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Mercedes Petit

Bombardeos nazis arrasaron ciudad vasca

A 70 años de Guernica

El 26 de abril de 1937 la ciudad sagrada del pueblo vasco fue incendiada por bombardeos alemanes de la siniestra Legión Cóndor, que participaba activamente junto a los fascistas de Franco para derrotar la revolución

La ciudad bombardeada

La ciudad bombardeada

Luego del triunfo de las listas republicanas del Frente Popular en febrero de 1936, la burguesía vasca logró autonomía política. Se puso en práctica el uso oficial del idioma tradicional (éuzkaro) y otras reivindicaciones históricas del pueblo vasco. A partir del levantamiento de Francisco Franco en julio de 1936, el proceso revolucionario español se transformó en una guerra entre el bando republicano y el bando fascista. El Partido Nacionalista Vasco (PNV), aunque aliado a la lucha antifascista, mantenía como gran objetivo impedir que el proceso revolucionario de obreros y campesinos no cuestionara sus intereses de burguesía regional. Así facilitaron la campaña de los fascistas por derrotar a la república en Vizcaya.

“Arrasaré Vizcaya”

El país vasco era una región rica en minerales de hierro, fábricas siderúrgicas y astilleros. Los fascistas, que dominaba las vecinas Galicia y Navarra, eran dirigidos por el general Emilio Mola, al frente de 50.000 infantes y cien aviones. Además, contaba con la ayuda directa de tropas italianas enviadas por Benito Mussolini y de la tristemente célebre Legión Cóndor de Adolfo Hitler, con 6.500 voluntarios con unidades blindadas, y aviones caza y bombarderos.

En marzo de 1937 Mola intimó a los vascos a entregar la capital, Bilbao. “Si la rendición no es inmediata, arrasaré Vizcaya”. Días después, el 31 de marzo, aviones alemanes arrasaron con toneladas de bombas la ciudad de Durango. Eran 10.000 habitantes, sin ningún tipo de presencia o protección de tropas republicanas. Hubo 250 muertos. El informe oficial acusó a los “rojos” por las iglesias destruidas en los bombardeos.*

Guernica

Situada a 35 kilómetros de Bilbao, Guernica era la ciudad emblemática de la identidad nacional y las creencias religiosas católicas del pueblo vasco. El 26 de abril de 1937, era lunes, y día de mercado en Guernica. Los bombardeos de la Legión Cóndor comenzaron a las cuatro de la tarde, en plena actividad de sus 6.000 habitantes. Lo peor fue a partir de las 5.15. “Tres escuadrillas procedentes de Burgos arrasaron sistemáticamente la ciudad en pasadas de 20 minutos durante dos horas y media. La carga de los casi cuarenta aviones que bombardearon Guernica consistía en bombas medias y pequeñas, pero también llevaban las bombas de 250 kilos, bombas antipersonales e incendiarias. […] Familias enteras quedaron enterradas entre las ruinas de sus casas o murieron aplastadas en los refugios; vacas y ovejas, ardiendo por la acción de la termita y el fósforo blanco, brincaban enloquecidas entre los edificios llameantes hasta caer muertas.” (Beebor, p. 340).

Bajo un cielo rojo-anaranjado, apenas se salvaron de los bombardeos el roble sagrado y el edificio de la Casa de Juntas. Nunca se supo con certeza el número de muertos y heridos, aunque el gobierno vasco denunció que fue afectada un tercio de la población (1.645 y 889 heridos). De los quinientos edificios de la ciudad, se incendiaron 400. El franquismo y el nazismo mostraban su espantoso rostro, destruyendo casi por completo una ciudad sin presencia militar, para probar la eficacia de lo que el jefe de la Legión Cóndor, coronel Wolfram von Richthofen, llamó el “terror aéreo”.

Una vez más, los franquistas acusaron a los “rojos” de los incendios. “La Iglesia española respaldó sin reservas esta patraña y un catedrático en teología en Roma llegó a declarar que no había en España ni un solo alemán”… porque Franco no los necesitaba (ídem, p. 341). Finalmente, el 19 de junio las tropas fascistas tomaron Bilbao. Bajo el franquismo la persecución al pueblo vasco fue brutal. A sangre y fuego se impidió hablar en éuzkaro, que se transformó en un idioma de lucha y resistencia clandestina.

 

* La guerra civil española, por Antony Beevor. Crítica, Barcelona, 2005. Ver también La revolución y la guerra de España, por P. Broué y E. Témime, FCE, 1971.


El “Guernica” de Picasso

Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia. España

Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia. España

La denuncia del holocausto de Guernica se hizo inmortal gracias a una pintura. El bombardeo de la pequeña ciudad tuvo un impacto inmediato en las masivas filas de simpatizantes de la República Española y entre los artistas e intelectuales antifascistas. En París vivía uno de los más grandes pintores del siglo XX, el español Pablo Picasso (1881-1973). En 1937 Picasso había estado dedicado a escribir un largo poema, “Sueño y mentira de Franco”, al que acompañó con dieciocho aguafuertes alusivas a los horrores del franquismo. El gobierno republicano le encargó que presentara alguna obra en el pabellón español de la Exposición Internacional de Artes y Técnicas en la Vida Moderna, que se realizaría en Paris. A comienzos de mayo comenzó a trabajar febrilmente en los primeros bocetos de lo que sería su célebre “Guernica”. Toros, caballos, hombres y mujeres empezaron a entreverarse en medio de la destrucción y las llamas. La pintura definitiva, un óleo de tres metros y medio de alto y casi ocho de ancho, fue presentado el 4 de junio de 1937 en la Exposición parisina, y entró en la historia. La obra viajó por numerosos países, hasta que quedó instalada desde 1970 en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Picasso dispuso que no fuera entregada a España mientras siguiera el régimen franquista.


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