El Socialista

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Apoyo a las luchas y frente de izquierda

Con la derrota del candidato de Kirchner en las elecciones en Misiones, Carlos Rovira, el gobierno nacional sufrió un duro golpe. Desde allí cayeron las reelecciones de Fellner, en Jujuy. Y la más importante, la de Felipe Solá, en la provincia de Buenos Aires. En vez de saborear la ilusión de perpetuarse indefinidamente en el poder, el gobernador bonaerense está jaqueado por los paros de docentes, estatales y trabajadores de los hospitales públicos; las cuentas de la provincia están deficitarias, y tiene que afrontar sucesivas marchas en La Plata por la aparición con vida de Julio López. Su plan le salió al revés.

 

Pero el efecto Misiones no quedó allí. El gobierno tuvo que cambiar los planes para el 2007. Por miedo a que el presidente enarbolara su carrera reeleccionista y ese hecho sea repudiado por la población, empezó a postular a Cristina, primera dama, como heredera del sillón de Rivadavia.

Dicen que el gobierno absorbió el golpe que le propinó el pueblo misionero, recuperando la “iniciativa política”. Algunos hablan de una inteligente “autocrítica” oficial. No hay nada de eso. El gobierno intenta salir de la parálisis relanzando la campaña electoral que ya hizo pública en aquel acto del 25 de Mayo en la Plaza.

Para ello, el gobierno prometerá en campaña más de 26.000 mil millones de pesos en obra pública. Hará anuncios por 80 millones cada día. Están presupuestadas para el año que viene 676 grandes obras. Pero ese plan avanzará menos del 5% en 2007. De 338 proyectos en 2005, 161 fueron olvidados. No es un plan para dar trabajo genuino, sino para beneficiar a las grandes constructoras. Uno de los privilegiados será el empresario, amigo de la familia presidencial, Lázaro Baez, de Santa Cruz. Será por eso que el presidente fue aplaudido de pie en la Cámara de la Construcción, el pasado 22 de noviembre en el Sheraton: entre 2002 y 2005, la obra pública creció un 812%, con contratos jugosos que se recalculan mediante cláusula gatillo, cosa que no tienen, por supuesto, los salarios de los obreros de esa rama.

Para muchos, en especial para los que vienen haciendo la experiencia en las luchas cotidianas, va quedando claro que hay una abismal distancia entre lo que dice el gobierno y lo que hace. Las patotas en el Francés, en San Vicente, el nuevo pacto con Moyano y la CGT, el apoyo al fallo contra Irán por la AMIA y la desigualdad social y pobreza que se siguen manteniendo, muestran cada vez más que el modelo económico y político del presidente lejos está de combatir los flagelos de los 90.

 

La oposición se la pasa en asados bien regados, comidas exóticas y reuniones de varias horas tejiendo alianzas electorales. Hasta Lavagna se sacó el saco y la corbata y canta la marcha peronista. Eduardo Duhalde dijo que Macri es un buen candidato. Hasta la UCR estaría en esos entretelones. Bueno: parte de la UCR, que ya viene herida del sablazo que le propinó el Argentinazo en 2001.

Elisa Carrió, por su lado, viene incursionando en un diálogo ecuménico con referentes de Cáritas, y religiosos protestantes, judíos, evangelistas y musulmanes. Tiene buen diálogo con Bergoglio. Llama a una “coalición cívica” con López Murphy. Se reunió con el Partido Socialista de Binner y lo hará con la CTA. Llevará en sus listas nuevamente al delarruista Enrique Olivera y tiene buena sintonía con Nito Artaza. Pero Carrió no apoya a ninguna lucha. Nunca se la vio, por ejemplo, en las marchas por López. Por eso la asamblea de Gualeguaychú declaró a Macri, Lavagna y Carrió “traidores a la patria” por oponerse a los cortes.

Por otro lado, el Encuentro de Rosario, del cual forma parte el Partido Comunista -que viene de abandonar Izquierda Unida para irse a la centroizquierda-, también está en las suyas. Carlos Heller, del Credicoop, ha formado un centro político con el diputado de la CTA, Claudio Lozano. Están en conversaciones con Aníbal Ibarra, el responsable político de la masacre de Cromañón. Incluso están hablando para formar una alianza con el actual jefe de gobierno, el duhaldista y representante del PJ de Capital, Héctor Telerman. Todo para combatir a la derecha de Macri, dicen. Para ello, ¿es necesario correrse tan a la centroderecha?

 

Ante esta situación, y viendo que ninguno de los políticos nombrados habla de cómo solucionar los problemas acuciantes que viven millones en nuestro país, la tarea fundamental pasa por apoyar las luchas en curso, que damos cuenta en la mayoría de las páginas de este número de El Socialista. Y prepararse para dar pelea electoral. Por eso hace falta un Frente de Izquierda.

Nuestro partido hace meses que viene levantando la pre candidatura a presidente de la compañera Patricia Walsh. Lo hacemos con el objetivo de que su figura ayude a integrar una fórmula común de toda la izquierda. Llamamos al Partido Obrero, MAS, PTS, y al resto de la izquierda a dar pasos en ese sentido.

Un Frente de Izquierda serviría, ahora, para coordinar las luchas en curso. Y combatir el doble discurso de los políticos del Frente para la Victoria, PJ, UCR, centroderecha y centroizquierda en las elecciones. Frente que debería integrarse con los dirigentes del sindicalismo combativo que está surgiendo, luchadores sociales, estudiantiles, sociales, de derechos humanos y personalidades. Este es la propuesta que formulamos desde Izquierda Socialista.


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