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Mercedes Petit

23 de julio de 1935: el escándalo de las carnes

Asesinato en el Senado

El 23 de julio de 1935 fue asesinado dentro del recinto de sesiones el senador por Santa Fe Enzo Bordabehere. Se había acercado en ese momento a su compañero, Lisandro de la Torre, que encabezaba la investigación y los debates contra los frigoríficos británicos, la gran oligarquía y los funcionarios conservadores por los negociados ligados a la exportación de carnes. Los instigadores del asesinato quedaron impunes.

Reconstrucción del asesinato de Enzo Bordabehere

Reconstrucción del asesinato de Enzo Bordabehere

Durante la Década Infame (1930- 1943) se produjeron grandes cambios en la Argentina, ligados a la gran crisis del capitalismo imperialista, comenzada en octubre de 1929. La potencia imperialista de mayor influencia, Inglaterra, pudo usufructuar su posición mayoritaria en el comercio mundial y su vasto imperio colonial para recuperarse de la crisis. En la Conferencia de Ottawa (Canadá) en 1931, estableció un sistema autárquico, férreo, pactado con las grandes burguesías de sus colonias y de todo el imperio, para proteger y recuperar las ganancias de los imperialistas británicos. En la Argentina, luego del golpe de Uriburu, triunfó en las elecciones fraudulentas el candidato de los conservadores Agustín P. Justo. Bajo su gobierno, de la mano de la gran oligarquía terrateniente, el país pasó a transformarse en una semicolonia inglesa.

El pacto Roca-Runciman y el problema de las carnes

En mayo de 1933 se firmó un verdadero “estatuto del coloniaje”. El país estuvo representado por el vicepresidente, Julio A. Roca (h), quien sintetizó su gestión diciendo que el país pasaba a ser “desde el punto de vista económico, una parte integrante del Reino Unido”. Esto significaba que la Argentina estaba obligada a dejar entrar las mercaderías inglesas, en su amplia mayoría, sin pagar derechos; a considerar a Inglaterra nación privilegiada, que controlaba el producto de exportación más importante, la carne y que fuese manejado por un trust íntimamente ligado al mercado británico, entre otras muchas medidas de saqueo imperialista. Quedó muy desplazado por entonces el imperialismo yanqui.

El acuerdo reservaba para los frigoríficos extranjeros (casi todos ingleses) el 85% de la cuota de exportación, mientras que el resto correspondería a empresas argentinas. Además, la totalidad de las divisas generadas por compras de los ingleses a la Argentina debía destinarse a compras de productos británicos.

La corrupción de los frigoríficos

A los privilegios impuestos por el pacto, los frigoríficos ingleses agregaban el más escandaloso fraude contable para aumentar sus ganancias. Desde septiembre de 1934, el demócrata progresista Lisandro de la Torre, senador por Santa Fe, comenzó a denunciar la evasión impositiva y corrupción. Se formó una comisión parlamentaria para investigar (ver recuadro).

La investigación tropezó con la decidida oposición de los frigoríficos. Las empresas Anglo, La Blanca, Compañía Sansinena de Carnes Congeladas, The Smithfield & Argentine Meat Company, Armour, Wilson y Swift de La Plata se negaron a mostrar sus libros de contabilidad. El presidente del Anglo fue preso por desacato.

El escándalo público estalló cuando trabajadores del puerto de Buenos Aires hicieron llegar al senador socialista Alfredo Palacios el dato de que el Anglo estaba sacando clandestinamente sus libros de contabilidad, como si fuera “corned beef” (viandada), en el vapor “Norman Star”, y lo allanaron antes de zarpar.

Los resultados de la investigación fueron presentados en el Senado a partir del 11 de junio de 1935. Comenzaron a declarar el ministro de Agricultura, Luis Duhau, y el de Economía, Federico Pinedo. Lisandro de la Torre denunció ‘‘el robo frigorífico organizado’’, que se consumaba con ‘‘la acción extorsiva de un monopolio extranjero y la complicidad de un gobierno que unas veces lo deja hacer y otras lo protege directamente’’. De la Torre puntualizó los privilegios de que gozaban las compañías británicas -exención de multas, tolerancia en el cobro de impuestos, entre otros- y reveló que el propio Duhau era beneficiado por los frigoríficos en la compra de ganado de su propiedad.

El 23 de julio se cortó abruptamente el debate, cuando un matón de comité, provocador callejero y policía corrupto, que acompañaba el debate dentro del recinto, asesinó a tiros al senador Enzo Bordabehere, compañero de bloque de De la Torre.

El asesino fue preso, pero la Justicia no pudo determinar a los responsables de su acceso a la sala de sesiones, ni a los instigadores, que quedaron impunes.

El crimen conmovió al país. Hasta el oligárquico diario La Prensa del 31 de julio decía: “De hoy en adelante, ni la actual administración ni sus continuadores podrán permanecer impasibles ante los procedimientos monopolistas, violaciones de leyes y evasiones de impuestos que se han demostrado [...]”*

Sin embargo, más de setenta años después, con otras técnicas para la exportación de carnes, otros porcentajes en el mercado por parte de los distintos amos imperialistas, y otros funcionarios patronales, el enorme negociado de las carnes sigue enriqueciendo a los grandes empresarios extranjeros y a la burguesía agroexportadora, que se llevan la parte del león, en perjuicio de los pequeños productores. Y en la mesa popular la carne se ha transformado en artículo de lujo.

 

* Citado por Mario Rapaport, Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2000). Macchi, Bs. As., 2003


Los negociados de la carne y la oposición burguesa

Así definía brevemente Nahuel Moreno a la lucha de Lisandro de la Torre y Bordabehere.

“La oposición burguesa a la estructuración oligárquica de la Década Infame fue extraordinariamente tímida, y su expresión más nítida se perfiló por parte del sector de mayor tradición política y económica, el de los estancieros. El gran teórico de la oligarquía estancieril no ligada a los invernadores, el orgullo de la misma, fue Lisandro de la Torre, que reflejando los intereses globales de su clase se opuso al “estatuto del coloniaje”. […] Este representante de los ganaderos, especialmente de los de Santa Fe, esbozó una oposición burguesa al pacto; en realidad, una posición a la izquierda de los estancieros, que fue rápidamente derrotada y quedó, entonces, como una protesta importante pero sin mayor peso. […] en la Década Infame cualquier postura que se animara a cuestionar en parte el dominio de la gran oligarquía era casi mortal.”

(Método de interpretación de la historia argentina. Pluma, Buenos Aires, 1975.)


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