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Mercedes Petit

25 años de la derrota en Malvinas

Los genocidas se rindieron

Más allá de las intenciones de los jefes militares de la dictadura, la guerra de Malvinas detonó una movilización antiimperialista y revolucionaria. Se podía vencer a los invasores. Galtieri y sus secuaces eligieron la rendición, y lo pagaron con su propia caída.

Fascímil de parte de las páginas centrales del periódico del PST, 20/6/82

Fascímil de parte de las páginas centrales del periódico del PST, 20/6/82

Hace 25 años se dio en el país una gran contradicción. Por un lado, sufrimos una importante derrota a manos de los imperialistas ingleses apoyados por los yanquis. No se recuperaron las islas, hubo centenares de muertos o heridos, y se instaló una base militar británica. Pero, al mismo tiempo, la lucha contra la dictadura, que se había potenciado con la movilización de masas que apoyó la guerra, pegó un tremendo salto ante la traición. La dictadura perdió todo apoyo y los militares fueron barridos por una revolución democrática triunfante.

Los jefes militares no quisieron ganar la guerra

El 14 de junio, el genocida Mario Benjamín Menéndez se rindió en Puerto Argentino. Los mandos militares combinaron la ineficiencia propia de monstruosos represores con su determinación política de no enfrentar consecuentemente a las potencias imperialistas, y “eligieron la derrota” (Palabra Socialista Nº40, 20/6/82). Los ingleses han confirmado en varias oportunidades que estuvieron al borde del desastre y que Argentina podía ganar*.

El PST (Partido Socialista de los Trabajadores, encabezado por Nahuel Moreno, y del cual IS se reivindica uno de sus continuadores), a pesar de tener que actuar desde la clandestinidad, acompañaba la movilización antiimperialista y reclamaba medidas de fondo contra los británicos y sus aliados (ver El Socialista Nº61, 28/3/07). También venía denunciado el derrotismo de la burguesía argentina, de la UCR y el PJ. Denunció la visita del Papa Juan Pablo II como parte de la operación “rendición”, y la capitulación del PC y el PO a esa visita. Sus militantes participaron activamente en la movilización de repudio a la rendición.

15 de junio: estalló el odio popular

Esa tarde, como parte del Mundial España 82, jugaban Hungría y El Salvador. A eso de las 18 horas se interrumpió la transmisión del partido. Un locutor invitó al pueblo a concurrir a la Plaza de Mayo a escuchar a Galtieri. Se iba juntando más y más gente, con lágrimas y mucha rabia. En la plaza había un fuerte cordón policial. Empezaron los cánticos contra el dictador. Las consignas se fueron haciendo más duras. “Los pibes murieron, los jefes los vendieron”, se gritó. Sonó cada vez más fuerte aquello que se había empezado a susurrar desde fines del 81: “Se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar”.

Lo que ya era multitud presionó sobre las vallas y cayeron los primeros gases. Se respondió con piedras. Algunos policías del cordón inicial se sacaban la gorra, y uno de ellos empezó a llorar. Aparecieron los carros de asalto y más policías. Se formaron ruedas en las esquinas, con acaloradas discusiones, y en algunas se sumaron policías. Se empezaron a improvisar barricadas. Se incendió un patrullero. En Avenida de Mayo y Piedras dos colectivos se incendiaron. También en Rivadavia y Libertad. Crecía el ruido de sirenas. Se vio a algún policía sacar el arma defendiendo a los manifestantes. A las diez de la noche seguían los disturbios, en un centro a oscuras.

Al día siguiente, entre cuatro paredes, era destituido Galtieri y se disolvía la Junta Militar. Durante dos semanas ni los militares ni los políticos burgueses podían ponerles un reemplazo. La irrupción de las masas había barrido abruptamente al régimen genocida de la dictadura militar. Finalmente, apoyado por la burguesía y todos los partidos patronales, en particular el PJ y la UCR y la burocracia sindical, el general Bignone asumió la presidencia el 1º de julio. El capitalismo argentino continuaba entonces con un nuevo régimen, pero las masas habían conquistado grandes libertades democráticas. Ya nada era igual en el país y se comenzaba a vivir una nueva etapa revolucionaria. La recuperación de la soberanía argentina en el Atlántico Sur siguió siendo una asignatura pendiente.

 

* Ver Malvinas: prueba de fuego, anunciado en esta página.


Nahuel Moreno

“Triunfó una revolución”*

Los políticos patronales, la burocracia sindical, la Iglesia, e incluso gran parte de las organizaciones de izquierda han intentado ocultar bajo siete llaves que en la Argentina las fuerzas armadas genocidas fueron derrotadas y pulverizadas por una revolución popular. Se ha pretendido atribuir las amplias libertades democráticas conquistadas por la movilización a un plan de Bignone y los militares, junto a la UCR, el PJ y demás partidos patronales (la Multipartidaria de entonces), que habrían acordado una “transición a la democracia”, levantando la “veda política” y convocando a elecciones, con el visto bueno del imperialismo. Desde entonces, Nahuel Moreno y su corriente han polemizado con esas interpretaciones que atribuyen el fin de la dictadura más sangrienta de nuestra historia a la buena voluntad de políticos patronales, los propios militares y los yanquis. Recordamos brevemente algunos párrafos de Moreno:

“La iniciación de la guerra de las Malvinas en abril de 1982, fue una maniobra de los elementos más desclasados y reaccionarios del régimen, encaramados al gobierno con Galtieri. Su objetivo más importante fue tratar de desviar hacia los ingleses el odio popular contra la dictadura, cuya más reciente expresión había sido la manifestación del 30 de marzo de la CGT Brasil […]

“Pero el efecto de la recuperación de las Malvinas resultó ser exactamente el opuesto del que esperaban quienes la causaron: en lugar de conjurar la crisis, abrieron una clara situación revolucionaria. […]

“La movilización de masas comenzó contra el imperialismo inglés, continuó contra el yanqui, estrechó lazos con los pueblos latinoamericanos, y por último, ante la vergonzosa capitulación, terminó enfrentando al propio Galtieri y a la dictadura en general, por ineptos y traidores en la conducción de la guerra […]

“Al disolverse la Junta Militar, el país se queda sin instituciones que gobiernen. […] Esta situación de total colapso de las instituciones nacionales de gobierno de la burguesía hasta entonces - la Junta y el presidente nombrado por esta- y el hecho de que durante días y días no aparezca ninguna otra institución o personalidad para llenar ese vacío es lo que denominamos crisis revolucionaria.

“[…] Precisamente porque hubo una crisis revolucionaria que culminó con la destrucción del viejo régimen y su reemplazo por uno nuevo diametralmente diferente, decimos que en nuestro país triunfó una revolución.”

 

* 1982: comienza la revolución. Cuadernos de Solidaridad.



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