos para octubre. Pero ya empezaron los cortes de luz en los barrios populares. Y en cientos de fábricas las suspensiones, rebajas salariales y adelanto de vacaciones. Pero no porque las patronales están en crisis, sino porque quieren que la paguen los trabajadores.

Las automotrices, por ejemplo, el mes pasado aumentaron el 32% su producción a pesar de los cortes. Kirchner acaba de usar nuevamente la plata del pueblo para subsidiar con 1.000 millones de pesos a Repsol y otras petroleras. Y el principal consumidor de energía eléctrica, Minera La Alumbrera de Catamarca, además de robarnos nuestros recursos naturales, consume 100 millones de litros de agua por día -que no paga-; 5 millones de litros de gasoil por mes -sin impuestos-, y tiene una usina en Tucumán que quema todo el gas para abastecerla de toda la energía que pide.

Mientras tanto, los salarios siguen siendo de pobreza. La CGT, UIA y el gobierno acaban de pactar en cómodas cuotas llevar el mínimo a 980 pesos recién para diciembre. La CTA por primera vez cambió el voto en el Consejo del Salario, de negativo a la abstención, dejando el reclamo de $2500 de la canasta familiar para los días de fiesta.

El aumento de 900 pesos sólo comprende al 3,8% de los asalariados, las patronales no están obligadas a darlo a los trabajadores en negro, tampoco el Estado a sus empleados públicos provinciales y municipales.

La pregunta del millón: ¿qué hacen la CGT y la CTA ante tremenda situación? ¿Acaso la inflación y la falta de luz y gas no afecta a millones de sus representados? ¿No son los trabajadores telefónicos y los del Indec con su lucha, los que muestran el camino? La CGT y CTA ¿han convocado a alguna marcha?

Si las centrales sindicales llamaran a los millones de trabajadores afectados por la inflación, la crisis energética y los bajos salarios a ponerse de pie y a coordinar medidas de acción para que la crisis la paguen las privatizadas y patronales, otra sería la realidad. Sin embargo su política es pactar para liberarle el camino al gobierno para las elecciones. Nada más repudiable.

Por eso hay que apoyar a los que luchan, llevar las propuestas de emergencia que mostramos en estas páginas a cada lugar de trabajo, llamar a que la CGT y CTA abandonen su pasividad y tomen alguna medida.



Escribe:
José Castillo

Crisis Energética

1.000 millones en subsidios para las petroleras

El gobierno anunció pomposamente su plan “Energía Total”. Obviamente no solucionará nada. Seguiremos con problemas con el gas y bajo riesgo serio de apagón general. Pero significará una nueva tajada del presupuesto estatal que se sumará a las arcas de las privatizadas

Pasó otra semana de crisis. Y mientras seguían las restricciones al consumo de los grandes usuarios (con las consabidas suspensiones, corte de horas extras y cambios de horarios de trabajo para los trabajadores) lo que ganó la primera plana de los diarios fueron las restricciones al GNC. El gobierno optó por cortar su suministro y vender nafta a taxis y remises al mismo valor de éste. Claro que las petroleras -ni siquiera YPF-Repsol, la “niña mimada de Kirchner”-, estaban dispuestas a perder plata: como un decreto para “compensarlas” por la diferencia se demoró demasiado en los vericuetos del Poder Ejecutivo, las estaciones de servicio decidieron “racionar”, no vendiendo más de 25 litros por auto- y eso en las pocas que ofrecían el combustible al precio del GNC. Las larguísimas colas de taxistas hablaban por sí mismas.

Ahora el gobierno optó por algo distinto. En realidad recurrió a la única forma de “solucionar” sus crisis que ha tenido durante estos cuatro años: cuando se llega al extremo de un conflicto, lo resuelve con un generoso subsidio a la empresa en cuestión. Hoy esto tiene un nombre que, si no fuera por lo grave de la situación, parecería un chiste: “Energía Total”.

El anuncio en sí fue toda una postal del gobierno: Kirchner respaldando a Guillermo Moreno, apenas horas después de que fuera llamado a declarar como imputado por los desastres del INDEC, y junto a ellos los directivos de Repsol-YPF. El plan es relativamente sencillo: a falta de gas, las empresas petroleras proveerán a la industria otros combustibles líquidos (fuel oil y gas oil) al mismo precio que el GNC durante 90 días. Por la diferencia, serán obviamente “compensadas”. La conclusión: 1.000 millones más para YPF-Repsol, Petrobrás y Esso. Increíblemente, el ministro De Vido dice que el costo será de “sólo” 300 millones, no pudiendo mostrar ni siquiera un cálculo que certifique que ese es el valor del subsidio y no por lo menos tres veces más, como denuncian todos los expertos.

Mientras tanto, siguen pagando los más pobres

El gobierno se ufana de que “no se cortará a los usuarios residenciales”. Pero ya esto es una vulgar mentira: hay barrios del Conurbano en los que prácticamente todos los días pasan varias horas sin luz. Nadie se hace responsable. En el caso de las villas de emergencia la cosa es clarísima: como en muchas de ellas hay un sólo medidor pagado por el Estado, este le solicita al distribuidor (Edenor, Edesur o Edelap) que directamente “baje la palanca” y deje todo el barrio a oscuras.

Así esta semana hubo cortes en La Matanza, donde los vecinos protestaron cortando la ruta 3. En el barrio Santos Vega, de Lomas del Mirador, estuvieron dos semanas sin luz. Casi todos los días hay cortes en Florencio Varela, González Catán e Ituzaingó. El martes hubo un apagón que dejó sin luz durante 15 horas a toda la ciudad de Bariloche. También faltó la energía eléctrica en varios barrios de la Capital Federal.

Los sectores populares también están pagando la falta de gas. A ellos “nadie los subsidia”. Una de las cosas que más está subiendo es el GLP (gas envasado en garrafas), que es consumido por todos aquellos que viven en las áreas donde no llega el gas de red. El envase de 10 kilos (que alcanza escasamente para medio mes), pasó de 21 a 26 pesos, mientras que el tubo de 45 subió de 110 a 130 pesos. O sea que quien cobra un plan Jefes y Jefas tiene que gastarlo casi íntegramente solamente en calentarse. Ya ni se nombra la “garrafa social” de otros tiempos.

Guillermo Moreno, mientras tanto, dijo una frase que demuestra todo su compromiso estratégico en el tema: “yo mantengo todo hasta octubre y después me voy”.

Toda una pintura de un gobierno que sólo mira su conveniencia electoral hacia octubre, se demuestra inútil para evitar la crisis energética y sigue descargando su propia incapacidad en las espaldas de los que menos tienen, mientras las privatizadas siguen gozando de la fiesta de subsidios.


Préstamo a Cerro Dragón

La Corporación Financiera Internacional es un brazo del Banco Mundial, especializado en prestar dinero a “los privados”. Pero, como parte del organismo multilateral, también es parte activa de quienes dan “órdenes” en nombre del mperialismo: así recientemente, la CFI ordenó aprobar la Ley antiterrorista de Bush. Ahora acaba de prestarle 550 millones de dólares a Panamerican Energy -el monto más grande de su historia en una sola operación-, para la explotación del yacimiento de gas y petróleo de Cerro Dragón. Recordemos que esta concesión fue renovada, en medio de innumerables denuncias, diez años antes de su vencimiento y con vigencia hasta el 2047.


Propuestas contra la crisis energética

  • Ninguna suspensión ni rebaja salarial con la excusa de la crisis energética. Que se le garantice a los trabajadores el 100% de su salario, incluyendo las horas extras habituales. Que no se permitan jornadas de superexplotación para “aprovechar” las horas con gas o luz.
  • Basta de cortes de luz o gas a los hogares populares. Movilicémonos ante cualquier apagón. Calefacción para todos los sectores populares, proveyendo de garrafas a precio “social” en todos lugares donde no llega la red de gas natural.
  • Reestatizar todas las privatizadas. Tanto las del sector eléctrico como las gasíferas, que no garantizaron ni las obras ni la calidad del servicio. Todas son responsables: desde YPFRepsol siguiendo por las otras productoras, los dueños de las refinerías, los propietarios de los gasoductos, las transportadoras de electricidad y las distribuidoras tanto de gas (como Metrogás), como de electricidad (Edenor, Edesur, Edelap).
  • Que se destinen los fondos del superávit fiscal y de las reservas a hacer las obras pendientes. La crisis sólo se resuelve concluyendo de una vez lo largamente postergado. En la Argentina se crece a tasas chinas, se recauda como nunca, entran dólares por miles de millones, pero sigue sin terminarse Yacyretá, Atucha II, toda la red de gas del Nordeste y la elevación de las cotas de las hidroeléctricas.

La inflación sigue subiendo

Otra vez el “INDEK” volvió a dar a conocer un número que no se lo cree nadie: la inflación de junio “habría sido” del 0,4%. Cualquier trabajador sabe que es mentira. A eso se suman incontables datos técnicos. De hecho el gobierno termina coincidiendo con el diagnóstico de los economistas del establishment y acusa como responsable a la suba salarial. Y ante la impotencia de bajar la fiebre, prefiere romper el termómetro

Según el gobierno, la inflación es cada vez menor. Repasemos: en los primeros seis meses del año apenas si subió un 3,9%, notoriamente menos que en el 2006. Los alimentos casi no se movieron, apenas si crecieron un 0,2%. Si a alguien que vive en un departamento le llegaron las expensas más altas debe ser un problema de su edificio, ya que para el INDEK el aumento de estos seis meses es 0% (¿?). Sigamos: pedir comida por “delivery” es un gran negocio: en estos meses es un 5,5% más barato que en el 2006. También ir a un restaurante: bajaron sus precios un 0,4%. Y si queremos tomarnos unas vacaciones aprovechemos ahora, que está un 12,4% más barato que el año pasado.

¿Parece un chiste? Esos son los números “oficiales” que publica el organismo técnico encargado de las estadísticas en la Argentina. Por suerte tenemos centenares de datos, de diverso tipo, que nos muestran que es todo trucho. Empecemos por los propios datos “oficiales” de otros índices, que deberían dar parecido a los del Indice de Precios al Consumidor “retokado” pero que, ante el analfabetismo estadístico de los interventores, se les cuelan como verdaderos. El índice de precios mayorista da, en estos seis meses, 7,2%. El IPC nacional, que no lo mide el INDEC sino las direcciones de estadísticas provinciales, marcan una inflación del doble de la oficial. Las consultoras, insospechadas de ser “de izquierda”, presentan números similares. Así, para SEL, la canasta básica subió un 15,4% contra un 3,4% del INDEK. Podríamos seguir hasta el infinito, pero preferimos preguntarnos qué piensa un trabajador que va a comprar cualquier verdura y la encuentra en promedio un 50% más caro que hace un mes, o el pan, que ya acumula un 20% de aumento, o los lácteos por las nubes, con subas que nunca bajan del 10%.

¿Por qué hay inflación?

Para el gobierno es fácil: no hay inflación y listo. Pero después de demostrar, sin mucho esfuerzo, que sí la hay, pasemos a la pregunta siguiente: ¿qué es lo que la provoca?

En principio aparecen distintas “explicaciones”. Los economistas del establishment tienen una simple: hay inflación porque el estado gasta mucho, y para financiar su gasto emite moneda. De ahí deducen, obviamente, sus recomendaciones concretas: achicar el gasto público y proceder a “ajustar”, no en los subsidios que reciben las empresas, sino en el gasto social. Hay otra explicación de la inflación, más cercana al discurso del gobierno, pero que, veremos en seguida, empalma también con el discurso de la economía ortodoxa: los precios aumentarían porque algunos costos estarían subiendo desmesuradamente. ¿Cuáles? “Los costos salariales”, obviamente. Los trabajadores serían los culpables, ya que estarían ganando “demasiado”. Entonces las políticas para bajar la inflación deben ir por el lado de los “techos salariales” que ya venimos sufriendo dos años seguidos.

¿Quién forma los precios?

Como vimos hasta aquí, estas dos “explicaciones” de la inflación llevan a que los trabajadores paguen por ella, ya sea haciendo que sus salarios reales no suban con el aumento de precios; o vía “ajustes” del gasto público, reventando más todavía la salud, la educación o los miserables planes sociales.

Como las luchas populares le impiden hoy al gobierno ir a fondo con estas políticas, recurre a otros instrumentos: “acordar” precios con las grandes empresas, que después nadie respeta, o, peor aún, retocar los índices estadísticos para hacer “como si” la inflación no existiera.

Pero la verdadera explicación de la inflación argentina se encuentra en que la mayoría de los precios de nuestra economía no se forman como consecuencia del “libre juego de la oferta y la demanda”. Si analizamos sector por sector, vemos que en los principales aparecen una, dos o a lo sumo tres grandes firmas monopólicas que controlan la producción. Ellas fijan los precios y deciden sus ganancias.

Podemos sacar como conclusión que la verdadera lucha contra el flagelo inflacionario impone disciplinar a estos formadores de precios y controlar estrictamente sus márgenes de ganancia. Existen incluso herramientas jurídicas, como la Ley de Abastecimiento, que, si hay voluntad política de aplicarla, sirve incluso para evitar cualquier intento de violación a controles de precios o desabastecimiento.

José Castillo


Paros en el INDEK

Como la inflación no para, el gobierno intervino el Indice de Precios al Consumidor en enero. Los trabajadores salimos a la calle para denunciarlo. Como los técnicos de la Encuesta Permanente de Hogares dicen que no tienen las condiciones técnicas para calcular los indicadores de pobreza e indigencia para el primer semestre de 2007 (porque deben usar los datos truchos de la inflación), el gobierno desplaza a su directora Cynthia Pok, quien dijo que en el organismo hay “metástasis”. Frente a esto, los trabajadores ya llevamos 10 días de paro y seguimos movilizándonos. En defensa de estadísticas veraces para la población, por un INDEC independiente del poder político, que no es otra cosa que la defensa de nuestra fuente de trabajo.


Cómo combatir la inflación

  • Precios máximos y eliminación del IVA para todos los productos de la canasta familiar. para todos ellos.
  • Aplicación de la Ley de Abastecimiento, que autoriza a multar, clausurar, expropiar y hasta a encarcelar, a todo aquel que viole los precios máximos, ya sea vendiendo a valores por encima de lo dispuesto, o acaparando y produciendo desabastecimiento.
  • Que ningún trabajador gane menos de 2.500 pesos, ajustable mensualmente en forma automática por inflación.
  • Basta de intervención en el INDEC. Restauración en sus puestos y responsabilidades de todos los técnicos desplazados. Recálculo del Indice de Precios al Consumidor, y de todos los otros articulados (como las canastas básicas y los índices de pobreza e indigencia) con la base del 2006. Por un INDEC independiente de las autoridades de turno, manejado por sus técnicos y trabajadores.


Te pedimos un aporte para seguir apoyando las luchas de los trabajadores.

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