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Mercedes Petit

Defendamos la Revolución Cubana

¿Adónde va Cuba?

El 1º de agosto, un comunicado de Fidel tuvo alto impacto: delegó provisionalmente sus funciones de gobierno por razones de salud. La gusanería de Miami festejó. Bush se relamió, soñando con una invasión triunfante. Llamamos a repudiar al imperialismo yanqui, y a reafirmar la defensa de las conquistas del pueblo cubano, mientras seguimos con el debate que venimos sosteniendo hace años, con Fidel Castro y el PC de Cuba.

Fidel Castro

Fidel Castro

El pueblo cubano está apenado y expectante, haciendo votos por la recuperación de su líder. Millones en el mundo que simpatizan con la revolución cubana y con Fidel, sienten algo parecido. Más allá de nuestras discrepancias políticas con Castro y el PC Cubano, nos solidarizamos con esos sentimientos.

Si faltaran pruebas de que el exilio de la “pequeña Habana” de Miami son gusanos despreciables y fascistoides, las han dado con sus fiestas callejeras festejando anticipadamente la muerte de Castro.

La obsesión de Bush: volver al prostíbulo del 58

El imperialismo yanqui nunca le perdonó a la Revolución Cubana que le arrancara su predilecta semicolonia tropical y prostibularia. Con su incondicional amigo, el dictador Batista, tenían playas con permanente arena blanca, un mar tibio y transparente, casinos, mujeres y ron. El pueblo cubano estaba sumido en una pobreza extrema. Muy pocos sabían leer y escribir, y miserablemente mantenían a sus familias en condiciones de trabajo inhumano en los ingenios azucareros y las destilerías, propiedad de la oligarquía cubana y las multinacionales yanquis.

Las medidas revolucionarias que se fueron aplicando desde el triunfo de la revolución dieron “vuelta la tortilla”. Se expropiaron las empresas de los yanquis y la oligarquía. Así se erradicaron los flagelos capitalistas de alta mortalidad y desnutrición infantil, la desocupación, prostitución y analfabetismo. El dirigente máximo e indiscutido del proceso cubano ha sido hasta ahora Fidel Castro. Y eso obsesiona a Bush. Ante el debilitamiento de su salud, pretende avanzar en el viejo sueño de recuperar aquel títere de lujo que tuvieron hasta enero de 1959.

Tan pronto Castro anunció el traspaso de funciones, Bush llamó a los cubanos “a actuar por un cambio democrático en su isla”. Más directos, sus amigos gusanos convocaban a una insurrección. Condolezza Rice llamó a “una transición que conduzca rápidamente a elecciones multipartidarias en Cuba”. Sin ningún pudor, anunciaron la disponibilidad inmediata de 80 millones de dólares para financiar estos proyectos imperialistas y anticastristas. Genocidas y terroristas de Estado como Bush y Rice no tienen ningún derecho a hablar de “democracia” ni en Cuba ni en ningún otro lugar del mundo.

El gobierno y el pueblo cubano repudiaron esta injerencia escandalosa en los asuntos internos de un país soberano. Nos sumamos al rechazo a estas declaraciones y a cualquier nuevo intento de agresión del imperialismo.

Los interrogantes sobre el futuro

El peso decisivo, personal y único, de Fidel Castro al frente de Cuba está fuera de toda duda. Por eso, más allá de que ahora retome sus funciones, el hecho de que por su edad está planteado su alejamiento del mando abre todo tipo de interrogantes e inquietudes. Los voceros del gobierno cubano han criticado duramente que se hable de una “transición” sin Fidel.

Más allá de las palabras, el debate viene de años atrás. ¿Qué está pasando en Cuba con Fidel? Desde nuestro punto de vista, la propia conducción de Fidel Castro y del Partido Comunista Cubano viene implementando desde hace años una política que no ha ayudado al ascenso revolucionario latinoamericano, muy particular en la vecina Centroamérica. Y ha puesto en marcha dentro de la propia Cuba un proceso de restauración del capitalismo. El régimen de partido único y la falta de libertades de expresión para los mismos trabajadores que están dispuestos a dar su vida en defensa de la revolución, es un mecanismo al servicio de esta política que viene minando las conquistas revolucionarias, los inmensos logros en el terreno de la salud y la vivienda del pueblo cubano.

Desde hace años Fidel, el PC y Raúl Castro reivindican el “modelo” económico de China (ver recuadro). Además de ser una espantosa dictadura, el gobierno del Partido Comunista en China desde hace décadas práctica un avanzadísimo proceso de restauración del capitalismo y se ha ido transformando en un ayudante gigantesco para la primera potencia económica imperialista mundial, los EE.UU.

Son hechos irrefutables que en Cuba han reaparecido la pobreza y la diferenciación social, y crece la corrupción. Abrir el país a los negocios de las grandes multinacionales del turismo o a Repsol, como se viene haciendo, es el camino opuesto al que llevó a los grandes logros de las décadas anteriores. Hoy como ayer, la mejor defensa de Cuba pasa por terminar con el régimen de partido único, otorgar legalidad para los partidos y organizaciones que defiendan la revolución y plenas libertades para que su pueblo discuta y decida libre y democráticamente sobre todos los problemas, unido a una auténtica integración antiimperialista y anticapitalista de todo el continente, para avanzar hacia nuevos triunfos socialistas latinoamericanos.


¿Más “modelo” chino?

Las calles de La Habana

Las calles de La Habana

Raúl Castro fue designado sucesor de Fidel en 1997. Siendo siete años menor, acompañó toda la larga trayectoria de su hermano, desde que ambos sobrevivieron al asalto al cuartel de Moncada en 1953. Estuvieron 23 meses presos y salieron luego al exilio a México. Raúl conoció allí al Che y se lo presentó a Fidel.

Ambos hermanos han manifestado numerosas veces sus elogios al gobierno chino y su “modelo de socialismo”. El creciente ingreso de capitales a la isla, salvando las obvias e inmensas diferencias entre ambos países, ha seguido pautas parecidas a las chinas. Las fuerzas armadas, cuyo máximo jefe es Raúl Castro, gerencian toda la economía, ya que administran las empresas estatales y su participación en las cada vez más numerosas empresas mixtas. La aviación comercial, la administración de aeropuertos y la empresa nacional Gaviota, relacionada con el turismo, actividad que es la principal fuente de ingresos, y las comunicaciones, son gerenciadas por el ejército cubano.

La apertura a las multinacionales y la formación de empresas mixtas han sido justificadas por las dificultades posteriores a la caída de la URSS y al aislamiento. Dejando de lado los procesos y debates previos a los noventa, es un hecho que el camino adoptado es una creciente restauración del capitalismo. Esto no solo lo muestran la presencia de multinacionales como Repsol en el petróleo, sino la creciente desigualdad social, la aparición de sectores minoritarios de alto poder adquisitivo, el mercado negro, la prostitución, en fin, el aumento de la pobreza en el pueblo. Instituciones como el PC y las fuerzas armadas han constituido una sólida burocracia que, además de brindarse privilegios, está impulsando esa “economía mixta” que minan los avances revolucionarios. Raúl Castro es el gerente máximo de los negocios que las empresas multinacionales están haciendo en la isla, en perjuicio del pueblo cubano.

Ante el argumento del aislamiento, la respuesta no debería ser la restauración del capitalismo y el freno a la revolución latinoamericana. Castro aconseja a Chávez a mantener el capitalismo, como ya lo hizo en 1979 en Nicaragua. Sin embargo, el mejor apoyo que recibiría el pueblo cubano sería el triunfo de una Venezuela Socialista. Sería una gran ayuda al pueblo venezolano que el viejo líder llamara a repetir el curso de Cuba de los años 60, de movilización para romper con el imperialismo y la burguesía explotadora.


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