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Escribe:
José Castillo

¿Quién debe pagar la crisis energética?

Mientras siguen la falta de gas, gasoil y GNC, ahora se le suman los cortes de energía eléctrica. Hay un lobby empresario para que se corte a las casas particulares. Empezaron las suspensiones y amenazas de despidos en las fábricas. Las privatizadas aprovechan para pedir aumento de tarifas. El gobierno no controla nada y mira para otro lado

No hay que permitir las suspensiones, despidos ni rebajas salariales

No hay que permitir las suspensiones, despidos ni rebajas salariales

Vecinos de Bariloche protestando

Vecinos de Bariloche protestando

La crisis energética argentina entró en un nuevo capítulo. Desde hace un mes llueven las denuncias por falta de gas, que llega a los hogares con el inconfundible color “amarillo” en la llama, señal clara de la falta de potencia. Los problemas con el gasoil ya generaron miles de denuncias, particularmente en el interior del país. Durante varios días las estaciones de servicio dejaron de vender GNC, con el caos consiguiente. Las garrafas subieron su precio hasta las nubes. Llegó a faltar hasta querosén, el combustible usado por los más pobres para calentarse. En el medio de todo esto, y aprovechando el caos, las petroleras, dando una vez más una “señal de su alta sensibilidad social”, procedieron a aumentar los precios de la nafta. Fue tan grande el escándalo que tuvieron que dar marcha atrás.

A todo esto se le suma ahora el absoluto descalabro del sistema eléctrico. Sin que se le diera demasiada cobertura mediática, ya hubo cortes de varias horas en muchas zonas del país. Incluso varias barriadas populares, como Glew o Lugano, cortaron autopistas o vías ante apagones que duraron varias horas. Al gobierno le resultó imposible seguir escondiendo el problema. Empezaron los tan temidos “cortes programados”. Por ahora limitados a los 4.800 “grandes usuarios” (empresas, clubes, instituciones públicas). Primero fueron cuatro horas diarias, pero no alcanzó. Se pasó a un esquema de cinco horas, que tampoco alivió la crisis. Actualmente ya estamos en un esquema de cortes de 8 horas (de 16 a 24), y hay serios rumores de que sería necesario agrandarlos aún más.

El modelo de los 90

Si nos preguntamos el porqué de lo que sucede, tenemos una postal exacta del famoso “modelo de los 90”, que Kircher nos muestra como superado. La Argentina tiene una capacidad eléctrica “teórica” de 22.000 MW diarios, pero la realidad es que “técnicamente” la oferta real apenas si puede superar los 18.000 MW. Y sucede, sencillamente, que el máximo valor alcanzado este año fue de 18.345. ¿Se trata de algo inusual, imposible de prever? En absoluto. Como ya venimos denunciando en números anteriores de nuestro periódico, todos los años estamos al límite, y varias veces lo superamos, tanto en verano como en invierno. En enero se le hecha la culpa a los aparatos de aire acondicionado y en invierno a los calefactores. Siempre se miente, diciendo que “nunca” hizo tanto calor o tanto frío. Y en invierno se le agrega que, otra vez, “nunca” fue tan seco el invierno y por eso nuestra capacidad hidroeléctrica se achica, pasando a depender exclusivamente de las centrales térmicas.

Las mentiras no tienen límites y no nos alcanzarían todas las páginas de El Socialista para describirlas. Las privatizadas le echan la culpa a las tarifas congeladas por las inversiones no realizadas, mientras siguen llevándose millonadas de ganancia (ver nota aparte). El gobierno promete obras, pero la realidad es que sigue sentado sobre las reservas y el superávit fiscal records, mientras tanto, no termina Atucha II y Yacyretá (las únicas que serían capaces de aumentar cualitativamente nuestra oferta eléctrica). Y avanza a paso de tortuga en la construcción de centrales térmicas, que al mismo tiempo dan lugar a negociados corruptos (como Skanska). El gobierno habla de ahorro de energía, pero ni siquiera pueden controlar a las empresas que tendrían la responsabilidad de bajar su consumo, como también se denuncia en estos días. Y por sobre todo, nuestro sistema eléctrico, que funciona mayoritariamente a petróleo y gas, sufre el saqueo de YPFRepsol, Petrobrás, Panamerican Energy, Shell y Esso.

Las “propuestas” de corto plazo

Todos tratan de que sean otros los que paguen la crisis. Las privatizadas aprovechan para insistir con aumentos de tarifas. Las cámaras empresarias ya iniciaron su lobby para que los cortes no caigan sobre sus fábricas, sino que lleguen al sector “residencial”. O sea que nos corten la luz a nosotros para que ellos sigan produciendo y llevándose sus ganancias. Para apoyar este planteo ya empezaron a chantajear con suspensiones y amenazas de despidos.

Los trabajadores no tenemos que aceptar ninguna suspensión, despido o rebajas salariales con la excusa de la crisis energética. Si la empresa no puede trabajar por falta de electricidad o gas, igual debe pagar el total de las horas, y al 100% de su valor. Tampoco aceptemos los turnos “especiales” de superexplotación que muchas fábricas pretenden implementar para “aprovechar las horas que hay electricidad”. Los empresarios de las grandes fábricas se vienen llenando los bolsillos con el “modelo K” que ahora vemos no es muy distinto al “de los 90”. Que entonces paguen las consecuencias de esta crisis con lo que ganaron. Mucho menos vamos a soportar que se le corte la luz a los hogares para garantizárselas a ellos. Ante cualquier corte, “programado o no” a las casas particulares, tenemos que salir a reclamar, cortando calles o vías, haciendo cacerolazos hasta que se restablezca el servicio.

Sabemos que hay una salida de fondo. Empieza por reestatizar YPFRepsol y todo el complejo gasíferopetrolífero. Sigue por quitarle las concesiones a las distribuidoras y transportadoras. Y luego, por medio de empresas estatales controladas por sus trabajadores y usuarios, lanzar un gran plan de obras necesarias para aumentar la capacidad energética argentina, desarrollando tanto las centrales térmicas, como las nucleares, hidroeléctricas y también las formas alternativas de energía.


Las superganancias de los responsables

Las empresas de gas y petróleo se excusan diciendo que, producto de las tarifas congeladas, no pueden realizar nuevas inversiones. Es una vulgar mentira:

YPF-Repsol declaró ganancias operativas en los últimos cinco años por 39.166 millones de pesos. De ellos, 6.883 pertenecen al 2006.

Petrobrás lleva acumuladas utilidades desde la devaluación por 8.359 millones de pesos, de los cuáles 2.148 son del año pasado.

Transportadora Gas del Sur ganó 2.310 millones desde el 2002, y el año pasado 570.

Transportadora Gas del Norte lleva sumados 776,7 millones desde la devaluación y 186,5 en el 2006.

Metrogas también registra ganancias en todos los años posteriores a la devaluación (acumula 285 millones) y el año pasado 112.

Gas Natural Ban sumó 245 millones desde el fin de la convertibilidad. En el 2006 ganó 27,9 millones.


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