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Mercedes Petit

Agosto de 1960

Nacionalización de empresas imperialistas en Cuba

En un discurso en el acto de clausura del Primer Congreso de Juventudes Latinoamericanas, en agosto de 1960, Fidel Castro informó sobre las expropiaciones. Esas medidas de fondo explican los progresos obtenidos por el pueblo cubano en sus condiciones de vida. Otros procesos revolucionarios se frustraron por no avanzar en ese sentido.

“¡Apoyamos la nacionalización!”, dice el cartel ubicado sobre la compañía cubana de electricidad

“¡Apoyamos la nacionalización!”, dice el cartel ubicado sobre la compañía cubana de electricidad

Una de las refinerias expropiadas

Una de las refinerias expropiadas

Encabezando un gran ascenso revolucionario del pueblo cubano, Fidel Castro, el ejército guerrillero y el Movimiento 26 de Julio derrocaron al dictador Batista en enero de 1959. El triunfo de la revolución inició una serie de cambios políticos, económicos y sociales que dieron lugar al surgimiento de Cuba socialista.

Los enfrentamientos con la burguesía y el imperialismo yanqui

El nuevo gobierno comenzó a poner en práctica medidas concretas para aliviar la tremenda pobreza. En febrero se dispuso la reducción de alquileres y particularmente de tarifas eléctricas y telefónicas (de empresas yanquis). En mayo se decretó la reforma agraria, que comenzó beneficiando a 300.000 productores que ya poseían tierra o arrendaban legalmente. La gran masa de trabajadores y semiproletarios rurales (más de la mitad de la población del país), quedó aún excluida. A pesar de lo limitado de la medida, acrecentó los roces con la burguesía. En julio renunció a la presidencia su representante, el presidente Manuel Urrutia, y se concretó su ruptura política con el gobierno, que quedó bajo la conducción efectiva de Castro.

Por su parte, los Estados Unidos amenazaron con reducir las compras de azúcar, trabaron intentos de Cuba por establecer acuerdos comerciales con otros países imperialistas, y comenzaron a recortar exportaciones. El gobierno cubano respondió a las presiones profundizando la reforma agraria, acelerando las expropiaciones de tierras y estableciendo relaciones comerciales con la URSS. Ante reclamos de los trabajadores, el gobierno pone bajo su control empresas extranjeras que boicotean la producción. El INRA (Instituto Nacional de la Reforma Agraria) legaliza las ocupaciones de las haciendas ganaderas (que no habían sido incluidas en el decreto inicial) y se hace cargo de tierras expropiadas a norteamericanos. Así comienza el desarrollo de las cooperativas rurales (“granjas del pueblo”), que incorporan a las nuevas formas de producción a los trabajadores y semiproletarios del campo.

En noviembre asume Ernesto “Che” Guevara la presidencia del Banco Central. En diciembre, el presidente de los EE.UU. Eisenhower recibe del Congreso amplias facultades para imponer sanciones económicas contra Cuba.

En febrero de 1960 se firma el primer acuerdo comercial Cuba-URSS, quien compra un millón de toneladas de azúcar y lo paga con petróleo, dado que los EE.UU. y Venezuela han suspendido los envíos de crudo.

La expropiación de las grandes empresas

Cuando las refinerías yanquis en Cuba se opusieron a refinar el petróleo soviético, los trabajadores y tropas del ejército las ocuparon, imponiendo al gobierno la “intervención”. El 16 de junio son nacionalizadas. Y comienza una ola de ocupación de empresas.

En agosto son nacionalizadas todas las compañías norteamericanas. La Cubana de Electricidad, la de Teléfonos, la petrolera Standard Oil, (ESSO), West Indies Company of Cuba (Texaco) y Sinclair Oil. También los ingenios azucareros, que manejaban el 40% de la producción nacional.

La Central de Trabajadores dispuso una semana de “júbilo popular”. Miles y miles de cubanos festejaron, arrancando de las oficinas las banderas norteamericanas, haciendo “entierros” y “velorios” simbólicos, al grito de “¡Cuba sí, yanquis no!”

En Costa Rica se reunió la OEA y sacó una declaración contra Cuba y la URSS. El 2 de septiembre el gobierno de Castro dio a conocer la “Declaración de La Habana”, denunciando al imperialismo yanqui, agradeciendo la ayuda de la URSS y reivindicando “la nacionalización de los monopolios imperialistas, rescatando así las riquezas y recursos nacionales”.

Antes de fin de año fueron nacionalizados todos los bancos norteamericanos, las empresas de caucho, la cadena de supermercados Mínimax y toda otra empresa norteamericana. Las 382 mayores empresas del país y el 80% de la capacidad industrial pasaron a manos del Estado. Al mismo tiempo, el gobierno yanqui fue avanzando con medidas que establecerán definitivamente lo que conocemos como el bloqueo que aún perdura. El 8 de enero de 1961 los EE.UU. rompen relaciones con Cuba.

El 4 de febrero de 1962, en la “Segunda Declaración de La Habana”, se proclama el carácter socialista de la revolución cubana. Culmina diciendo: “El deber de todo revolucionario es hacer la revolución”.

Esas medidas revolucionarias cambiaron la historia en Cuba

En la década de los 80, la madre Teresa de Calcuta (insospechada de comunista o revolucionaria) visitó la isla y dijo una frase que dejó helados a muchos: “En Cuba no hay pobreza”.

Más allá de que discrepamos políticamente con Fidel Castro y el PC cubano, rechazamos el régimen de partido único y la falta de libertades, y de que los niveles de vida del pueblo cubano se vienen deteriorando desde hace tiempo, ese hecho que marcaba la madre Teresa era irrefutable, más aun comparándolo con otros países de América latina. ¿Cómo se lograron en Cuba esos grandes avances en la educación, en la salud, los deportes, en la investigación de nuevos productos medicinales y tratamientos de distintas enfermedades? La clave es que se arrebataron las fuentes de riqueza de manos de la burguesía y el imperialismo. Con la nacionalización total de las refinerías petroleras, los ingenios, todas las grandes empresas y bancos, se pudo lograr una redistribución radical de la riqueza, al servicio de las necesidades del pueblo. Esas medidas auténticamente socialistas explican los logros de la Revolución Cubana.

Hasta ahora, en América latina, aunque se fueron dando numerosas revoluciones posteriores, no se ha repetido una ruptura como aquella. Y así se fueron paralizando o retrocediendo grandes triunfos revolucionarios, como el de Nicaragua en 1979. La gran paradoja es que no sólo la conducción sandinista estuvo en contra de avanzar por el camino de Cuba de los sesenta. Su gran consejero, el propio Fidel Castro, les dijo que “no hicieran de Nicaragua otra Cuba”. Además, la penetración de empresas imperialistas que se viene dando en Cuba ha sido un factor importante para deteriorar las conquistas revolucionarias y que reaparezcan lacras del capitalismo que habían sido eliminadas. Los impactantes logros de Cuba desde los años sesenta hacen que el debate sobre aquellas expropiaciones sea uno de los más candentes en el proceso revolucionario latinoamericano hoy.


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