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Miguel Lamas

Líbano

¿Guerra religiosa o rebelión antiimperialista?

Los medios de comunicación proimperialistas están “explicando” la crisis libanesa diciendo que se trata de un conflicto “religioso” y que los “fundamentalistas islámicos” de Hezbollah están auspiciados por Irán y Siria para dominar el Líbano. Pero los libaneses no están luchando entre sí por ideas religiosas. Entre los manifestantes contra el gobierno marchan codo a codo musulmanes chiítas y sunnitas, cristianos y ateos. Se han alzado contra un gobierno proyanqui y contra un ajuste neoliberal, en un país devastado por la criminal agresión israelí, con armas y financiamiento norteamericano, de junio del año pasado.

El gobierno del primer ministro Fuad Siniora cuenta con el respaldo de Estados Unidos, Francia y otros países imperialistas. La semana pasada se celebró en París la llamada “Conferencia Internacional de Donantes París III”, supuestamente para “ayudar” al Líbano.

El asistente principal es Estados Unidos, proveedor de las bombas que Israel arrojó sobre el Líbano. Sería justo que, por lo menos, ayudaran a la reconstrucción.

¿Ayuda?

Pero aun a los piadosos cristianos creyentes en la virginidad de María les sería difícil creerse el cuento de la “ayuda” yanqui al Líbano. Es como todas las “ayudas” que le dio el FMI a la Argentina antes de la catástrofe financiera del 2001. Cuando los imperialistas dicen “ayuda” hay que agarrarse los bolsillos…

El trasfondo económico es una brutal crisis financiera. El Líbano, con 4 millones de habitantes, tiene una deuda externa de 40.000 millones de dólares, lo que supera en el 80% su producto bruto interno anual. Beirut es la capital financiera del Medio Oriente, por ahí pasan y especulan los grandes bancos, las multinacionales, los reyezuelos árabes petroleros. Esto, más el turismo de lujo, alimentó una falsa imagen de prosperidad en los últimos años. Pero la guerra sacó brutalmente a luz todas las contradicciones. Mientras el pueblo sufrió las bombas, los ricachones se mudaban a sus villas de veraneo en las montañas hasta que pasó el “chubasco”. Mientras la resistencia encabezada por Hezbollah se batió heroicamente hasta derrotar a Israel, el gobierno y su ejército no movieron un dedo para defender al país. Ahora pretenden que el pueblo “colabore” con la reconstrucción y el pago de la deuda. Pero los banqueros siguen juntando millones con pala.

La “ayuda” comenzó con un plan de ajuste: aumento del IVA, recorte de los gastos sociales, privatización de telefonía y electricidad. Esto despertó la indignación popular. La Confederación General del Trabajo Libanesa, con el apoyo de Hezbollah, llamó a un plan de lucha contra estas medidas a comienzos de enero.

Hezbollah

El movimiento Hezbollah fue, hasta la guerra de junio del año pasado, parte del gobierno. Y, como tal, corresponsable del plan económico neoliberal. Pese a eso Hezbollah, por su origen en la resistencia libanesa contra Israel, su milicia armada popular, obrera y campesina, y sus relaciones con Irán, es poco confiable para el imperialismo yanqui, que lo considera “terrorista” y dio vía libre a Israel para la invasión al Líbano, cuyo objetivo principal era liquidar a Hezbollah.

Pero el tiro les salió por la culata a Bush e Israel. El ejército genocida israelí salió con los dientes rotos del Líbano. Hezbollah no sólo no fue liquidado, sino que recibió el apoyo de la inmensa mayoría de los libaneses y también de otros pueblos árabes. Y el gobierno proyanqui del primer ministro Siniora quedó tambaleante. Hezbollah, por presión de su base popular, se retiró del gobierno.

La semana pasada una huelga general, llamada por Hezbollah, el movimiento chií Amal, el grupo dirigido por el general libanés y líder cristiano, Michael Aun, y la CGTL (confederación sindical), derivó en enfrentamientos callejeros, con muertos y heridos. La dirigencia de Hezbollah reclama un gobierno de “unidad nacional” (¡es decir otra vez con el mismo Siniora!), pero con más peso de ellos y elecciones. Pero en las calles el ánimo popular es muy distinto. Las masas salen a la huelga general para que se vaya el proyanqui Siniora y su plan económico, que la crisis la paguen los millonarios, que no se pague un centavo de la deuda al imperialismo agresor y que gobiernen las organizaciones de la resistencia.


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