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Antos Sapega
desde Minsk, Bielorrusia.

Reelección de Lukashenko en Bielorrusia

Por qué fracasó la “revolución de los jeans”

El 19 de marzo se realizaron elecciones presidenciales en Bielorrusia. El presidente Alexander Lukashenko ganó por tercera vez consecutiva, con un 83% de los votos y el candidato de la oposición unificada, Alexander Milinkievich, obtuvo solo el 6%. Un nuevo fraude.

Manifestación reprimida por Lukashenko

Manifestación reprimida por Lukashenko

Miembros de la UIT-CI participando de una marcha opositora

Miembros de la UIT-CI participando de una marcha opositora

Mapa de Bielorrusia

Para mantenerse en el poder por tercer periodo consecutivo, Lukashenko reformó la Constitución que limitaba la reelección a dos periodos a través de un referéndum realizado el año pasado que terminó con la falsificación de turno. Además, para que la oposición no se pudiera preparar, las elecciones fueron adelantadas tres meses.

Lukashenko utilizó todos los recursos administrativos para sus propios intereses, a tal punto, que la única intervención de 30 minutos de los candidatos opositores por la televisión fue mostrada en grabación y cortada. Cuando los periodistas le preguntaron por qué las intervenciones de sus oponentes eran más cortas, Lukashenko respondió que «no tenían nada que decir».

En Bielorrusia no quedaron medios de comunicación independientes, se cerraron prácticamente todas las tipografías privadas y las que trabajan lo hacen bajo la estricta vigilancia de los servicios de seguridad (KGB). Al acercarse las elecciones, la KGB cerró más de 70 publicaciones de oposición que «estarían preparando un golpe de estado».

Lukashenko apareció todos los días por radio y televisión, y el día de las elecciones se presentó por televisión una serie de 15 capítulos mostrando la miseria de todas las repúblicas de la ex Unión Soviética con la única excepción de la «floreciente, libre y democrática Bielorrusia».

El fenómeno Lukashenko

No se puede negar la popularidad de Lukashenko en determinados sectores de la población. El mayor apoyo está en las regiones campesinas y entre la nueva burocracia bielorrusa, que venera su ídolo y se aferra a él como la única fuente de sus ingresos y de su bienestar.

La burocratización del país llegó a niveles nunca vistos. La así llamada “vertical del poder”, formada por los altos funcionarios nombrados por el presidente, controla y dirige todas las esferas de la vida del país.

La segunda razón del éxito de Lukashenko es que ninguna de las naciones de la ex Unión Soviética puede mostrar tal nivel de garantías sociales como Bielorrusia. No es que estas garantías sean altas, sino que ninguno de nuestros vecinos las tiene.

Cualquier ciudadano bielorruso que visite Rusia, los países bálticos, Ucrania o Polonia, se horroriza de la cantidad de desempleados, pobres y miserables, que se ven en ciudades que antes fueron florecientes, y demás consecuencias de la privatización y liberalización de la economía de esos países.

Un ejemplo muy ilustrador para el pueblo bielorruso fue la revolución naranja de Ucrania, de la cual hoy hay muchos desilusionados. En las elecciones parlamentarias que acaban de realizarse, el partido de Víctor Yanukovich salió en primer lugar y el partido del actual presidente Yushenko quedó en tercer lugar. La razón de tan acelerado desprestigio es que la situación económica en Ucrania empeoró (el sueldo medio es de 150 euros, cerca de 500 pesos), la burocracia no disminuyó y la corrupción aumentó.

Lukashenko declaró muchas veces que nosotros no necesitamos privatizaciones y esta posición tiene gran apoyo entre los trabajadores. A la gente también le gusta que el presidente despida y meta presos a los funcionarios que roban en las empresas o que retrasan los pagos de salarios. El camino por el cual Lukashenko decidió llevar a Bielorrusia no tiene todavía nombre, aunque el mismo presidente la llamó “socialismo de mercado”.

La tercera razón de su triunfo es que Lukashenko se declaró defensor de todos los eslavos y enemigos del imperialismo norteamericano. Muchos ciudadanos cayeron en una trampa ideológica: si estás contra el imperialismo norteamericano, inmediatamente te colocan como partidario de Lukashenko, y cuando empiezas a criticar al gobierno, inmediatamente te ponen en el campo de la oposición liberal pronorteamericana.

En Bielorrusia el sentimiento antinorteamericano y antiliberal es muy fuerte, especialmente después del bombardeo de la OTAN a la ex Yugoslavia, y Lukashenko utiliza este sentimiento en su propaganda.

El fracaso de la “revolución de los jeans”

La última explicación del reinado de 12 años de Lukashenko es que en realidad nadie quiere echarlo. La llamada oposición es una sucursal del Departamento de Estado. En los últimos diez años, la oposición no logró ni una pequeña victoria. Su única actividad consiste en presentarse a elecciones que va a perder.

La oposición no sacó las conclusiones de la experiencia de nuestros vecinos, que pasaron a través de las privatizaciones y de la liberalización, ni propuso otro camino distinto al que el imperialismo propone en todo el mundo.

La “revolución de los jeans”, como la llamó Milinkievich, fracasó porque desde su comienzo fue pagada por sus jefes de ultramar. El pueblo ve y entiende, y por eso no apoyó a los líderes de la oposición a repetir “la revolución ucraniana”.

La protesta gana la calle

En protesta contra los resultados de la elección, el 19 de marzo 8000 personas salieron a la calle. En la Plaza Octubre cerca de 400 jóvenes instalaron un campamento. A los pocos días, las fuerzas policiales desmontaron el campamento y arrestaron a todos sus participantes, lo cual provocó indignación en todo el país.

El sábado 25 de marzo, cuando se celebra el día de la Libertad, una fiesta tradicional bielorrusa prohibida por Lukashenko, la gente empezó a confluir a la Plaza Octubre desde los barrios de Minsk y desde las distintas ciudades. Todos los ingresos a la plaza fueron bloqueados. Miles de personas intentaron ingresar, pero al no poder, decidieron ir a la cárcel donde estaban los arrestados hasta que la milicia, con la ayuda del Ejército dispersó a los manifestantes a punta de palos y gases.

Así comienza el tercer periodo de Lukashenko, pero como en la naturaleza no existe el vacío, ante el fracaso de la oposición “oficial”, el 26 de marzo se reunieron representantes de distintas tendencias políticas opuestas tanto a Lukashenko como al neoliberalismo en todas sus formas para dar forma a un movimiento político independiente, del cual participa la sección bielorrusa de la UIT – CI, con las consignas: ¡No a Lukashenko! ¡No al imperialismo norteamericano en Bielorrusia ni a la ingerencia rusa!


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