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Mariano Elías
Periódico La Resistencia. México
Desde Oaxaca

Escoltado por los vientos del cambio, Oaxaca ya no será como antes

“Para ponernos de rodillas nos tienen que cortar las piernas” (Una pintada en las paredes de Oaxaca)

La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), encabezando una de las tantas marchas

La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), encabezando una de las tantas marchas

Luego de una intensa presión por parte de Felipe Calderón y de Ulises Ruíz, Vicente Fox procedió a “resolver” el problema en Oaxaca enviando a poco más de cuatro mil elementos del Ejército disfrazados de policías federales, helicópteros y tanquetas.

De esta forma el sábado 28 de octubre, en medio de una gran resistencia del pueblo, se inició el desmantelamiento de las barricadas que maestros, estudiantes y miembros de la APPO habían levantado en media ciudad. Los muertos de ese día y el siguiente fueron dos, y cerca de 11 desaparecidos de los cuales no sabemos nada aún. Con la acción represiva de ese fin de semana la lista total de muertos desde el inicio del conflicto ascendió a 14, y a 62 los desaparecidos, varios de los cuales se teme que hayan muerto y sus cadáveres ocultados por la policía y el Ejército.

Hacía muchos años que una acción represiva no dejaba tantos muertos, desaparecidos y heridos como está sucediendo en Oaxaca. Sin embargo, a pesar de los altos costros políticos, el gobierno de Fox confiaba que ahí acababa todo. Tenía a su favor la conducción de la Sección 22 del magisterio -cuyo secretario general, Enrique Rueda, había prometido que los maestros regresarían a clases el lunes 30 de octubre- y que una buena parte de la dirección de la APPO, encabezada por Flavio Sosa, había mostrado “la mejor disposición a negociar”, y hasta le manifestaron que podían reconsiderar la renuncia de Ulises Ruíz. Luego de ello Flavio se tomó algunas fotografías con Abascal donde se mostraba alegre y bonachón. Todo ello a pesar que en la ciudad se estaba practicando la misma metodología que en Atenco (detenciones, desapariciones, golpizas, allanamientos, robos de pertenencias personales) y la aparición de grupos paramilitares.

Sin embargo, pese a que la moral del pueblo no estaba del todo bien, se organizaron piquetes de activistas que impulsaron movilizaciones por distintas zonas de la ciudad. Además, en otras ciudades del estado los consejos populares siguieron funcionando sin perder el control sobre palacios municipales y otras oficinas públicas. Lo mejor de todo es que los maestros, a pesar de las promesas de Enrique Rueda, no regresaron a clases.

Pero lo que vino a darle vuelta a todo fue el estrepitoso fracaso de la Policía Federal cuando intentó tomar Ciudad Universitaria el pasado 2 de noviembre al encontrar una férrea defensa del pueblo apoyando a los estudiantes. El panorama había cambiado. Se demostró que la resistencia era posible el 28 de octubre, y que había grandes posibilidades de evitar que la Policía Federal Preventiva tomara control del centro de la ciudad, pero que la dirección se negó.

Lo que hay de fondo

En Oaxaca, el grave problema para el régimen es que el movimiento de masas está acabando con los viejos métodos de dominación caciquil: impunidad, represión, saqueo y corrupción. Lucha que hace a un lado a las instituciones de la democracia burguesa (elecciones, tribunales de justicia, etc.) privilegiando las asambleas populares -órganos de doble poder, que algunos compañeros llaman poder popular-, sustituyendo a los órganos de gobierno como las presidencias municipales y cabildos. En la mayoría de los casos encontramos a los maestros al frente de estos procesos por sus fuertes vínculos con las organizaciones sociales. Por eso los maestros no regresaron a clases cuando su dirigente se los demandó.

Otro problema para el régimen es que el ejemplo puede influenciar a los pueblos de otros estados, sobre todo a los circunvecinos Chiapas y Guerrero. O Yucatán, Campeche, Tabasco y Veracruz.

La intifada oaxaqueña

Hoy el gobierno y sus tropas se encuentran empantanadas en un conflicto que no tiene salida aparente. Las tropas son vistas por la población como un ejército invasor que están ahí para apoyar al tirano Ulises Ruiz, y ven a Fox como su cómplice.

Por el otro, no va a ser tan fácil desmantelar a los órganos de doble poder que gobiernan en más de 70 municipios. Además la población sigue resistiendo a las tropas de ocupación, mostrándoles su repudio y hostigamiento permanentemente. Esto lo hacen desde los niños a los abuelos. Grupos de jóvenes, muy jóvenes, se organizan y acercan a las tropas para lanzarles piedras. Las abuelas las increpan y les piden que se vayan. Esto ha llevado a los mandos a prohibir que los elementos deambulen por la ciudad. La tendencia indica que aumentarán los decibeles del hostigamiento. Por ello la policía federal se tendrá que ir para evitar el riesgo, muy tangible, de ser echadas por la población. Ulises también. Esta es la importancia de resistir hoy. Esta es la importancia de la solidaridad. De cualquier forma Oaxaca ya no será como antes.


Un fantasma recorre México

Hoy el régimen se hunde en una grave crisis, no únicamente por Oaxaca, sino por el fraude electoral, el fracaso del gobierno de Fox –que dejó al país peor que como lo encontró— y el descontento que genera el hambre neoliberal.

Y si no se ha terminado de derrumbar, es porque nadie se propone darle el empujón, a pesar de estar tambaleándose al borde del abismo. López Obrador desapareció y solo lo vimos el martes 31 de octubre para balbucear una tímida condena a la represión en un pequeño mitin con unas mil personas, a pesar que antes fue capaz de movilizar más de un millón contra el desafuero y el fraude. Hoy se fue de gira por el norte del país y no se ha vuelto a referir a Oaxaca en sus discursos sino solo de pasada. Ante la propuesta de que tome posesión como Presidente legítimo, no en el Zócalo de la ciudad de México sino en el Zócalo de Oaxaca, no ha respondido.

Marcos, en plena efervescencia oaxaqueña, andaba de gira por el norte del país. Ha hecho buenas declaraciones contra el gobierno como aquella de que si tocaban a Oaxaca tocaban al EZLN, y ahora que ya la tocaron todavía estamos esperando la respuesta. También se le propuso establecerse en Oaxaca mientras dure el conflicto, pero no ha dicho nada. De la misma forma se le ha propuesto encabezar una gran movilización codo a codo con López Obrador y los sindicatos de la Unión Nacional de Trabajadores, pero no sabemos si va aceptar. Esperemos conocer su respuesta antes que acabe el conflicto.

La Unión Nacional de Trabajadores tiene claro que en los próximos meses va a enfrentar las propuestas de reforma que impulsará Calderón y que perjudicará gravemente a los trabajadores. Y si Oaxaca gana la pelea les será más fácil enfrentar al gobierno y no al revés. Pero tampoco hemos visto nada.

La crisis política del régimen se agrava, porque Oaxaca también está mostrando el camino para muchos sectores descontentos que están luchando o a punto de hacerlo. Es decir, si la represión no logra apagar el conflicto y el pueblo oaxaqueño logra que se vaya Ulises, el resultado tendrá que ser anotado a favor del movimiento de masas, con lo que Felipe llegará a tomar posesión todavía más debilitado de lo que de por sí iba a llegar.


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