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Jose Castillo

Como Botnia y Ence

Las multinacionales envenenan el planeta

El tema de las papeleras instaló en la Argentina el debate sobre el medio ambiente. En la Argentina y en el mundo los pulpos locales y las multinacionales están destruyendo el planeta.

Evangelina Carrozo. Una activista ambientalista

Evangelina Carrozo. Una activista ambientalista

La aparición sorpresiva de la reina del carnaval de Gualeguaychú en medio de la reunión Mercosur-Unión Europea, en Viena, colocó el tema de las papeleras en su “agenda”. Todos se esforzaron “hipócritamente” por hablar del respeto al medio ambiente. Europeos como Zapatero, uno de los jefes del saqueo de los recursos naturales de Sudamérica, o los premieres de los países nórdicos, muy celosos de custodiar el respeto a “su” calidad ambiental, pero defensores a rajatabla de los desastres que hacen sus empresas multinacionales por el mundo. Todos los jefes de gobierno sudamericanos, incluyendo a Tabaré, hicieron declaraciones “de compromiso”, para seguir con sus negociados en múltiples reuniones.

En la Argentina

Kirchner habla de las papeleras como si se tratara de una excepción, en un país sin problemas ambientales. Pero el saqueo que los grandes pulpos nacionales y extranjeros realizan contra nuestra economía se refleja también en sus consecuencias ambientales. Hagamos un breve inventario: Celulosa Argentina blanquea la pasta con cloro elemental, lo que genera un efluente terriblemente venenoso en Capitán Bermúdez. La cuenca Matanza-Riachuelo es una bomba de tiempo: 14 municipios con 13 villas de emergencia, rodeados por empresas que tiran sustancias tóxicas como cromo, zinc e hidrocarburos sin tratar. El 50% de los niños que viven en los alrededores del Polo Petroquímico presentan altos niveles de plomo en la sangre. Lo mismo sucede con el Polo Petroquímico de Ensenada. En la zona de Ezeiza se ha descubierto contaminación con uranio de las napas subterráneas del Gran Buenos Aires.

Hace menos de un mes la inundaciones en Salta, especialmente en Tartagal, y en el Chaco, así como la sequía previa, fueron una consecuencia del festival de desmontes en el Norte Argentino, para dar paso a las multinacionales de la soja. Un par de años atrás salió a la luz la lucha de los pobladores de Esquel contra la instalación de una mina de oro a cielo abierto, no siendo sólo este un caso aislado: a lo largo de toda la cordillera se está utilizando cianuro para la extracción del mineral.

Y en el mundo

Todos los informes científicos coinciden en que en los próximos años, millones de seres humanos perderán sus hogares, sufrirán hambrunas, habrá sequías en algunas zonas del globo y huracanes e inundaciones en otras, todo debido al aumento de la temperatura del planeta. Se lo conoce como el “Calentamiento Global”. La temperatura se ha elevado desde finales del siglo XIX en el mundo, principalmente por las emisiones de dióxido de carbono que incrementaron el efecto invernadero. Se habla constantemente del derretimiento de los casquetes de hielo de los Polos, con el consiguiente elevamiento de las aguas de los océanos, y con consecuencias desastrosas para los habitantes de las zonas costeras. En el hemisferio sur, el agujero de ozono genera consecuencias gravísimas para la salud de la población.

¿A qué se debe todo esto? ¿A la naturaleza? No. También aquí hay coincidencias en el diagnóstico: las multinacionales y el capitalismo contaminan, destruyen la tierra, el agua y el aire del planeta, desertifican, dejan tierra arrasada ahí donde ya no pueden extraer más ganancias. Y sus gobiernos, como el de Estados Unidos, se niegan incluso a firmar algo tan pequeño como el Tratado de Kyoto, una miserable reducción en la emisión de gases a la atmósfera. Basta con mirar el Tsunami y el Katrina: por no invertir en obras y prevención ocurrieron estas catástrofes, que los gobiernos imperialistas después atribuyen al mal “clima”.

La lucha contra las papeleras la decide la movilización

Botnia y Ence son sólo dos pequeños ejemplos del desastre mundial ocasionado por estas empresas. Llegaron al Uruguay “apadrinadas” por los informes del Banco Mundial. Este organismo, al igual que sus “hermanos” del FMI, el BID y la Organización Mundial de Comercio, no son “espacios neutrales” donde se realizan auditorías transparentes. Como se demostró miles de veces se trata de instrumentos al servicio de la política del Imperialismo y las multinacionales. Por eso tampoco podemos esperar nada de ese supuesto “Tribunal Internacional” domiciliado en La Haya. Remitiéndonos sólo al tema ambiental, tenemos el terrible antecedente de 1995, cuando ante el pedido de Nueva Zelanda de prohibir las pruebas nucleares francesas frente a sus costas se le contestó que el Tribunal de La Haya solo juzga “efectos” y nunca “daños eventuales”. O sea que, en nuestro caso, las empresas seguirán adelante con la obra, y después se verá “los daños eventuales”.

El gobierno de Kirchner tiene como objetivo central desmontar la movilización y canalizar todo vía La Haya. Nosotros nos remitimos a la experiencia internacional de las últimas décadas: ninguna empresa del mundo dejó de contaminar salvo cuando la obligó la presión de las masas en la calle y ante sus puertas.


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