El Socialista

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Recordando a Nahuel Moreno

Nahuel Moreno dedicó su vida no sólo a la construcción de los partidos revolucionarios en la Argentina y otros países, sino a una organización internacional. Decía que aunque fuese pequeña, siempre era necesaria y superior a cualquier partido nacional. Así entendió el internacionalismo. En éste y el próximo número de El Socialista publicamos recuerdos de distintos dirigentes que militaron con él hasta su fallecimiento.

Homenaje en Chacarita

El pasado jueves 25, donde descansan sus restos, desde Izquierda Socialista le realizamos un homenaje a nuestro maestro Nahuel Moreno. Decenas de compañeros nos dimos cita, hicimos las guardias de honor y lo despedimos con un fuerte “Nahuel Moreno ¡presente!”, entonando las estrofas de La Internacional.

Juan Carlos Giordano lo recordó como un luchador incansable por la revolución socialista y la construcción de los partidos y la internacional. Rescatando su pasión por ligar a nuestros partidos al movimiento obrero; su ida a Villa Pobladora; su pelea contra las direcciones burocráticas, nacionalistas-burguesas, contrarrevolucionarias o revisionistas; su pasión por la sentencia del Che “revolución socialista o caricatura de revolución”; como un combatiente contra el capitalismo y por el socialismo con democracia obrera.

A su vez, hicimos un homenaje a los asesinados del PST por la Triple A y a los desaparecidos en dictadura. Y asumimos el compromiso de seguir su lucha ligados a los reclamos obreros y populares, y en lucha por un mundo mejor como lo hicieron nuestros antecesores, pegados a la construcción de nuestra internacional, hoy la Unidad Internacional de los Trabajadores- Cuarta Internacional (UIT-CI).

Compañero Moreno, seguiremos tu lucha. ¡Ahora y siempre!


Virgilio Araúz (Panamá): “El hombre humilde y sabio”

Virgilio Arauz

Virgilio Araúz

En 1964, siendo un estudiante secundario de 13 años, participaba en el enfrentamiento del pueblo panameño con piedras, palos y armas de fuego al ejército imperialista de los EE.UU. En 1972 se hace trotskista. Es fundador del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), que tuvo un importante papel en la lucha antiimperialista. Fue secretario general de la Unión de Trabajadores de la Educación. Profesor de escuela secundaria, escribió numerosos libros de texto para historia y filosofía y sobre las relaciones Panamá- Estados Unidos. Es uno de los principales dirigentes del recién fundado Partido de Trabajadores.

Conocer a Hugo fue un privilegio. Llegamos al trotskismo hacia 1972. Conocimos a Hugo por su texto polémico contra Mandel, que llamábamos el “Morenazo” en 1976. Abrazamos así al verdadero marxismo, que para mí, Nahuel ha sido el principal exponente después de Trotsky.

Lo conocimos personalmente en Bogotá, en medio de una reunión del CC del PST argentino y de lo que fue la Tendencia Bolchevique. Para mí, y el partido panameño que representábamos, fue un acontecimiento. Con él pudimos discutir lo que pasaba en este pequeño país que seguía resistiendo a la opresión imperialista. Fue por la discusión sobre el tratado del canal que firmó Torrijos con Carter en septiembre de 1977. Él fue fundamental en la definición de nuestra política. Discutíamos desde una posición sectaria. No conocíamos los textos de Trotsky sobre la liberación nacional en América latina, nuestra consigna central era “Por la recuperación social del canal”, acompañada de “O revolución socialista o caricatura de revolución”. Vivíamos el bonapartismo torrijista, que tenía mareado al 80 % de la población panameña y la izquierda mundial influenciada por el estalinismo y Castro. Los dirigentes de las luchas previas al golpe de Estado de 1968 le claudicaron y éramos un pequeño grupo sin experiencia. Moreno y la corriente nos salvaron de una pronta debacle. Sólo conocer la caracterización de bonapartismo sui generis fue suficiente. Hugo estuvo en Panamá dos veces y pudo conocer a nuestros compañeros, recuerdo la alegría ante el anuncio de su llegada, la satisfacción con su presencia y la tristeza cuando nos despedíamos. Él nos hizo sentir eso que llamamos “organización hermana”, el reconocimiento de que somos militantes de un solo partido. Y lo contamos para los compañeros y simpatizantes nuevos de Izquierda Socialista, eso lo vivimos cuando expulsaron a la Brigada Simón Bolívar por los sandinistas. Esa expulsión fue en coordinación con la inteligencia militar panameña (vinculada obviamente a la yanqui), por ello nos enteramos primero que la dirección de nuestra corriente. Comunicamos y actuamos como un solo partido, la internacional. Eran setenta compañeros, cuya vida peligraba porque los iban a mandar a sus países con gobiernos dictatoriales. En 24 horas logramos, subrayamos, en coordinación con la dirección de la corriente, salvarle la vida a las y los compañeros. Moreno nos enseñó a actuar así, a sentir y vivir la internacional. Nos enseñó que no hay partido sin militantes bolcheviques y sin vinculación al movimiento obrero. Él nos enseñó a rompernos la cabeza para elaborar la política correcta hacia las masas y que sólo con ello podemos construir partidos, y que no construimos partidos sin luchar contra la burocracia estalinista, sindical e, incluso, en nuestros partidos. Que sin el contexto internacional es imposible elaborar política correcta a nivel nacional. Todo de manera sencilla, pero con el andamiaje teórico del marxismo. Ese fue el Moreno que conocimos. El hombre humilde y sabio, con sus experiencias militantes, de la cárcel, de la clandestinidad, de la lucha cotidiana contra las injusticias del capitalismo, para que renazca una nueva sociedad con el “hombre nuevo” que aspiraba el Che, el socialismo con democracia obrera.

Hugo fue un humanista consciente por excelencia. Tenía una conciencia profunda de lo que era el capitalismo imperialista. Al reivindicar que las fuerzas productivas han dejado de crecer, entendió que no hay salida para los humanos -y para la vida en general- dentro del capitalismo. Esta caracterización no lo convirtió en fatalista, sino que entendió las enormes posibilidades de acabar con la creciente miseria. Ese humanismo consciente lo llevó a confiar en el hombre profundamente, en la clase obrera, por ello combatió a todas esas corrientes filosóficas y políticas, pesimistas, de la segunda mitad del siglo XX… Se obsesionaba por las caracterizaciones de los regímenes, de las etapas de la lucha de clases y la elaboración de la línea política correcta, por el método de construcción del partido… del detalle sobre el periódico, los equipos y reuniones demostrando esa confianza en la clase y en el futuro de la humanidad. El humanismo consciente de Moreno se reflejaba día a día en el contacto con compañeros. Recordamos al Hugo que combinó la militancia con el estudio del marxismo. Ante cada hecho de la lucha de clases buscaba referencias históricas, no para calcar sino para evitar el error. Apostó al triunfo de la revolución, el imperio del hombre sin alienación, verdaderamente libre, el socialismo.


Ernesto González (Argentina): “Mantener el trato fraternal”

Ernesto Gonzales

Fue el gran compañero de militancia y amigo personal de Moreno desde 1952. Recibido de licenciado en historia, ingresó al grupo que encabezaba Moreno, y al poco tiempo, para construir el partido entre los trabajadores, entró a trabajar como obrero en un frigorífico. Nacido en Pehuajó hace 82 años, fue dirigente partidario de su corriente en distintas regiones de la Argentina y en sus agrupamientos internacionales. Fue uno de los principales dirigentes del PST y del MAS.
Como ensayista político, publicó -en vida de Perón- "Qué fue y qué es el peronismo". En los últimos años viene coordinando la investigación y publicación de la serie de libros que forman la "Historia del trotskismo obrero e internacionalista en Argentina", la historia de la corriente que encabezó Nahuel Moreno.

El 28 de enero de 1987 me tocó despedir los restos de Nahuel Moreno en el cementerio de la Chacarita. Hoy los compañeros de Izquierda Socialista me piden una colaboración al cumplirse los veinte años de la muerte de Hugo. Frente a la actual atomización producida en la corriente morenista me parece oportuno repetir lo que decía hace veinte años cuando formábamos un sólido partido revolucionario. Entonces decíamos lo siguiente en el final de nuestra despedida, que creemos puede ayudarnos a encontrar una salida a nuestra dispersión, que sería el mejor homenaje que podríamos ofrecerle al recordado querido Hugo:

“ …Pero para Hugo, en el marco de la lucha por la construcción de esta internacional de masas, el problema que más le preocupaba era el problema de la dirección. Su confianza en la base partidaria lo llevaba a promover audazmente a tareas de dirección a todo compañero que se destacara. Su pasión revolucionaria lo hacía defender enérgicamente sus posiciones en los debates políticos. Pero la promoción de nuevos dirigentes ni la dureza del debate político podía conducir a la ruptura de las relaciones fraternales entre dirigentes ni a la pérdida del respeto hacia aquellos que, con toda una trayectoria detrás, se habían desgastado y no rendían como antes.

En su madurez como dirigente, Hugo puso el énfasis en cuidar los equipos de dirección, en la Internacional y en sus secciones, haciendo todos los sacrificios y concesiones posibles para mantener el trato fraternal entre los dirigentes y para no romper un equipo a menos que las diferencias adquirieran un carácter programático o moral.

En Conversaciones, respondiendo a la última pregunta que le hacen los compañeros, se nota esta inquietud.

Insistiendo, una vez más en lo que él consideraba uno de sus errores más importantes, dice: “...durante un largo período no entendí este problema”. Y refiriéndose a la ruptura del viejo equipo de dirección de Fucito-Bengochea-Lagar, que fue el mejor que tuvo el partido argentino, se hace la autocrítica: “Preferí discutir y ejercer la verdad en abstracto, en lugar de poner todo el cuidado posible para mantener ese equipo. Tal vez no sea así, pero moriré con esa duda y esa pena”.

Yo, compañeros, soy parte de una vieja guardia que cree que el alejamiento de esos camaradas se debió no sólo a la presión de la revolución cubana sino a presiones sociales muy grandes. Lástima que Hugo se haya ido con esa duda y esa pena.

Pero, nosotros los que quedamos, podemos hacer un juramento: ¡quédese tranquilo, compañero Hugo, que trataremos de actuar como usted lo hizo! Y si alguno de nosotros falla, no será culpa suya, Hugo. Será porque no supimos ser fieles a sus consejos y a su trayectoria.

Adiós, querido Hugo, nuestro maestro, nuestro conductor, nuestro amigo.

¡Hasta el socialismo siempre!”

Este juramento sigue teniendo validez. Es indudable que muchos de nosotros no lo supimos cumplir. Todavía estamos a tiempo. Aprovechemos la oportunidad.


Joao Batista Araujo Babã (Brasil): “La marca de Moreno quedó”

Baba

Babá es un luchador político y sindical de larga trayectoria. Siendo diputado federal fue expulsado del PT -junto con Heloisa Helena y Luciana Genro-, poco después de que Lula asumió la presidencia, por oponerse a sus políticas neoliberales. Fue fundador en el 2002 del PSOL y es uno de sus principales dirigentes. Desde su fundación participó en el PT en 1979, hasta que fue expulsado. También participó en la fundación de la CUT (Central Única de Trabajadores) en 1982, como dirigente del sindicato de profesores universitarios. Fue luego elegido concejal y ex diputado federal, y en todos sus mandatos participó en centenares de luchas junto a obreros, campesinos y estudiantes. Babá sufrió atentados contra su vida de sicarios de los terratenientes. Es fundador y dirigente de la Corriente Socialista de los Trabajadores que es hoy parte del PSOL.

Yo me incorporé en 1982, siendo estudiante en Pará, en el norte de Brasil, a Convergencia Socialista, una corriente interna del PT impulsada por los seguidores de Nahuel Moreno. En esos tiempos empezábamos a tomar contacto con las ideas de León Trotsky.

En 1984 estábamos impactados por la experiencia del MAS en la Argentina y lo que sabíamos de Nahuel. Con mi compañera de entonces queríamos conocer a un dirigente como él. Fuimos ahorrando plata y nos decidimos a viajar a Buenos Aires aprovechando nuestras vacaciones.

Hicimos el viaje, junto a otros compañeros, de ómnibus desde Belem, la capital de Pará. Fueron 83 horas de viaje. Seis mil kilómetros de ida y otros 6 mil de vuelta. Toda una aventura.

Éramos militantes de base. Recuerdo que fuimos al local central del partido, apenas llegamos. Hicimos un curso de verano. Paseamos por Buenos Aires. Casi siempre íbamos a la hora del almuerzo al local y veíamos de lejos a Moreno haciendo fila esperando su turno. Yo estaba entusiasmado en pedir a los dirigentes del partido una cita. Algunos de los compañeros brasileños que estaban conmigo decían “que no molestáramos, que el compañero tenía muchas tareas”.

A dos días de volvernos, logramos la cita. Yo ya estaba contento con saber que nos recibía. Creíamos que sólo iba a ser una cita corta, de un saludo a unos compañeros de base del Brasil y nada más. Cuando subimos al segundo piso del local se veía mucha gente trabajando en oficinas que eran colaboradores de Moreno, su equipo sobre temas internacionales. Grande fue nuestra sorpresa cuando vimos que Moreno dejó todo lo que estaba haciendo para recibirnos como si fuéramos dirigentes muy importantes o algo por el estilo. Nos informó sobre Argentina, se interesó por nuestra actividad en Brasil. Hablando sobre el internacionalismo, y viendo que era nuestra primera actividad internacional, nos recordó su primer viaje a Europa para un congreso de la Cuarta y que tuvo que ponerse a lavar platos en París para poder pagarse el viaje de vuelta. Me dí cuenta de que era una persona simple y de un trato directo con militantes de base como éramos nosotros. Nos dio una importancia que nos parecía increíble. Tuvimos una gran emoción. Ese encuentro me fortaleció y marcó para siempre en mi vida militante.

Lamento que él ya no esté, como creo que Moreno lamentaría la muerte de Trotsky. Fue una gran pérdida, difícil de sustituir. Pero lo más importante es que su ejemplo y sus enseñanzas siguen vigentes. El fue uno de los que propuso, a fines de los 70, la formación del PT en Brasil, como también alertó sobre sus peligros y cuál podía ser su dinámica. Sus pronósticos, sus enseñanzas sobre los gobiernos de conciliación de clases, la necesidad de luchar siempre por la independencia de clase y por formar un partido revolucionario, han sido de una utilidad clave para toda la pelea que venimos dando contra el gobierno de Lula como por la constitución del PSOL. Más que nunca, nos sentimos sus discípulos. Siento que mi expulsión del PT fue porque seguimos actuando siguiendo los lineamientos que él nos enseñó. La marca de Moreno quedó. Quedó en nosotros y en los compañeros que siguen su lucha en Venezuela, Argentina, Perú, Bielorrusia, Rusia, Colombia, Panamá y otros países.


Te pedimos un aporte para seguir apoyando las luchas de los trabajadores.

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