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Una ley para privatizar la educación
¡No al modelo chileno!

Apoyándose en el sentimiento social que la educación pública se está viniendo abajo, el gobierno impulsa una nueva ley de educación. Pero el proyecto de Filmus y Kirchner no sólo no ayudará a recuperar la calidad de la escuela pública, sino que avanza en su municipalización y privatización, llevándonos al mismo desastre educativo que hoy sufre el pueblo chileno.

Maestros con sus banderas de reclamos en defensa de la educación

Maestros con sus banderas de reclamos en defensa de la educación

Hace años que en los ambientes de la educación se habla del «modelo chileno». Ministros de Menem, De la Rúa y ahora Filmus lo ponen como ejemplo a seguir con la educación argentina.

Rumbo a ese «modelo chileno», en los ´90 hicieron la ley de «transferencia educativa», con la cual el Estado Nacional dejó de sostener la educación y las escuelas secundarias pasaron a las provincias. Así se agravaron perjuicios para docentes y alumnos, falta de pagos, falta de presupuesto para sostener las escuelas. Ese dinero que el Estado Nacional «ahorró», lo usó para pagar la deuda externa.

En el ´93 impusieron la LFE (Ley Federal de Educación), que abrió camino para la privatización de la escuela pública, el cambio de contenidos al punto que en cada provincia se enseñan cosas diferentes, la flexibilización laboral a docentes y todos los desastres que hoy sufren estudiantes y maestros.

Luego dictaron la Ley de Educación Superior (LES), donde atacan la universidad pública y su gratuidad (se autorizó el pago de aranceles para ingresar, rendir, etc.), quitan autonomía universitaria permitiendo el ingreso de empresas para el sostenimiento y los contenidos, etc. Pocos años pasaron para que veamos las graves consecuencias que trajo a los universitarios, la crisis en la UBA, Comahue, La Plata y otras universidades del país.

Aunque estas leyes los autorizaban, los gobiernos no pudieron implementar muchas de esas barbaridades, porque docentes y comunidad salieron a enfrentarlas.

Es para finalizar el plan de llegar al «modelo chileno» que ahora hicieron la Ley de Financiamiento, la Ley de Escuelas Técnicas y presentan esta nueva ley de educación.

¿Cuál es el «modelo chileno»?

La educación chilena está basada en una norma: la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE), que entró en vigencia un día antes de que el dictador Pinochet dejara su cargo, en 1990. Hoy la educación pública está desvastada. En 15 años se cerraron 192 escuelas públicas y se abrieron 1.600 colegios privados.

El Estado Nacional transfirió todas las escuelas públicas a los municipios, pagándoles subsidios equivalentes a $200 mensuales por alumno. El 50% de los colegios, donde van el 92% de los alumnos, recibe apenas el 35% del presupuesto educativo. La degradación de la infraestructura y la enseñanza en estos colegios es absoluta.

Pero el Estado también entrega esos fondos, más unos $1.000 millones en subsidios, a empresarios que además cobran una cuota a los alumnos. Así se genera el gran negocio de la educación privada. El 42% de las escuelas son privadas con subsidio estatal, quedando sólo el 8% restante «sin subsidio», escuelas de elite a la que concurren alumnos que pagan más de $1.000 por mes.

La LOCE creó las escuelas Charters. Son escuelas que, ante la falta de fondos de los municipios para sostenerlas, se «entregan » a empresas. Así pasan a ser escuelas privatizadas, donde la empresa cobra cuotas, decide qué se enseña y qué docente trabaja y cual no, quitándoles todo derecho laboral, incluso el de huelga.

Se instaló una fuerte división social: las escuelas públicas de los municipios más pobres ofrecen una educación de contención social, con contenidos mínimos. Las clases altas van a las escuelas privadas.

Hay una enorme deserción escolar. Sólo la mitad de los estudiantes primarios ingresan al secundario. Y, de esos, apenas el 30% entra a la universidad.

La discriminación social es horrorosa: sólo para anotarse a la prueba de ingreso universitario, PSU (Prueba de Selección Universitaria), hay que pagar 50 dólares. Para aprobarla es imprescindible prepararse en un instituto privado, que hacen propaganda publicando cuántos de sus ex alumnos lograron pasar el PSU. Y si, pese a todo, se pasa ese filtro, hay que pagar aranceles de unos 4.000 dólares por año. La única forma que tienen los estudiantes pobres para pagarse la carrera es sacar un crédito universitario, que luego deberán pagar durante toda su vida.

En el ´93 se generalizaron escuelas de jornada completa, con 6 o más horas, como ahora impulsa Filmus, supuestamente para mejorar la calidad educativa y el salario docente. El resultado fue que los docentes quedaron con un solo cargo y un sueldo miserable. Y para los alumnos sólo sirvió como «contención social», para desayunar, almorzar y merendar. Pero pedagógicamente fue un fracaso. La prueba internacional TIMMS, que mide los conocimientos de los alumnos en 49 países, dejó a Chile en los últimos puestos, junto con Indonesia, Marruecos, Filipinas y Palestina.

La prueba de Medición de la Calidad certifica que sólo el 10% de los alumnos de los sectores medios y pobres superaron los 300 puntos (mínimo satisfactorio).

Este es el «modelo» que quiere implementar Filmus en Argentina. Se entiende por qué tiene el aval de los empresarios, la Iglesia (principal empresario de la educación), los bancos.

Antes que sea tarde, hay que generar un gran movimiento nacional en defensa de la escuela pública y gratuita, rechazando el nuevo proyecto de ley de privatización educativa.


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