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Miguel Lamas

Venezuela

Chávez anunció nacionalizaciones

En el discurso que pronunció al reasumir la presidencia de Venezuela, Hugo Chávez dijo: “Todo lo privatizado, nacionalícese. Recuperaremos la propiedad social de todos los medios estratégicos, de soberanía, de seguridad y de defensa”. Mencionó a la electricidad, la telefonía y los sistemas de refinación de petróleo pesado, las privatizaciones de los noventa. Y afirmó que se “avanzaría al socialismo”.

Las declaraciones de Chávez tienen una gran importancia para toda América latina, que fue arrasada por las privatizaciones de los 90, causando centenares de miles de despidos y el hundimiento de la economía de los sectores populares. El reclamo de renacionalización encendió la revolución boliviana que barrió a los presidentes Sánchez de Losada y Mesa y llevó al gobierno a Evo Morales.

En Ecuador el pueblo impuso la retirada de la petrolera Oxi y éste fue uno de los motivos que le dio el triunfo electoral a Rafael Correa, el nuevo presidente.

Indudablemente, el aplastante triunfo electoral que permitió la reelección de Chávez con el 63% de los votos y una participación popular récord, fue motorizado entre otros motivos por este reclamo popular de terminar con el dominio de las multinacionales y el imperialismo.

En Venezuela se privatizaron los teléfonos en 1991, la compañía se llama CANTV, controlada por la yanqui Verizón, y Telefónica de España. La electricidad es privada en Caracas. Y el petróleo pesado es refinado por las multinacionales British Petroleum, Exxon Mobil, Chevron Texaco, Conoco Phillips, Total y Statoil.

Las indemnizaciones

Luego del discurso de Chávez, el diputado oficialista Ricardo Sanguino, del Comité de Finanzas, dijo que “confiscación, expropiación, son palabras prohibidas en nuestro diccionario. Vamos a ser negociadores duros pero justos” y “las empresas serán compensadas” (Clarín, 11-1).

En Venezuela, como en toda América latina, las privatizaciones fueron un negociado totalmente corrupto que mediante enormes coimas se permitió a las multinacionales adueñarse de los bienes del Estado “a precio de gallina flaca” (como lo dicen en Venezuela). Indemnizarlos, después que sacaron varias veces su inversión a costa de despidos, flexibilización laboral y perjuicios para el país, va en contra no sólo de un planteo socialista, sino también de un nacionalismo consecuente.

Por su parte, los trabajadores de Sidor (enorme acería donde trabajan 14.000 personas), agrupados en Alianza Sindical y C-CURA, reclamaron la renacionalización. La acería fue privatizada en 1998 y entregada a la multinacional Techint, que la pagó a menos del 20% de su valor real y sacó gigantescas ganancias. Pero el ministro de Finanzas, Rodrigo Cabezas, aclaró que Sidor no está incluida en los procesos de nacionalización.

Después de estas aclaraciones oficiales, las acciones de las compañías venezolanas, que habían caído el día del anuncio de Chávez, volvieron a subir. Señal de que los accionistas esperan jugosas indemnizaciones y nuevos negocios.

Del dicho al hecho

De concretarse estas medidas, sería un paso adelante en la independencia de Venezuela respecto del imperialismo, incluso con las importantes limitaciones, ya anunciadas por los ministros.

Sin embargo, los dichos de Chávez van mucho más lejos y las enmarcan como un tránsito al socialismo. Chávez mantiene su liderazgo político sobre la base de estas afirmaciones que expresan las aspiraciones obreras y populares que son consecuencia del proceso revolucionario que están protagonizando. Los trabajadores venezolanos toman en serio esos anuncios y quieren llevarlos adelante y saben qué es lo que necesita Venezuela para emanciparse y lograr salarios dignos y empleos para todos. Pero, pese a sus dichos, el gobierno viene manteniendo los marcos capitalistas y las ventajas para las multinacionales (y, como se ve, son los ministros los encargados de “aclararlo”).

Se trata de convertir en movilización estas aspiraciones de los trabajadores, exigiendo las nacionalizaciones, incluyendo a Sidor y otras, y el control obrero de las empresas nacionalizadas, como acaban de plantearlo Orlando Chirino y Stalin Pérez Borge en nombre de la C-CURA, la corriente clasista de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), exigiendo que sean sin indemnización.


¿Chávez trotskista?

En su discurso, el presidente Chávez afirmó ser trotskista: “Yo soy de la línea de Trotsky, de la [teoría de la] revolución permanente,” dijo.

Semejante afirmación no es usual en un presidente e influyente líder político mundial. Muestra la vigencia histórica que ha adquirido el programa socialista revolucionario, cuyo gran dirigente después de la muerte de Lenin y la traición del stalinismo fue León Trotsky, asesinado en 1942 por un agente de Stalin.

Pero Chávez no actúa basándose en el programa anticapitalista de Trotsky. El revolucionario ruso sostenía la necesidad de luchar por gobiernos obreros y populares, basados en las organizaciones democráticas de las masas, para expropiar a la burguesía y extender la revolución, enfrentando al imperialismo apoyándose en la lucha de los explotados de cada país. Chávez, aunque tiene choques con el imperialismo yanqui, mantiene la gran propiedad capitalista, incluyendo la de la banca privada, y apoya a los gobiernos burgueses proimperialistas como el de Kirchner.


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