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Escribe:
Jose Castillo

El saqueo del petróleo argentino

Mientras en Bolivia se dan pasos importantes hacia la toma del control del gas y del petróleo, en nuestro país sigue el saqueo encabezado por Repsol. Así no sólo los millones de dólares producidos por los altos precios internacionales no pueden ser utilizados por el país, sino que vamos rápidamente en camino a quedarnos sin reservas.

Todos los países del mundo con petróleo tienen algún grado de control sobre ese bien estratégico y no renovable. En muchos casos se trata de la existencia de empresas públicas, tal como Aramco de Arabia Saudita, KPC de Kuwait, NIOC de Irán, PDVSA en Venezuela, Pemex en México o Petrobras en Brasil. Incluso países que no tienen petróleo intervienen en el mercado a través de sus empresas trasnacionales: Total de Francia, donde el presidente de la República forma parte de hecho del directorio de la empresa, o la propia Repsol, cuyos presidentes se amoldan a las políticas del Estado español. Los Estados Unidos tienen una Reserva Federal de Petróleo para regular el precio y garantizar el abastecimiento. Ahora Bolivia ha dado los primeros pasos para controlar su riqueza hidrocarburífera. Frente a esta realidad, la Argentina es el único país petrolero del mundo que ha privatizado y desregulado la totalidad del negocio perdiendo todo tipo de control.

Un poco de historia

Llegamos a esto después de la privatización de YPF en 1992. Yacimientos Petrolíferos Fiscales, creada en 1922, había sido la primera petrolera estatal integrada del mundo (que cubría desde la exploración, pasando por la extracción, distribución y comercialización), exceptuando a la URSS. Desde sus inicios realizó todas las actividades necesarias para la explotación de petróleo, incluyendo la fundación y abastecimiento de pueblos en las áreas de reserva, tales como Caleta Olivia en Santa Cruz, o Plaza Huincul en Neuquén. YPF fue un modelo para la creación de varias de las empresas estatales del continente, como la brasileña Petrobras, la uruguaya Acap o la boliviana YPFB, que incluso tomó la sigla de su hermana mayor argentina.

¿Quién se apropia de la “renta petrolera”?

La discusión hoy está candente debido a los precios récord. El barril de petróleo se está pagando arriba de los 70 dólares en los mercados mundiales. La diferencia entre el costo de producción local y ese precio (hoy en sus máximos históricos) crea una renta -superganancia- para las empresas. Los países con empresas públicas la capturan en su totalidad para el Estado (Pemex, Petrobras o PDVSA). Pero incluso donde hay explotación privada o mixta se cobran altos impuestos para capturarla. Ecuador se queda con el 50% de la renta, Venezuela con el 87% (en el caso de las empresas mixtas) y Bolivia, desde el nuevo decreto, con el 82 por ciento. La Argentina no sólo no tiene empresa estatal de petróleo. Además es el país petrolero que le cobra menos a los pulpos por sus superganancias: apenas el 36 por ciento. Y con el agravante de que los valores sobre los que cobra se determinan sobre “declaraciones juradas” de las empresas, sin ningún tipo de control por parte del Estado argentino.

Kirchner mira para otro lado

Las excusas del gobierno para no tocar los negocios de Repsol ya rayan con lo ridículo: “Sencillamente no podemos nacionalizar los hidrocarburos como hizo Evo. Si caducáramos las concesiones, la propiedad revertiría a las provincias y no a la Nación. Es uno de los muchos errores de la Constitución del ’94. Lo peor es que nosotros tuvimos mucho que ver en ese error”, dijo el presidente (Página/12, 7/5). Sí, sin duda, Kirchner tuvo “mucho que ver” (ver recuadro). Pero el argumento es ridículo: ¿cuál sería el problema de que formalmente la propiedad quede en manos de los estados provinciales? ¿Acaso eso impediría la conformación de una gran YPF estatal? Si hubiera la mínima voluntad política se podría hacer.

Pero el gobierno de Kirchner es incapaz hasta de controlar el nivel de reservas, teniendo que guiarse por lo “que dicen” las propias empresas multinacionales. Así fue como hace unos meses nos enteramos de que las de Repsol eran un 25% menores que las declaradas. La Argentina se está quedando sin petróleo: se habla de un horizonte de nueve años, que puede ser incluso menos, ya que no hay acceso directo a la información. Algo similar está sucediendo con el gas. La inmensa renta que hoy se produce ni siquiera reingresa al país en forma de divisas. Según el experto del Grupo Moreno, Gustavo Calleja, la eventual nacionalización de nuestro petróleo aportaría 10.000 millones de dólares a las arcas del Estado argentino.

La política petrolera argentina es un escándalo que no se resuelve con una “empresa de cartón” como Enarsa, que para lo único que sirve es para permitir el acceso de nuevos pulpos a la plataforma continental. Bolivia marca el camino. La estatización de los hidrocarburos de Evo es parcial y le señalamos las limitaciones y sus riesgos. Pero no deja de ser una señal de dignidad que contrasta con la entreguista actitud del gobierno argentino.


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