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Mercedes Petit

Un 4 de julio de 1776…

Nacían los Estados Unidos

Hace 231 años, en Filadelfia, las trece colonias de la Corona Británica se proclamaron “Estados Libres e independientes”. Desde entonces, los Estados Unidos fueron ubicándose cada vez más como lo más avanzando y poderoso del sistema capitalista que domina el mundo.

Firma de la declaración de independencia. Pintura de John Trumbull, 1819

Firma de la declaración de independencia. Pintura de John Trumbull, 1819

Durante los siglos XVII y XVIII se dieron en el mundo occidental las grandes revoluciones de la burguesía contra el feudalismo. En 1776, con la independencia de Estados Unidos, nació la democracia burguesa más amplia de la historia. Se instalaron allí los mecanismos políticos y culturales de la igualdad, de la libertad individual y republicanos que alentaban los pensadores burgueses ingleses y franceses de la época, en una amplitud única en la historia.

La declaración de la independencia

El desarrollo de América del Norte fue vertiginoso en el siglo XVIII. Al comenzar la guerra de la independencia, un cuarto de la población británica vivía en esos territorios inmensos, sin contar a algunos millones de indios. El primer censo del nuevo gobierno, en 1790, registró tres millones y medio de personas.

En 1763, Inglaterra y los colonos lograron derrotar a Francia (que colonizaba el Canadá) y varias tribus indígenas. Quedó instalado un vigoroso fermento revolucionario. Se fueron haciendo insoportables el pago de impuestos a las mercancías importadas de la metrópoli y las trabas al libre comercio. Crecieron las tendencias de las colonias a buscar su propio autogobierno. Así tomaron cuerpo los principios republicanos y de igualdad que desarrollaban pensadores de Francia.

En 1774 comenzó a sesionar en Filadelfia un Primer Congreso continental. En 1776 ya reunía a las 13 colonias que dieron nacimiento a los Estados Unidos. El 4 de julio fue aprobada la Declaración de la Independencia, uno de los manifiestos políticos más representativos e importantes de la Ilustración.

Fue redactado por Thomas Jefferson. Proclamaba la igualdad de todos los hombres y consideraba inalienables “los derechos a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad”, y que el pueblo podía cambiar o abolir un gobierno que no los satisficiera. Comenzaba a forjarse la nación que llegaría transformarse en la potencia imperialista más poderosa del planeta. El cumplimiento de esos derechos democráticos y de felicidad estaba asociado a un cáncer, la propiedad privada individual de los medios de producción capitalista. Por eso, esa libertad e igualdad no alcanzó a los esclavos de las plantaciones del sur (liberados luego de una cruenta guerra civil en el siglo siguiente), y se desarrolló para determinados sectores de la población, fundamentalmente blanca y anglosajona. Fueron aniquilando a millones de habitantes originarios, las numerosas tribus de indios, y sus pocos sobrevivientes quedaron arrinconados en las “reservas”, escasas tierras marginales.

El capitalismo engendra monstruos

Al comienzo del siglo XX Estados Unidos ya era la principal potencia económica mundial. Luego, se fue convirtiendo en la potencia imperialista hegemónica en lo político y militar. Los principios igualitarios y de libertad, al ser parte de un sistema de explotación y miseria como el capitalismo, quedaron restringidos a sectores cada vez más minoritarios del país y del mundo. Hoy, en medio de invasiones a países como Afganistán o Irak, en medio de la prepotencia de las multinacionales yanquis, de la miseria y el peligro de destrucción que se extienden a todo el planeta, Estados Unidos es odiado por los pueblos del mundo, que califican a su presidente Bush de un nuevo Hitler. Entre sus habitantes, más del 10% es pobre, y hay todo tipo de injusticias sociales. Sólo una nueva revolución, socialista y con una auténtica democracia sin multimillonarios y privilegiados, podrá garantizar “los derechos a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad” que inspiraron a los fundadores de Estados Unidos y que nunca podrán ser garantizados por un sistema de explotación del hombre por el hombre como el capitalismo.


Nahuel Moreno sobre la colonización e independencia de América del Norte

Algunos breves fragmentos de textos de Moreno nos permiten ubicar los principales rasgos de estos procesos históricos:

 

“En los Estados Unidos, una gran revolución derrotó al imperio colonialista inglés, capitalista, conquistó la independencia e instauró un régimen democrático-burgués, el primero que se dio plenamente en la historia de la humanidad, aunque llevaba en sí la tremenda contradicción del esclavismo. Dicho de otra manera, la revolución norteamericana liberó al país de la dominación colonial, instauró un régimen de libertades democrático-burguesas de una amplitud desconocida, pero no liberó a los esclavos de los estados del sur. […] una revolución burguesa para sacarse de encima la opresión de otra burguesía y poder desarrollar plenamente el capitalismo.”*

“La colonización española, portuguesa, inglesa, francesa y holandesa de América, fue esencialmente capitalista. Sus objetivos fueron capitalistas, y no feudales: organizar la producción y los descubrimientos para efectuar ganancias prodigiosas y para colocar mercancías en el mercado mundial. No inauguraron un sistema de producción capitalista porque no había en América un ejército de trabajadores libres en el mercado. Es así como los colonizadores, para poder explotar en forma capitalista a América, se ven obligados a recurrir a relaciones de producción no capitalistas: la esclavitud o una semiesclavitud de los indígenas. Producción y descubrimiento por objetivos capitalistas: relaciones esclavas o semiesclavas, formas y terminologías feudales (al igual que el capitalismo mediterráneo), son los tres pilares en que se asentó la colonización de América. […]

“Si hay un lugar de América cuya colonización no es capitalista es el noreste de Estados Unidos […]. A esta región fueron, o se quedaron, los europeos que querían tierras, clima y producción como las de Europa, pero que no pensaban en comerciar con sus países natales, ya que estos se abastecían por sí mismos de sus productos agrarios. Por eso fue una colonización cuyo objetivo era la tierra para implantar una pequeña producción y para abastecerse a sí mismos. Esa inmigración dio origen a un pequeño campesinado que se abastecía a sí mismo que colocaba en el mercado el ligero sobrante que le quedaba. […] el exceso de tierras impidió el crecimiento de una clase terrateniente feudal, aunque hubo intentos de ello.”**

“Por eso, la colonización del norte de Estados Unidos fue feudalista sin feudalismo, porque los campesinos que allí se radicaron se encontraron sin una clase terrateniente feudal que los quisiera explotar […]; y la del sur fue capitalista sin capitalismo, pues la mano de obra estaba formada por esclavos africanos. Por la misma razón, algunos de los grandes pensadores y políticos de la burguesía mundial que fueron las bases de las libertades democráticas y burguesas, como los Derechos del Hombre y el Ciudadano, fueron grandes esclavistas del sur de los Estados Unidos [cuya máxima figura fue George Washington].”***

 

* Las revoluciones del siglo XX. Antídoto, Buenos Aires, 1986.
** “Cuatro tesis sobre la colonización española y portuguesa”, publicado en Para comprender la historia, Pluma, 1975.
*** Método de interpretación de la historia argentina. Pluma, 1975.


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