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¿Se terminó con el modelo de los 90?

Kirchner sigue de campaña diciendo que su gobierno y su modelo económico está combatiendo la nefasta década menemista de los años 90. Pero del dicho al hecho, hay mucho trecho.

El “modelo” de los 90 estuvo asentado en el crecimiento de los pagos de la deuda externa, por un lado, y la entrega del patrimonio nacional vía las privatizaciones, por otro. “Estabilidad” de por medio, todo fue pergeñado en contra de los de abajo. El “modelo de crecimiento” de Kirchner, vía la devaluación, está hecho esencialmente para pagar de contado la deuda externa, el mantenimiento de las privatizaciones y el saqueo del petróleo, males a los que se les agrega el flagelo de la inflación y los bajos salarios. Ni el modelo de los 90 ni el actual, le sirven a los trabajadores y al pueblo.


Escribe:
Miguel Lamas

Continúa la entrega del petróleo

Si hace calor se corta la electricidad. Si no llueve también porque falta agua en los embalses. Si hace frío falta gas. Si hay cosecha falta el gasoil... La crisis energética es inocultable y cada día peor, aunque el gobierno siga negándola.

De todo el desastre y robo al país de las privatizaciones de los 90, lo peor fue sin duda lo ocurrido con YPF y Gas del Estado. Durante quince años Repsol y el resto de los capitalistas privados que se adueñaron de la pozos puestos en producción por YPF estatal, se limitaron a ganar miles de millones de dólares en base a vender las reservas acumuladas.

El mayor gasto para explotar hidrocarburos es encontrarlos. Eso ya lo había hecho la empresa estatal. Además los hidrocarburos son un bien no renovable. Ese bien, descubierto por YPF estatal, se le entregó a las multinacionales. En el camino se despidió a 30.000 trabajadores altamente calificados y se hundió en la miseria a decenas de pueblos. Ahora todo el país está pagando el desastre. Y lo pagará más aún en el futuro. Los hidrocarburos se acaban. Y ante la escasez, la multinacional Repsol sigue exportando. El nuevo y rentable negocio que prepara Repsol es el GNL (gas natural licuado) que se puede exportar en barcos (y no solo por gasoductos).

Kirchner como gobernador fue cómplice directo de esa privatización de Menem. Claro que podría haberse arrepentido de semejante rol entreguista. Y ahora podría demostrarlo. Pero, como presidente, no solo no renacionalizó los hidrocarburos, sino que vuelve a remachar la entrega.

Veamos los hechos, que ya venimos denunciando en estas páginas. En una indignada nota el cineasta y presidente del Moreno (Movimiento por la recuperación de la Energía Nacional), Fernando Pino Solanas denuncia: “se produjo un hecho escandaloso silenciado por los medios nacionales e internacionales: la prórroga hasta el 2047 de una concesión que vence en el 2017, del yacimiento petrolero más importante de la Argentina que tiene el 25% de las reservas de crudo del país. Se trata de «Cerro Dragón», situado al sur de Chubut y norte de Santa Cruz, a 90 Km. de Comodoro Rivadavia, que es explotado por Pan American Energy, perteneciente a la British Petroleum y Bridas, de Carlos Bulgheroni. La renegociación fue aprobada el 24 de mayo por la Legislatura de Chubut con el voto de los justicialistas, casi todos los radicales y el visto bueno de la provincia de Santa Cruz y el Gobierno Nacional. Es la continuidad de la política menemista... La prórroga de Cerro Dragón, diez años antes de su vencimiento, significa ceder su explotación por cuatro décadas, es decir, hasta la total extinción del yacimiento... Según un estudio del ingeniero Víctor Bravo -del Instituto de Economía Energética- publicado por el InfoMoreno (Nº 197-24/5/07), la British y Bridas invertirán en Cerro Dragón U$S3.362 millones para extraer las reservas comprobadas que representan -a valores del primer trimestre del 2006- U$S 28.653 millones y por las que pagarán las regalías más bajas del continente” (www.infomoreno.com.ar).

Y ahora vienen con el cuento de la “latinoamericanización” o “argentinización” de YPF, porque Repsol anunció su disposición a vender un 45% de las acciones. El que se menciona como posible comprador de un 25% es un banquero, Enrique Eskenazi, dueño del Banco de Santa Cruz, Banco de Santa Fe y Banco de San Juan, de la empresa Petersen Thiele y Cruz, que participó en numerosas obras públicas. Y fíjese, compañero lector, que casualidad: Eskenazi es íntimo amigo de Kirchner y fue el agente financiero para colocar los famosos 500 millones de dólares de Santa Cruz en Europa.

Así Repsol, sin perder el control del negocio, suma socios locales mientras se diversifica y extiende en América Latina. De paso, intenta disfrazarse de “empresa latinoamericana” con socios amigos íntimos de Kirchner.

Hay que seguir el ejemplo de Bolivia, Venezuela y Ecuador, cuyos pueblos luchan por renacionalizar sus hidrocarburos. Hay que luchar por nacionalizar ya todo el petróleo y el gas, empezando por reestatizar Repsol- YPF sin pagarle un centavo a Repsol, y demás empresas piratas, que ya se llevaron 5 ó 6 veces lo que pusieron.


Escribe:
Julio Poblesec

La inflación afecta a los más humildes

¿Se acuerda cuando uno decía “voy a ponerle un morroncito a la salsa para que le dé más gusto”?. Olvídese. El pimiento rojo, tanto en Capital como en la pequeña localidad cordobesa de Carnerillo, ahora cuesta $14.

Según el INDEC, durante el mes de mayo, el aumento promedio de los alimentos fue sólo de un 0,1%. Pero cuando desmenuzamos este número ítem por ítem, vemos por ejemplo que los zapallitos aumentaron un 15,7%, algunos tipos de queso un 11,2%, y en otros rubros los aumentos fueron superiores. Y esto, reiteramos, tomando las cuestionadas cifras oficiales.

Las encuestas realizadas por asociaciones de consumidores indican que la verdadera inflación de mayo fue de más del 1%, en lugar del 0,4% anunciado. Por su parte, los trabajadores del INDEC denunciaron que entre enero y abril la inflación ascendió al 5,7%, casi el doble de lo que dice el gobierno. Si agregamos el mes de mayo, llevamos el 6,9%, en lugar del 3,4%, y se adelanta que llegaría al 20% para fines de año.

La política de control de precios del gobierno fracasó. Por eso tuvo que apelar a la intervención del INDEC y al burdo recurso de manipular los índices tratando de amortiguar la evidencia de sus fracasos, y fundamentalmente, para obligar a negociar los aumentos de salarios por menos plata en las discusiones paritarias en curso.

La propia ministra Miceli reconoció haber autorizado aumentos de precios en alimentos, lácteos, bebidas, productos de limpieza y cuotas de colegios (Página 12, 8/ 6). En la misma entrevista tuvo la caradurez de afirmar que “no hay que vivir en el microclima de protesta de los trabajadores del INDEC”.

Si de verdad el gobierno respondiera, como dice en sus discursos, a las necesidades del pueblo, tienen todos los medios a su alcance para impedir los aumentos de los productos de primera necesidad. ¡Impedirlos, no “controlarlos”! Kirchner y Miceli tienen la facultad, por ejemplo, de acudir a la Ley de Abastecimiento, que establece multas y penas de hasta cuatro años de prisión para quienes provoquen desabastecimiento de productos básicos o los aumenten de manera exorbitante. Recientemente Kirchner dijo, refiriéndose a la normalización del suministro del gasoil: “Le dije al señor ministro De Vido que ponga en marcha la Ley de Abastecimiento y ya están marchando los camiones hacia aquí”. ¿Por qué no la aplica para frenar la inflación en todos los rubros? Si de verdad quisiera, derogaría el IVA de la canasta familiar. Prohibiría las exportaciones de alimentos, especialmente la carne y productos agropecuarios, mientras no esté debidamente satisfecha la alimentación de cada uno de los argentinos, desde Ushuaia hasta La Quiaca. Si quisiera, Kirchner podría obligar a los remarcadores a poner precios accesibles, bajo pena de multas, cierres, o severas sanciones. Lo que pasa es que no quiere ni va a ir en contra de las multinacionales y grandes empresarios monopólicos que fijan los precios a su antojo. Por más roces parciales que tenga con algunos de ellos, está demostrado que su gobierno defiende sus intereses, no el de los consumidores.

Por eso debemos seguir luchando. Por estas propuestas de emergencia, y especialmente por lograr salarios y jubilaciones al nivel del costo de la canasta familiar, para que le puedan ganar esta dura pelea a la inflación.



Escribe:
José Castillo

La deuda externa sigue creciendo

Kirchner nos quiere vender que, después del canje y el pago en efectivo al FMI, ya no debemos nada. Es una simple y vulgar mentira. La Argentina sigue fuertemente endeudada, continúa saliendo dinero fresco todos los meses para los usureros internacionales y, más aún, la deuda se ha incrementado con respecto a los valores que tenía cuando se realizó el canje.

Hagamos un poco de historia. Estuvimos sin pagar una parte importante de la deuda externa desde fines de 2001 hasta marzo de 2005. Ahí se “arregló” con los acreedores privados. Fue el llamado “canje”. Entonces se dijo que el problema de la deuda estaba terminado. Pero ya en aquel momento quedábamos debiendo 125.283 millones de dólares, más los 20.000 millones que habían quedado en el “limbo” (o sea los bonistas privados que no aceptaron entrar al canje). Como el gobierno argentino ni siquiera repudió esos 20.000 millones, el número de la deuda a marzo del 2005 era claro: 145.283 millones de dólares. Ello incluía los bonos nuevos canjeados, la deuda con el FMI, el Banco Mundial y el BID y otras como las que se tenían con los países europeos (conocida como la deuda con el “Club de París”).

Luego, en enero de 2006, Kirchner decide pagarle, en efectivo y por adelantado, 9.810 millones de dólares al FMI, cancelando el total de la deuda con el organismo. De nuevo, esto estuvo acompañado de encendidos discursos donde se anunciaba que, ahora sí, “nos liberábamos del problema de la deuda”.

Cualquiera que sepa sumar y restar puede hacer la cuenta: sin contar los 20.000 millones que habían quedado en el “limbo”, 125.283 millones, menos 9.810, da 115.473 millones de dólares. O sea, era una absoluta mentira que “la deuda pasaba a ser insignificante”. Pero la historia recién comenzaba.

La bola de nieve

Ese mismo día de enero de 2006, si alguien entraba a la página web del Ministerio de Economía, se hubiera sorprendido que ahí figurara que lo que se debía “después de pagarle al Fondo” eran 124.332 millones de dólares, y no 115.473. ¿Qué había pasado? Tan simple como que la deuda había vuelto a crecer. Se emitían nuevos bonos para “financiar” lo que se pagaba y estábamos otra vez empezando la infernal carrera del endeudamiento.

Ahora Kirchner nos dice que se trata de su modelo o “el de los 90”. La verdad, en el tema de la deuda, no hay mucha diferencia. Menem también hizo un gran canje en 1993, llamado Plan Brady, donde cambió papeles sin valor por nuevos bonos -generando un gran negocio para los acreedores- y de ahí empezó a re-endeudarse astronómicamente hasta el fin de su mandato.

Miremos los números oficiales actuales. Según el propio Ministerio de Economía hoy debemos 136.700 millones de dólares. Si le sumamos los 20.000 millones de los acreedores que no entraron al canje (y que finalmente van a tener que ser abonados) estamos en 156.700 millones. Resumiendo, le reconvertimos la deuda a los bonistas, le estamos pagando suculentos intereses, le cancelamos por adelantado al Fondo, mantenemos nuestros pagos al Banco Mundial y el BID, …y debemos más que antes.

El gobierno nos dice que se corrió el horizonte de vencimientos (en buen criollo que la deuda la va a tener que pagar el gobierno que viene). Esto es cierto sólo en parte: este año ya se pagaron más de 1.000 millones de dólares al Banco Mundial y el BID, y el pago de intereses por vencimientos de bonos de deuda va a terminar siendo al final de 2007 un 70% superior al año pasado.

Nos dicen también que no es tan grave, “ya que el 50% de la deuda hoy está valuada en pesos”. Otra vulgar mentira: está en pesos porque eso es lo que les conviene a los buitres internacionales, que están haciendo brutales diferencias comprando bonos argentinos a una tasa de interés muy superior a la internacional, sumándole además la indexación por inflación (CER) y que, como sucedió siempre, luego venderán esos bonos, volverán a pasarse a dólares y se llevarán la suculenta diferencia.

En síntesis: Sr. Presidente: no mienta más. Seguimos brutalmente endeudados, continuamos usando el superávit para pagar la deuda y, lo que es peor, el problema lejos de solucionarse, se agrava año a año. Dejar de pagarla y romper con los organismos financieros internacionales es el punto de partida para cualquier programa serio que, realmente, quiera romper de verdad con “la política de los 90”.


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