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PANORAMA POLÍTICO

El secuestro de Gerez y un 2007 que se asoma movido

Luis Gerez

Luis Gerez

En la mañana del jueves 28 de diciembre de 2006 los Kirchner preparaban sus maletas para viajar a El Calafate, cuando un nuevo desaparecido los retuvo. La familia del albañil Luis Gerez, junto al jefe de gabinete bonaerense, Emilio Pérsico, y Hebe de Bonafini, salieron a decirlo. Gerez, detenido clandestinamente y torturado en los 70, reconoció entre sus ejecutores y responsables a Luis Patti, declaración vital para que el ex comisario no pudiera asumir como diputado. Ya había recibido amenazas. Ahora era secuestrado. Un escozor recorrió el país. El secuestro de otro testigo llevaba a la sociedad a asumir que Jorge López también estaba desaparecido y por los mismos motivos. Caían las maniobras del kirchnerismo para ocultarlo. El país asimilaba la gravedad y surgía la necesidad de la movilización social para frenar a estas bandas. Se esperaba una convocatoria a Plaza de Mayo, seguramente respaldada por centenares de miles exigiendo que aparezcan con vida Gerez y López; se desmantele el aparato represivo, y se castigue a todos los genocidas.

Kirchner tuvo que reaccionar y asumir la realidad

El gobierno sintió el impacto por la preocupación e indignación generalizada. Además le estaban tocando “tropa propia”. Citó a la Rosada a jefes de las fuerzas armadas, Gendarmería, Policía Federal y Bonaerense, a Solá, los Fernández y Arslanian y definieron un cerco militar en Escobar.

Kirchner se cuidó por contener el estado de movilización latente. Evitó y aconsejó a organismos de derechos humanos que controla, a que no convocaran a ninguna acción masiva, enchalecando su accionar a Escobar y La Plata, donde miles respondieron rápidamente a las acciones llamadas.

A las 21, Kirchner habló por cadena nacional reconociendo que López y Gerez fueron secuestrados por la derecha para extorsionar con una amnistía que pare los juicios a los genocidas. Los identificó como los que hicieron el acto en plaza San Martín (encabezados por Cecilia Pando), sectores vinculados al ex comisario detenido Etchecolatz y a Patti. Dijo que no haría lo de Alfonsín, no firmaría la impunidad y seguiría con los juicios. Cuarenta minutos después aparecía Gerez.

El doble discurso de Kirchner

A la alegría por la pronta aparición con vida de Gerez la siguió una enorme e inédita desconfianza en el presidente. La utilización política que hizo de su aparición, las respuestas controladas de Gerez, la falta de datos sobre la investigación, fueron caldo de cultivo para que la derecha instalara la hipótesis del autosecuestro kirchnerista.

No creemos que sea así, aunque no descartamos que el gobierno haya negociado a espaldas del pueblo con los responsables del secuestro para que liberen a Gerez. De ser así, en poco tiempo se verán las consecuencias, posiblemente con juicios demorados o personajes nefastos liberados o sin juicio.

Los secuestros de López y Gerez son consecuencia del doble discurso oficial, de la utilización política y electoral que Kirchner hace del genocidio. Casi treinta años de lucha incansable de organismos de derechos humanos y el pueblo destruyó la política de impunidad que los gobiernos quisieron imponer. Nunca pudieron convencernos de que “la reconciliación, el olvido, el perdón” a los genocidas eran necesarios para “reconstruir la sociedad”. Ni puntos finales, ni indultos. Kirchner toma esta realidad y, en un tema muy delicado para el régimen, aplica su doble discurso. Trata de lograr una base social acompañando los reclamos democráticos. Aunque quiso frenar el proyecto de Patricia Walsh de anulación de las leyes de impunidad, tuvo que apoyarlo intentando quedarse con esa bandera. Y se niega a anular los indultos, que llevaría a cuestionar a ministros, empresarios y civiles indultados, como Cavallo o Martínez de Hoz, y a investigar el genocidio económico. Van juzgando a cuentagotas a los genocidas, comenzando por los más viejos, que terminan en prisión domiciliaria. Algunos mueren mientras son juzgados. Todo sin desmantelar el aparato represivo enquistado en las fuerzas armadas y de seguridad, con miles de torturadores que actuaron en el genocidio.

La hora de Isabel y la Triple A

La gran conquista democrática de declarar crímenes de lesa humanidad a los cometidos por la Triple A y la posibilidad de encarcelar a decenas de asesinos como Isabel de Perón, Almirón y otros, esconde detrás esta misma política electoralera. Pero Ruckauf, Cafiero y quienes dejaron correr a esa banda fascista tiemblan porque no saben en qué punto Kirchner podrá frenar el reclamo de justicia. La misma preocupación de militares, policías y civiles cómplices del genocidio.

Si antes, con Alfonsín y Menem, estos sectores intentaron golpes o se autoacuartelaron para reclamar impunidad, hoy debilitados y marginados socialmente responden a la cárcel de Etchecolatz o al arresto de Almirón secuestrando a López y Gerez, amenazando dirigentes sindicales y sociales.

Con la movilización social contra los sectores de derecha y esta política de Kirchner, reclamando que se sepa toda la verdad, se encarcele a todos los asesinos y se desmantele todo el aparato represivo, se podrán cerrar las terribles consecuencias del genocidio argentino.

La timba electoral de la vieja política

El 2007 aceleró la brutal carrera electoral que el kirchnerismo largó el 25 de mayo de 2006. Aunque las elecciones son en octubre, el kirchnerismo ya definió sus principales candidatos en Capital, Buenos aires y Santa Fe.

Sin reelección de Solá, será Daniel Scioli -menemista, duhaldista, eterno candidato en Capital, ahora devenido kirchnerista domesticado- candidato a gobernador, aunque de la provincia sólo conoce algunos countries. Otro, Daniel Filmus, con su flamante ley privatista de educación bajo el brazo, tratará de levantar su baja intención de voto en Capital y superar al macrismo y a Telerman. Este último se juega a unificar votos kirchneristas, de centroizquierda, del PJ, el macrismo, de todo un poco. El “siempre listo” Bielsa ahora corre de perdedor en Santa Fe. En Catamarca Kirchner apoya para gobernador al radical Eduardo Brizuela, actual gobernador, en fórmula con Lucía Saadi, prima del ex gobernador a la gobernación. Y así en cada provincia, demostrando que de “nueva política” el kirchnerismo no tiene nada. Sólo rejuntar a quien pueda ganar y se discipline.

La derecha y la centroizquierda no tienen mucho que envidiarle. Lavagna, Macri, López Murphy, Sobisch, se pelean por los cargos y difícilmente logren armar una alternativa que cuestione al gobierno. Blumberg, después de pasear con Castells por barrios pobres, viajó a Europa y volvió con línea de tratar de juntar a Macri con Lavagna y postularse él mismo.

La centroizquierda sigue derramando funcionarios y candidatos hacia el kirchnerismo en busca de algún cargo. El ARI, cada vez más disminuido, trata de mostrarse como oposición más “de centroizquierda”, pero muestra su verdadero rostro cuando denuncia a Chávez por nacionalizar las empresas privatizadas y a Kirchner por no despegarse de aquél.

Todo esto pone al rojo vivo la necesidad que en este 2007 la izquierda clasista y los luchadores obreros y populares logren poner en pie un frente electoral de izquierda. Para seguir apoyando las luchas y los reclamos sociales, la pelea por nuevos dirigentes en los sindicatos y cuerpos de delegados. Y para darle batalla también en el terreno electoral a todas las variantes que sólo buscan mantener el modelo de entrega y miseria mostrando en la unidad de los luchadores y la izquierda un frente que permita aglutinar a todos los trabajadores y jóvenes que buscan cambios de fondo.

Un 2007 complicado para Kirchner

Más allá de los datos macroeconómicos y las perspectivas electorales favorables al kirchnerismo, no todas son rosas. A lo de Gerez y López se le suma la lucha contra las papeleras de Uruguay y el desgaste político que le ocasiona. Su alineamiento con los EE.UU. contra Irán le impidió viajar a Ecuador por la presencia del presidente iraní. Las medidas nacionalistas de Chávez lo obligaron a despegarse del “modelo venezolano” y desenmascarar su sumisión a las multinacionales. Los cortes de luz, la falta de agua, los aumentos de tarifas y precios de comida, los descarrilamientos de trenes, el desastre de los ómnibus de larga distancia, los subsidios a las privatizadas le erosionan popularidad. Las luchas como las de LAN, choferes de la UTA en Córdoba y Buenos Aires, y la perspectiva de conflicto con docentes y estatales en varias provincias, auguran un año con más reclamos obreros y populares.

Apoyar estas luchas, pelear por nuevos dirigentes, denunciar al gobierno y forjar un frente de izquierda son las tareas que se deben seguir impulsando con fuerza.


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