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Jose Castillo

El escándalo de la carne

Hay menos vacas que hace treinta años. En el Mercado de Liniers los ganaderos, grandes frigoríficos y cadenas de hipermercados “arreglan los precios” por debajo de la mesa. Mientras tanto, ninguna medida hace que baje el precio en las carnicerías y góndolas.

Vacas entrando al Mercado de Liniers

Vacas entrando al Mercado de Liniers

El gobierno de Kirchner ha tomado medidas parciales contra lo que llama “la patria ganadera”. Pero el precio de la carne no baja en las góndolas.

Los hechos

Al gobierno la inflación se le fue de las manos y esto promueve cada día más reclamos salariales. Kirchner sabe que éste es su talón de Aquiles. Por eso busca desesperadamente la tarea imposible de frenar la inflación sin tocar los intereses de los sectores concentrados.

Uno de los productos que más está incidiendo en el aumento de la inflación es la carne: subió en el 2005 un 28,3%, mucho más que el 12 % de inflación. Algunos cortes aumentaron más del 40%. Desde la devaluación el kilo vivo del novillo subió de 0,658 a 2,61 (296%), superando la suba del dólar y la inflación que acumula un 78%.

¿Por qué no baja el precio de la carne?

En realidad, los motivos son tres:

1- Tenemos menos vacas que hace treinta años. Esto es producto de la histórica ineficiencia de la oligarquía vacuna argentina. Dicen que hay 200.000 productores, pero la realidad es que el 40% del stock ganadero está en manos de 1.250 hacendados. Los más grandes son los nombres de siempre: Duhau, Larreta-Anchorena, Leloir, De Apellaniz, Gómez Alzaga, Blaquier y las familias de los grupos Bunge y Born, Perez Companc, Bemberg y Werthein, que concentran el 32% de la tierra bonaerense, mientras subdividen las estancias con testaferros para pagar menos impuesto inmobiliario rural.

Su incapacidad supera todo lo imaginable: en la mejor tierra del planeta para pastoreo no logran ni siquiera que engorden los terneros o que la tasa de parición de las vacas siquiera se acerque a la de países similares como Australia.

Con un gran esfuerzo, y sin el apoyo presupuestario adecuado, los técnicos del INTA lograron el milagro de erradicar la aftosa del país… para que al poco tiempo los estancieros, trayendo ganado de contrabando, volvieran a infectar la hacienda.

2- Con lo que se exporta, no alcanza para cubrir el mercado interno. Con el actual stock de ganado y lo que se consume normalmente en nuestro país se puede, como mucho, exportar 500.000 toneladas al año. La realidad es que después de la devaluación se pasó de exportar 300.000 toneladas a 700.000.

Sucedió que aumentó mucho el precio mundial de la carne porque se abrieron nuevos mercados y los grandes frigoríficos no se lo quisieron perder. El gobierno también “aportó” su cuota, al ponerles una retención (impuesto a la exportación) de sólo el 5%; después, ya en medio del escándalo, lo subió al 15%, cuando sus propios técnicos reconocen que, para igualar los precios del mercado interno, deberían subirse las retenciones a 50%.

3- En el Mercado de Liniers se ponen de acuerdo los consignatarios –muchos de ellos también propietarios de ganado- con los frigoríficos y las grandes cadenas de supermercados y fijan el precio a voluntad. El mercado consignatario de Liniers es el más importante del país, con el 18% del ganado a faenar. Hay 55 casas consignatarias, pero 9 de ellas aportan normalmente el 30% de los vacunos que ingresan diariamente y manipulan los precios reteniendo animales en las estancias para que el precio no baje.

“Teóricamente”, el mercado se mueve por el libre juego de la oferta y la demanda, donde se ofertan a viva voz los lotes de animales y los precios. Pero eso es “para la televisión”. Un 40% de las ventas se realiza por el método de la “venta al oído”, donde un consignatario se pone de acuerdo con un gran comprador (un frigorífico o una cadena de supermercados) para venderle a menor valor a cambio de mantener altos los precios públicos oficiales del mercado.

Del lado de los compradores la cosa también es oscura. “Teóricamente”, hay 200 compradores habilitados. Pero en los hechos existen entre 50 y 60. Entre el 16 y el 20% de las compras lo hacen las cadenas de supermercados (Coto, Disco y Carrefour). Entre ellos, los grandes frigoríficos del consorcio ABC (Swift, Quickfood y Finexcor) y los consignatarios, se fija el precio de referencia.

¿Matar con perdigones a un elefante?

El gobierno suspendió temporariamente las exportaciones. Los grandes pulpos se le rieron en la cara: entre el anuncio del gobierno y la publicación en el Boletín Oficial presentaron tal cantidad de contratos de embarque en un fin de semana como para garantizarse las exportaciones por entre tres y cuatro meses más. Por las dudas, ya consiguieron también jueces que “los autorizan” a exportar.

Ahora Kirchner “amenaza” al Mercado de Liniers. Pero en concreto, no pasó nada más allá de una visita de inspectores de la AFIP para controlar “evasión impositiva” y de la suspensión “por 90 días” de la escandalosa “venta al oído”. El gobierno se “conforma” con que el kilo vivo baje de 2,60 pesos a 2,40, pero se “sorprende” cuando eso no se traslada a las carnicerías. ¿Acaso no conoce toda la cadena? ¿No sabe por qué el precio en la góndola llega a 8,83? (Ver cuadro adjunto.)

No hay medias tintas con la “patria ganadera”. Sólo un verdadero programa de fondo puede hacer que desaparezca el mayor escándalo de todos: en el país de las vacas, los sectores populares no alcanzan a consumir las proteínas necesarias.


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