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Miguel Lamas

Dictaduras en América latina

Estados Unidos comandó el genocidio

La dictadura en la Argentina no fue un hecho aislado. Pinochet fue el mayor símbolo de sus atrocidades en todo el continente. Latinoamérica se llenó de militares genocidas corridos por la lucha popular. Aún hoy esa pelea continúa.

Henry Kissinger, secretario de Estado de EE.UU., y Augusto Pinochet

Henry Kissinger, secretario de Estado de EE.UU., y Augusto Pinochet

En los años ’70 y ’80, las dictaduras militares de Paraguay, Brasil, Bolivia, Argentina, Chile, Uruguay, Perú, Guatemala, Nicaragua, El Salvador y otros países latinoamericanos, dejaron el tendal de más de cien mil desaparecidos coordinando la represión con la implementación de lo que se conoce como Plan Cóndor. En todos los casos los militares que comandaron el genocidio habían sido “educados” en la Escuela de las Américas, en Panamá, por expertos del Pentágono que incluso enseñaban a torturar. En todos los casos aplicaron planes neoliberales elaborados por los yanquis y establecieron fuertes lazos con las multinacionales.

Estos hechos, así como discursos y declaraciones públicas, prueban sobradamente que el genocidio lo comandaron Estados Unidos con la CIA y el Pentágono. Y el que dirigió personalmente a los sanguinarios títeres fue el todopoderoso secretario de Estado del país del Norte, Henry Kissinger. Este siniestro personaje no sólo es responsable directo de los genocidios latinoamericanos, sino también de las masacres perpetradas por los invasores yanquis en Vietnam y en tantos otros países.

Hay incluso múltiples pruebas directas contra Kissinger. El 8 de junio de 1976 se reunió con Pinochet y le dijo: “En Estados Unidos, como sabe, simpatizamos con lo que está usted intentando hacer aquí (...) Mi opinión es que usted es víctima de todos los grupos izquierdistas del mundo”. Y el 7 de octubre de ese año Kissinger le dijo al canciller argentino, almirante Augusto Guzzeti, que su preocupación no eran los derechos humanos, sino que “terminen rápido” con la subversión (entrevistas certificadas en memorandos desclasificados del Departamento de Estado yanqui).

Derrota yanqui en Vietnam, Irán y en América latina

Esta política yanqui, encarnada por Kissinger, es derrotada primero en forma directa en Vietnam, donde las tropas norteamericanas deben huir en junio de 1975. En los años siguientes cae Somoza en Nicaragua y desde allí se inaugura una caída en cadena de los dictadores latinoamericanos. También cae el proyanqui sha Resa Pahlevi, de Irán.

No cabe ninguna duda de que así como los golpes y las dictaduras fueron orquestados por Estados Unidos, la caída de las dictaduras fue un triunfo obrero y popular y una colosal derrota contra los yanquis, más allá de las particularidades e importantes diferencias de país a país. En unos casos fue una verdadera revolución que terminó destruyendo el ejército proyanqui, como en Nicaragua; otros con los militares repudiados por la población y enjuiciados como en la Argentina o Bolivia. En cambio, en Chile y Uruguay los militares se replegaron ordenadamente pactando con los patronales y oligárquicos partidos tradicionales. Y en todas partes esos mismos partidos trataron de proteger a los jefes genocidas.

En el conjunto de Latinoamérica las rebeliones populares conquistaron libertades democráticas y sindicales. Alfonsín dijo en 1983 su famosa frase que “con la democracia se come, se cura y se educa”. Pero no fue así. Los planes neoliberales siguieron siendo aplicados por partidos oligárquicos y patronales. Las mismas multinacionales y grupos económicos que prosperaron con las dictaduras ahora prosperan con los “demócratas” que pagan la deuda externa, obligada a contraerla con sangre y fuego por los dictadores, imponiendo hambre y pobreza a los pueblos.

La democracia manejada por los millonarios y, otra vez, por Estados Unidos y el imperialismo, no resolvió los problemas de fondo. Así se llegó a la nueva ola de rebeliones que derribó gobiernos electos, como en Venezuela, con Carlos Andrés Pérez, el Argentinazo, con De la Rúa, la revolución de octubre de 2003 en Bolivia, en Ecuador y otros lugares.

Una intención de Bush de volver a los golpes de Estado militares, en Venezuela en el 2002, fracasó en 72 horas, derrotado por una insurrección popular y de parte del ejército. También fracasó en Bolivia, en octubre del 2003, el intento de Sánchez de Losada de aplastar militarmente la insurrección obrera y popular en El Alto. Sánchez de Losada tuvo que escapar y esconderse en Estados Unidos.

Las rebeliones de los pueblos latinoamericanos buscan una segunda independencia del imperialismo. Y un cambio económico y social de fondo para resolver las urgentes necesidades de los trabajadores y los pobres.

Mientras seguimos esa pelea, lo cierto es que, como sucedió con los nazis en Nuremberg, los genocidas latinoamericanos y sus jefes yanquis serán perseguidos hasta ser castigados.


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