El Socialista

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Osvaldo Soriano nos decía...

El 25 de Mayo de 1810 se iniciaba la revolución que derrumbó un imperio. Su grito de libertad llegó muy lejos. Un año después, Juan José Castelli proclamaba en las ruinas del Tiahuanaco, Alto Perú -actual Bolivia-, la libertad de los indios. En 1990, el escritor Osvaldo Soriano -fallecido en 1997-, escribió una nota sobre la Revolución de Mayo a pedido de Solidaridad Socialista, antecesor de nuestro actual semanario. A continuación reproducimos sus párrafos principales. Su conclusión mantiene hoy plena vigencia.

French y Beruti, principales activistas de la Legión Infernal, repartiendo cintas identificatorias de la causa revolucionaria

French y Beruti, principales activistas de la Legión Infernal, repartiendo cintas identificatorias de la causa revolucionaria

La mañana del 25... el abogado Juan José Castelli sale al balcón del Cabildo y, con el énfasis de un Saint Just, anuncia la hora de la libertad...

En la Primera Junta había algunos hombres que querían la independencia, la justicia social y la igualdad. Y por ese sueño iban a dejarlo todo: Juan José Castelli, Manuel Belgrano -que eran primosy Mariano Moreno, dirigieron los primeros pasos de la guerra que construyó esta patria hoy entregada a las multinacionales...

El ejército reclama hoy el título de “glorioso partero de la patria”, pero fueron dos civiles quienes condujeron las primeras victorias de los batallones gauchos: Belgrano, un católico piadoso y progresista, y Castelli, un socialista formado en las ideas más audaces de su tiempo. Castelli tenía 43 años, que en ese tiempo eran el ocaso de la vida, y estaba enfermo de cáncer, pero Moreno lo designó al frente de los ejércitos... para quebrar la resistencia española en el Alto Perú. En sus “instrucciones” secretas, el secretario de la Junta le ordenaba detener y ejecutar a los generales enemigos y vengar a los revolucionarios masacrados en los socavones de La Paz y Potosí en la sublevación de 1809.

El primero que se levanta en armas contra la revolución, en Córdoba, es el general Liniers, héroe de la reconquista. Castelli lo detiene y lo fusila; luego sigue hacia el Norte, y en esos cerros desolados captura y pasa por las armas al mariscal Vicente Nieto, represor del levantamiento popular de 1809. Esa furia era la prueba de que la Revolución de Mayo no era un discurso vacío sino una decisión adoptada por la mayoría de los pueblos expoliados de la colonia española. Castelli lanzó el primer grito de libertad en el Cabildo y lo llevó en su marcha para que lo hicieran suyo quienes soñaban vivir como ciudadanos “fraternos, iguales e independientes”. Fue él quien exhortó a los indios a organizarse y elegir sus propios diputados para que los representaran en el gobierno central; él combatió por una revolución que no terminara en una simple proclama burocrática.

Pero el coronel Saavedra, que conocía a Castelli “por sus locas ideas” y tenía que enfrentarse en el Cabildo con Moreno, llamó al regimiento de Patricios del coronel Martín Rodríguez, y con las gauchos más conservadores de Buenos Aires dio un golpe de Estado en abril de 1811. Moreno había sido derrocado en diciembre y Castelli y Belgrano fueron presos. Muy pronto el liberal Rivadavia iba a adueñarse de la política de la Junta... Si los valores de Mayo sobrevivieron a la derrota en 1811, fue porque San Martín, acompañado por Bernardo Monteagudo, marchó a Chile y Perú para derrocar definitivamente a los españoles. La independencia quedó consagrada en 1816, pero los “liberales” ya habían copado el gobierno, asociados a los comerciantes ingleses.

San Martín abandonó el país asqueado por la entrega de la soberanía que habían puesto en marcha Rivadavia y los suyos. Belgrano murió en la pobreza, olvidado y renegando de los traidores. A Castelli le cortaron la lengua para que no pudiera defenderse ni recordar los primeros sueños de Mayo. Moreno murió o lo mataron en alta mar. La primera independencia fue negada y traicionada. Desde entonces este país pertenece a los dueños de los bancos y de la tierra.

La segunda y definitiva independencia está por declararse todavía. Las banderas de Castelli, Moreno y Belgrano pertenecen a los hijos de los inmigrantes pobres y de los indios que los revolucionarios querían ver representados en el gobierno.


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