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Juliana Gracía
“Mi hermano y más de 400 chicos aún viven bajo la dictadura”
Hace pocas semanas se oficializó la identidad de Pablo Casariego, el nieto recuperado 86, hecho muy vinculado a Juliana García, integrante de Izquierda Socialista.
Su papá Antonio, docente y dirigente Montonero, fue asesinado por un grupo comando en su casa en 1977. Se llevaron embarazada a su mamá Beatriz Recchia, también docente. Su hermanito nació ese año en Campo de Mayo y Beatriz lo llamó Ignacio, antes de desaparecer en los “vuelos de la muerte”.
Juliana se crió con su abuela Pierina y se integró a Abuelas de Plaza de Mayo. Hoy sigue buscando desde la Comisión de Investigación de Abuelas. Esto nos dijo.
“La historia de Pablo viene de lejos, es un símbolo de la lucha de Abuelas. Fue apropiado por Norberto Bianco, el médico encargado de la maternidad clandestina de Campo de Mayo. Atendió a mi mamá y entregó a mi hermano. Por muchos datos coincidentes pensamos que podía ser mi hermano, por eso mi abuela estaba como querellante en la causa Bianco. Desde los 11 años viví con esa esperanza.
Los Bianco se fugan a Paraguay donde el dictador Stroesner asilaba represores de toda América. Vivieron más de 11 años allí, para evitar ser detenidos y que se analizaran los dos chicos que apropiaron, Pablo y Carolina.
Al ver que la justicia era lenta y totalmente parcial, decidí viajar y contactarme con Pablo. En el 2000 logré tomar contacto personal, le expliqué todo y, luego de otros encuentros, en el 2002 decidió analizarse para saber si era mi hermano, aunque sabía que su sangre se iba a cotejar con el banco genético de Abuelas. Se comparó su ADN con 4 grupos familiares de embarazadas que habían estado en Campo de Mayo en esa época y coincidió con la familia Casariego-Tato. Nos enteramos en marzo del 2003.
Reubiqué a Pablo en Buenos Aires en 2006, le entregué el archivo biográfico con la historia de su familia, padres, fotos y demás. Se tomó un tiempo para procesarlo. Luego decidió conocer a su familia. Pablo y Carolina se hicieron análisis genéticos hace poco en el Hospital Duránd, y al ser un resultado oficial, se dio a conocer públicamente recién ahora.
Los familiares, abuelas, padres, seguimos buscando, apelando a quienes tengan dudas que se acerquen. En el último tiempo vinieron muchos chicos. Seguimos investigando las denuncias que llegan a Abuelas y puntas de jóvenes que pueden estar en manos de apropiadores, hay más de 10 mil denuncias, sobre 400 que estimamos faltan. La mayoría fueron anotados como hijos propios, como botín de guerra. Era una forma de ganar su guerra, quedarse con la vida de los luchadores y con sus hijos, educándolos a su imagen y semejanza. Ellos aún viven bajo la dictadura.
Esta búsqueda no es sólo un problema de Abuelas y los familiares, la dictadura nos pasó a todos. Es un problema social, político. Para resolverlo no podemos seguir sólo con el esfuerzo de grupos de personas, los tiempos no nos dan, el año pasado fallecieron mis dos abuelas sin poder conocer a su nieto.
Necesitamos leyes que terminen con la impunidad y con el cautiverio donde aún viven centenares de chicos.”
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