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José Castillo

Crisis energética

¿Al borde del colapso?

El presidente Kirchner sigue diciendo que “la crisis energética es un invento”. Mientras tanto, todos los días se reúne un comité de emergencia para ver si el país se queda sin electricidad. Hace varias semanas que existen cortes programados en todos los “grandes usuarios”, de 16 a 24 hs. Y, aunque el gobierno se cuida mucho de que no se publicite, hay cortes casi cotidianos en muchos barrios populares del conurbano bonaerense. De la nieve, el único que no festejó fue Kirchner y su gabinete.

Diario La Nación, 10/07/07

Diario La Nación, 10/07/07

Los técnicos del gobierno ya lo admiten. Que se produzca un colapso total o no, depende prácticamente del azar. El gobierno se juega a que “pase esta ola de frío”, vengan las vacaciones de invierno escolares y baje el consumo eléctrico. Y después, con un clima más benigno en agosto, “zafamos”. Claro que más adelante, en diciembre, volverá la crisis, ahora por “culpa” del calor. La realidad es que el total de la capacidad de generación de energía, 18.000 MH, estuvo a punto de ser desbordada la semana pasada. El día lunes 9, feriado, el frío y la nieve hicieron que el consumo superara los 16.500 MH. Ni pensar lo que habría pasado si hubiera resultado un día hábil.

El por qué de la crisis

El desguace del sistema eléctrico argentino es de larga data. Ya a fines de 1988, en el ocaso del gobierno de Alfonsín, se vivió un verano en medio de apagones. A principios de 1999, al final de la década menemista, la Ciudad de Buenos Aires fue víctima de un apagón histórico, con zonas sin luz durante más de 15 días.

El actual sistema es la consecuencia de las privatizaciones de SEGBA, Hidronor y Agua y Energía Eléctrica, las tres empresas estatales que proveían electricidad en las décadas previas. En 1992 se produjo una desintegración total, dividiéndose en varias empresas generadoras, transportadoras y distribuidoras. Las generadoras son las que producen la energía eléctrica, y la colocan en las transportistas o distribuidoras. Las transportadoras transmiten y transforman la energía eléctrica hasta el punto de recepción. Debemos aclarar que la puede recibir, o bien un distribuidor, que es el que abastece al usuario final (por ejemplo Edesur, Edenor, Edelap), o bien directamente un “gran usuario” (una empresa, por ejemplo), que la compra directamente a las transportadoras.

La generación de energía en la Argentina proviene de tres fuentes: centrales térmicas (usinas que funcionan con gas o petróleo), hidroeléctricas (aprovechamiento de la energía del caudal de agua de los ríos) y nucleares (energía atómica). Las térmicas hoy proveen aproximadamente el 75% del total. Es evidente que el centro de la crisis está en la falta de inversión para terminar las obras hidroeléctricas, en particular Yacyretá (que lleva tanto atraso que alguna vez se la llamó “el monumento a la corrupción”) y nucleares (donde está paralizada la finalización de Atucha II).

Las transportadoras y distribuidoras son las responsables, por su parte, de la baja calidad del servicio, lo que genera constantemente apagones, así como “subas” y “bajas” de tensión, que destruyen los electrodomésticos que los sectores populares adquieren con tantos sacrificios.

¿Quién tiene que pagar las consecuencias?

No es cierto que la crisis se debe a que “se produce mucho”. De hecho en la Argentina recién se ha superado el nivel de 1998, antes de que comenzara la recesión que culminó con la crisis de fines del 2001. Nuestro país aún tiene más de 10% “oficial” de desocupación, y si sumamos los que todavía cobran los planes jefes y jefas de hogar y los registrados como subocupados, llegamos a más de 2.300.000 personas con serios problemas de empleo. No necesitamos “producir menos”. Al contrario, para llegar al pleno empleo tenemos que producir más. En nuestro país hay déficit habitacional, miles de kilómetros de rutas en pésimo estado, faltan más hospitales y escuelas, todo el noreste del país no tiene gas natural. Por eso no tiene sentido que nos pidan que “ahorremos”. No hacen falta los consejos del gobierno: cualquier trabajador, con sus salarios, sabe que no debe derrochar, porque después le viene en la boleta. Todos “apagamos la bombita de luz que no usamos”. Pero ahí no está el gran consumo. La inmensa mayoría del gasto energético viene de los grandes usuarios (industrias, oficinas, clubes, etcétera). Y si nos referimos al consumo residencial, es infinitamente superior el de un “barrio cerrado” de cualquier área del conurbano, que el que se genera en cualquier zona popular.

Hoy, la crisis ha generado cortes en las industrias. Debemos tener claridad. No somos los trabajadores los responsables. Porque no fuimos los “grandes beneficiados” de estos años de crecimiento económico. Apenas si hemos recuperado un poco, y ni siquiera todo, lo que habíamos perdido durante la crisis del 2001. En el mismo período, las grandes empresas han levantado millonadas. No puede ser que se quiera hacer pagar el “ahorro energético” a los trabajadores, reduciéndoles el sueldo cuando se los suspende, quitándoles horas extras, o haciéndolos trabajar en jornadas nocturnas agotadoras para “aprovechar” cuando hay luz.

A la vez es indignante que las empresas eléctricas elijan dejar sin luz a los barrios populares, y que el gobierno les haga el juego ayudando a que eso se “mantenga en silencio”, a la vez que se cuida muy bien que las zonas preponderantemente de clases alta y media alta nunca tengan un corte.

Los responsables tienen nombre y apellido: son las privatizadas que no invirtieron en estos años y es el propio gobierno que prefiere mostrar reservas y superávit récord, aún al riesgo de que nos quedemos todos a oscuras. Por eso es tan necesario imponer una salida de emergencia como mostramos en esta misma página.


Ahora la culpa la va a tener la nieve...

El 9 de julio nevó en Buenos Aires después de 89 años. Mientras asistíamos al insólito espectáculo, más de uno se empezó a imaginar que el gobierno iba a tener una nueva excusa frente a la crisis energética: “¿qué quieren? Si el frío es tan excepcional que hasta nieva”. Hace un mes nos prometía que iba a llover gasoil. Y no llovió gasoil, pero nevó. Podemos contestarle al gobierno que hubo muchos inviernos más fríos que éste en la Argentina. No estamos ante ningún récord. Quizás sí sea récord esta noticia: “desde 1983 la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica) vio reducirse el presupuesto a la tercera parte de su valor habitual. Sus obras estratégicas quedaron a medio terminar (entre ellas Atucha II)”, (Clarín, fechada el 17 de Abril...de 1988). Pasaron 19 años, y todavía estamos esperando por Atucha II y Yacyretá.


Propuestas de Emergencia

• Ni suspensiones, ni rebajas salariales

Ante cualquier corte del suministro eléctrico en las empresas, se les debe garantizar a sus trabajadores el 100% de su salario, incluyendo las horas extras habituales. No debe permitirse ningún despido con la excusa de “menor producción” por cortes. Tampoco jornadas de superexplotación fuera de los horarios habituales para utilizar “las horas con energía”.

• No a los cortes de luz o gas a los hogares populares

Hay que organizarse por barrio y lugar de trabajo -a partir de las comisiones internas, cuerpos de delegados, sindicatos, organizaciones de desocupados, sociedades de fomento y asociaciones de usuarios- para discutir qué hacer si se llega a producir un colapso del sistema. De ahí deben salir propuestas concretas de qué cortar y qué se debe exceptuar (hospitales, salas de primeros auxilios, escuelas, bombas de agua). E incluso en qué áreas residenciales se debe priorizar el suministro, poniendo en primer lugar para cortar a los barrios cerrados y las zonas de clase alta, que son las que más consumen. De estas propuestas, coordinadas con los trabajadores de las empresas eléctricas, debe salir el plan global de prioridades ante cada corte, de tal forma de garantizar que no haya privilegios ante la emergencia.

• Reestatización de las privatizadas

Las privatizadas ya han demostrado su inutilidad, no haciendo las obras necesarias, ni garantizando la calidad del suministro. La resolución de la crisis no puede quedar en sus manos, que sólo apuntan a aumentar sus superganancias. Ni siquiera se les aplica la Ley de Abastecimiento, como a veces se declama. Se debe reestatizar de inmediato todo el sistema eléctrico, así como el complejo de gas y petróleo -empezando por YPF-Repsol y Metrogas-, para unificarlo y ponerlo a funcionar bajo control de sus trabajadores y usuarios.

• Que se construyan las obras pendientes

Hay que lanzar ya un plan de obras públicas para terminar las obras pendientes: Yacyretá y Atucha II (las únicas capaces de incrementar en un 25% la actual capacidad de generación eléctrica), así como el aumento de las cotas en las otras hidroeléctricas para aumentar la acumulación de agua, evitando así que se agote en momentos de pocas lluvias como el actual.

También se deben realizar las obras para garantizarle gas a todos los hogares humildes, realizando nuevos gasoductos y la red de gas natural del Noreste argentino. Para esto es necesario utilizar los recursos del actual superávit fiscal y las reservas récord, que se están acumulando para pagar deuda externa presente y futura.


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